A estas alturas poco nuevo se puede decir de la famosa novela de Cortázar, Rayuela. Es bien conocido que este libro puede considerarse un hito importante en la narrativa fragmentada y en el hiperenlace antes del hipertexto digital. Rayuela puede leerse de dos maneras fundamentales. La primera, de forma lineal hasta el capítulo 56. La segunda, a saltos, partiendo del capítulo 73 y siguiendo una hoja de ruta que el propio autor indica en el libro.
Santiago Ortiz propone una versión digital de Rayuela, una versión dinámica en la que el lector se sumerge en un mar de ondas matemáticas cuyos nodos representan los capítulos, pudiéndose leer estos y saltar o no a los consecutivos y precedentes de acuerdo al mapa de enlaces. Las líneas, precisamente, unen estos caminos hipertextuales de manera gráfica.
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