27/4/14

La berlina de Prim



La berlina de Prim ( Planeta, 2012), de Ian Gibson, es una novela publicitada como histórica pero que acaba siendo una crónica política, de viajes y de costumbres de la España de finales del siglo XIX. El estilo es policiaco, con un protagonista imaginario, el periodista Patrick Boyd (supuesto hijo ilegítimo del irlandés Robert Boyd que financió a los liberales frente a Fernando VII, luchando incluso con ellos por lo que acabó siendo fusilado en Málaga en 1831 junto a Torrijos)  que va encontrándose con diversos personajes, unos históricos y otros ficticios, que le dan informaciones y pistas sobre el asesinato del general Prim ocurrido el 27 de diciembre de 1870, pocos años antes de que la I República española llegara a su fin. En este contexto, la trama detectivesca encalla porque, de facto, jamás se esclareció el crimen y tampoco Gibson pretende saber quiénes fueron los culpables. Así, los diferentes datos, los muchos documentos, las sospechas, las referencias, los diferentes hilos argumentales quedan deslavazados, sin conjuntar, apenas esbozados, pareciendo la novela más un catálogo de informaciones sueltas que una trama hilada con un fin. Como no podía ser de otra manera, y dado que no hay solución al enigma histórico, el final de la novela es un tanto forzado aunque ahonda en el misterio que envolvió el magnicidio, dejando más interrogantes que respuestas.
 
Como crónica de viajes y costumbres, Gibson realiza un minucioso trabajo descriptivo de la atmósfera social y política de aquella época en Madrid y el suroeste de Andalucía, basado en un importante esfuerzo de documentación que logra un buen dibujo del maremágnum que supusieron aquellos años en una España plagada de facciones políticas, en que todos parecían estar contra todos. A veces puede parecer excesivamente prolijo porque el lector está esperando que prosiga la trama histórica y policiaca pero esta, como se ha señalado, no puede realmente avanzar porque el crimen jamás se aclaró ni hubo interés en aclararlo. Es entonces cuando La berlina de Prim se va demasiado por las ramas, hace excesivas regresiones (con apuntes que vuelven hasta los Reyes Católicos). La novela está poblada por numerosos personajes, con una España algo estereotipada en ocasiones y una prosa que se recrea en palabras que describen plantas y animales, así como utensilios, vehículos y elementos que ya han dejado de existir (por cierto, la denominación de “galerín” de un tipo de carruaje – entiendo que como diminutivo de galera- yo no la conozco ni he logrado encontrarla en el diccionario), insistiendo en incorporar a la novela muchos datos y hechos de manera un tanto forzada. Paralelamente, una historia de amor adúltero completa la necesaria dosis de sentimientos.
 
Con esta novela, Gibson ganó la XVII Edición del Premio Fernando Lara de Novela 2012.


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