26/12/13

Patinaje sobre hielo






En estas fechas, varios canales de televisión retransmiten campeonatos de patinaje artístico sobre hielo. Sentados frente a la pantalla, tratamos de distinguir qué es un doble axel, un levantamiento, un Lutz, un salto lanzado o un loop antes de que la comentarista – excelente-  nos lo aclare. Luego, los jueces, implacables, emiten sus calificaciones y todos hemos escuchado eso del nain point chu, nain point zri, nain point for.
Siempre me fijo en los concursos por parejas porque me recuerdan lo que somos. ¿Te has fijado? Los protagonistas no pueden ser más distintos, inusitadamente diferentes. Ellos, usualmente, son gigantones, lentos de giro y salto, fuertes, poco delicados en los gestos. Ellas, sutiles, frágiles, volátiles, medio metro más bajas que sus compañeros. Salen a la pista y, mientras calientan y comprueban el estado del hielo, parece que nada bueno puede salir de un conjunto tan disonante.
Suena la música, entonces, y surge un pequeño milagro. Juntos, deslizándose rápidos, crean la magia de la armonía, ella parece más alta y él más bajo, él deja de ser torpón, sus manos se convierten en las alas de ella que la hacen volar, rotar y elevarse al infinito. Las luces de los focos concentran su brillo en los patinadores, hay silencio en unas gradas que admiran el fluir de la pareja, su compenetración, su complicidad, su entendimiento. No son ya dos cuerpos, sino uno. Es el conjunto el que cuenta.
Estaba viendo un campeonato ahora. Ella con un vestido marfil, él de negro riguroso; Oblivion, el tango de Piazzola, llenando de ternura y delicadeza la atmósfera. He pensado que somos nosotros. Así somos nosotros, como patinadores en el hielo. Tan distintos, tú brillante, sensual, deslumbrante, capaz de gobernar el mundo, genuina, vivaracha  e inteligente. Yo, torpón, incapaz de moverme por la vida con agilidad, necesitado de ayuda para cumplir mis sueños, lento de reflejos. Juntos, somos más; juntos, creamos prodigios; tú vuelas más, yo me siento importante impulsándote; tú eres arabesco de luz, yo destaco con tu fulgor; tú guías, yo colaboro. Los focos del cosmos nos iluminan mientras nos deslizamos por la vida haciendo bello el camino. Al final, cuando el espectáculo acabe, el juez del más allá puntuará nuestro transitar por el mundo, si hemos patinado con la técnica adecuada, si lo hemos hecho con belleza artística. Te miro y sé que, gracias a ti, lograremos un nain point nain, nain point nain, ten.
 
 

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