Tigres de cristal, (Grijalbo, 2018), del catalán Toni Hill es una novela que intenta abordar demasiados temas en pocas páginas, una historia negra en el que se mezclan dos tramas paralelas, una en los años 70 del siglo pasado y otra en la actualidad. Y, en ese contexto, reflexiona especialmente sobre la amistad, que se mantiene a pesar de los avatares de la vida.
Siendo la historia de dos hombres, amigos de la infancia, que deben enfrentar tras muchos años un suceso que les cambió la vida, es también la historia del final del franquismo y de "Ciudad Satélite", en los suburbios humildes de Barcelona, una ciudad anexa a la capital de edificios colmena, donde Hill mezcla demasiadas ideas, desde el sindicalismo al acoso escolar, de las luchas obreras a la homofobia, desde el recuerdo de la televisión de aquellos años hasta las redes sociales actuales, de la xenofobia a la inmigración, de la discriminación por sexo hasta la pederastia. Conflictos sociales que quedan en meras anécdotas por abordar mucho en pocas páginas, y con ciertas dosis de moralina destinada a adolescentes. Lo mismo puede decirse del número de personajes, muy coral pero, en general, de paso por el libro.
Con todo, la novela se lee con facilidad y mantiene el interés del misterio que afectó a los dos personajes principales. La estructura es interesante con un narrador que, poco a poco, va dejándolo de serlo para convertirse en personaje clave. Muchos capítulos breves de 4 o 5 páginas.
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