La literatura digital puede de manera efectiva ampliar la forma en que se lee una novela recurriendo a la multiperspectiva, es decir permitir que el lector observe los caracteres y los hechos desde diversos puntos de vista.
Es bien conocido que el punto de vista es un elemento clave a la hora de lograr un impacto dramático, bien sea de los personajes o del conjunto de la historia. ¿Cómo percibe el lector a tal o cuál personaje? ¿ Cómo lograr que se sienta identificado con alguno de ellos? ¿Cómo conseguir que se involucre en los acontecimientos o, por el contrario, los vea desde la lejanía?
Las herramientas clásicas para conseguir uno u otro propósito son muchas, pudiendo destacar:
· Elegir el tiempo verbal en el que se narra la historia. La primera persona otorga cierta intimidad, da pie al monólogo reflexivo, permite un lenguaje directo, natural, familiar; hace del narrador el personaje principal puesto que es el que nos transmite la historia, describe los hechos y explica las reacciones de los personajes a través de sus propios ojos e interpretación. La segunda persona, difícil de plasmarse con maestría, hace sentirse al lector directamente involucrado, llamado a tomar partido, a decidir su opinión, a verse salpicado por la moral. La narración en tercera persona es la más habitual, la que pone distancia entre los hechos y el lector, situándole a este en una posición neutral, menos involucrada emocionalmente. Permite, asimismo, separar mejor las opiniones de los personajes con la del autor.
· Elección del tiempo histórico: los hechos ocurren en un determinado orden y, si no es así, se trata por lo general de flash backs claramente entendibles. Pueden narrarse hechos simultáneos pero no leerse simultáneamente. Es más, podemos leerlos todos aun cuando en la vida real si estamos en un lugar viendo algo no podemos estar en otro lado, viendo otra cosa.
· Elección de qué debe leerse: las novelas normalmente tienen un orden elegido y pensado a propósito por el escritor para mantener el interés y la intriga. Incluso esto ocurre en la escritura fragmentada donde debe existir un “orden desordenado” porque, de otro modo, la historia deja de ser interesante (pueden leerse al respecto las reflexiones sobre la necesidad de conseguir que la historia sea atractiva, por ejemplo en este enlace)
Lo cierto es que la mayoría de los relatos o las novelas se posicionan con bastante claridad en una perspectiva determinada. Son escasas las ocasiones en que se mezclan los tiempos verbales y, si lo hacen, quedan claramente diferenciados por capítulos. Es más una sucesión de estilos que una mezcla de estilos, de perspectivas. Igualmente, lo habitual es que haya un orden y es normal que las regresiones al pasado estén también ordenadas y claramente diferenciadas. Cuando hay varios personajes estos pueden tomar diferentes puntos de vista pero estos se leen sucesivamente, no ocurren –ante el lector- a la vez. Podemos leer lo que uno de esos caracteres piensa con un estado de ánimo diferente al que tengamos cuando, tras cierto tiempo y haber dejado el libro para dormir, continuemos leyendo.
Se puede percibir que existe una ruptura entre la forma de narrar y la vida real. En la vida real, los lectores (“lectores de la vida”) deben elegir vivir uno u otro hecho, su involucración en primera o tercera persona queda determinada por cómo afectan los sucesos a unos mismo, por el partido que se tome, se mezclan en tiempo real las reflexiones propias con las ajenas pero no podemos atender a todas a la vez, dependiendo de nuestra elección muchas informaciones y hechos se pierden.
La literatura digital permite acercar la forma narrativa a la realidad de la vida. Así, por ejemplo, es posible que cada personaje desarrolle su propia visión en modo simultáneo de modo que el lector se verá obligado a elegir cuál quiere seguir sabiendo que su elección determina qué conocerá y qué no conocerá, ya que mientras lee lo que le está acaeciendo a uno de los personajes no podrá leer lo que le está sucediendo a otro en ese mismo momento (excepto que estén juntos). Al terminar la novela, habrá sido el propio lector el que haya “construido” una perspectiva de la historia fruto de sus decisiones en cada momento. Y esto implica que podrá releer la misa historia muchas veces desde otros puntos de vista tan solo con tomar decisiones diferentes a medida que avanza en la lectura.
En el relato “Una contemporánea historia de Caldesa”, por ejemplo, hay cuatro personajes. En cada instante, a cada uno de ellos les está ocurriendo algo diferente o, si están juntos, están sintiendo los hechos que les ocurren de manera diferente. El lector puede elegir tomar la perspectiva de uno u otro pero, cuando lo hace, automáticamente pierde el punto de vista del otro y como la trama sucede en tiempo real, ya no podrá leerlo. Así, se irá posicionando emocional e intelectualmente al lado de uno, tomará partido moral por una perspectiva u otra. Sin embargo, si vuelve a releer la obra, es posible que cambie totalmente su perspectiva al optar por otras elecciones y poder leer- en el momento que ocurren- otras páginas.
La multiperspectiva simultánea es difícil de plasmar en un libro convencional. Las historias de “elija una opción” funcionan sólo si el lector es disciplinado y no vuelve atrás si no le gusta la elección tomada o, simplemente por curiosidad, quiere leer todo y se salta las instrucciones. Nadie puede evitarlo. El libro le permite hacer trampas, las páginas están ahí, presentes, impresas. Sin embargo, en la literatura digital, el efecto no permite atajos, no acepta trampas. Si el lector toma un camino, elige un personaje o se posiciona ante un evento, nunca podrá acceder a las otras perspectivas. Deberá reinicializar la lectura desde cero.
Además, como tampoco sabe cuántas tramas existen, siempre le quedará la duda de si ha leído el “libro completo”. Como en la vida.
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