Llamar libro a Carta a D., Historia de un amor de Andre Gorz (Ediciones Paidos, 2006), es seguramente excesivo. Exponerlo en las estanterías dedicadas a la filosofía es algo que autor nunca pretendió. A pesar de lograr que alcance las 100 páginas mediante el uso de letras grandes y papel en formato A6, es lo que su título dice. Una carta. Dirigida a la mujer amada. Sólo una carta. Pero es una extraordinaria y maravillosa carta de amor.
Se lee en media hora pero se recuerda una eternidad. A través de recuerdos de una vida en común, el autor hace patente su amor infinito por Dorine. No hace falta ningún lenguaje cuidado- aunque la maestría de Gorz hace que siempre lo sea-, ni poético – aunque la verdad sencilla y desnuda del amor declarado lo sea en sí mismo-, ni metafórico – aunque cada página hace soñar-, ni palabras escogidas ni sintaxis brillante. Es la constatación de que todo lo realizado en la vida, todos los ideales, todos los grandes logros y las grandes decepciones, los objetivos sociales, políticos, profesionales no significan nada y que lo único que realmente tiene importancia al acercarse al final, es el amor vivido, el dado y el recibido. Es la rendición total al mismo. Un amor que hace temblar todas nuestras convicciones. Gorz, filósofo poco dado a creer en el más allá y a la religión, espera que haya una segunda vida porque ello significaría poder vivirla eternamente con la amada elegida. Y, si para conseguir ese milagro, hay que renunciar a toda la filosofía, se renuncia.
El amor por encima de todo. Porque soy, si soy contigo. Porque quiero ser, si estás conmigo. Un amor que se redescubre, que renace (“Hace poco volví a enamorarme de ti”, dice Gorz a su esposa ya octogenaria), que es el motor de la existencia, que es -sobre todo- admiración por el otro. Pero es también un pesar. El arrepentimiento de no haber sido consciente de esa verdad antes (“¿Por qué estás tan poco presente en lo que he escrito si nuestra unión ha sido lo más importante de mi vida?”).
Andre Gorz ( su verdadero nombre era Gerhard Hirsch) se suicidó junto a su esposa Dorine Keir en Septiembre del 2007 cuando la enfermedad devoraba a la mujer. Los párrafos finales de esta carta son premonitorios.
Una joyita. El único "pero" es el exhorbitado precio de la carta en las librerías. Mas es un texto que atrae tanto que hasta pagamos la manifiesta usura.
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