Sus instrucciones eran acercarse sigilosamente. Si el enemigo descubría sus movimientos, todo estaría perdido. Además, no le quedaba mucho tiempo y el golpe de mano debía ser astuto y certero. El flanco derecho parecía aguantar bien pero el izquierdo estaba en claro peligro. El general del ejército contrario había trasladado a aquel sector gran parte de sus fuerzas y, poco a poco, iba ganando terreno. Aún así, confiaba en que su estratagema funcionara. Se la jugaba a una carta. O una gran victoria o una derrota total. Dejó que su ala izquierda cediera aún más y, tal como esperaba, sus contrarios lanzaron a gran parte de sus efectivos sobre un punto tan débil. Era el momento. O lo lograban ahora o todo estaría perdido. Su mejor unidad, que hasta entonces simulaba estar a la defensiva protegiendo el poderoso ataque sobre la izquierda, marchó a la carrera hacia adelante. Su oponente vio el primer movimiento con desconcierto, el segundo asalto con estupor y no pudo ya reaccionar. La dama se había situado en la diagonal y el destino estaba echado. Torre a siete alfil y Jaque Mate. Se estrecharon las manos.
22/4/09
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