Y al cabo, todo sigue igual.
Los mismos aviones, las mismas esperas en los aeropuertos,
las mismas comidas plastificadas y los mismos taxis.
Los mismos conserjes de sonrisa aprendida en los hoteles,
las camas todas iguales, solitarias. El mismo jet-lag,
los menús idénticos del servicio de habitaciones.
Al cabo, la misma rutina al llegar.
Encender el ordenador, batallar con la siempre difícil conexión,
bajar los mails y contestarlos, aburridamente, uno tras otro.
Las mismas reuniones, las mismas mentiras,
las mismas palabras vacías de siempre.
No, no todo es igual.
Muchas noches me despierto sobresaltado,
y a tientas palpo la mesilla buscando el móvil.
Cuando se ilumina, al contacto con mis dedos,
toda la angustia de tu ausencia sepulta mi alma
porque no está tu sms que antes me decía:
¿qué tal llegaste, mi amado?
porque no está tu sms que antes me decía:
¿qué tal llegaste, mi amado?
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