Genio musical, corazón romántico. La opus 98, A la amada lejana, compuesta en Abril de 1816, merece ser recordada hoy.
Me permito copiar una excelente traducción de Fernando García Pliego de esta obra magistral de Beethoven. Un fragmento, puede escucharse en este enlace.
1. Auf dem Hügel sitz ich spähend
Auf dem Hügel sitz ich spähend In das blaue Nebelland, Nach den fernen Triften sehend, Wo ich dich, Geliebte, fand. Weit bin ich von dir geschieden, Trennend liegen Berg und Tal Zwischen uns und unserm Frieden, Unserm Glück und unsrer Qual. Ach, den Blick kannst du nicht sehen, Der zu dir so glühend eilt, Und die Seufzer, sie verwehen In dem Raume, der uns teilt. Will denn nichts mehr zu dir dringen, Nichts der Liebe Bote sein? Singen will ich, Lieder singen, Die dir klagen meine Pein! Denn vor Liebesklang entweichet Jeder Raum und jede Zeit, Und ein liebend Herz erreichet Was ein liebend Herz geweiht! 2. Wo die Berge so blau Wo die Berge so blau Aus dem nebligen Grau Schauen herein, Wo die Sonne verglüht, Wo die Wolke umzieht, Möchte ich sein! Dort im ruhigen Tal Schweigen Schmerzen und Qual. Wo im Gestein Still die Primel dort sinnt, Weht so leise der Wind, Möchte ich sein! Hin zum sinnigen Wald Drängt mich Liebesgewalt, Innere Pein. Ach, mich zög's nicht von hier, Könnt ich, Traute, bei dir Ewiglich sein! 3. Leichte Segler in den Höhen Leichte Segler in den Höhen, Und du, Bächlein klein und schmal, Könnt mein Liebchen ihr erspähen, Grüßt sie mir viel tausendmal. Seht ihr, Wolken, sie dann gehen Sinnend in dem stillen Tal, Laßt mein Bild vor ihr entstehen In dem luft'gen Himmelssaal. Wird sie an den Büschen stehen, Die nun herbstlich falb und kahl. Klagt ihr, wie mir ist geschehen, Klagt ihr, Vöglein, meine Qual. Stille Weste, bringt im Wehen Hin zu meiner Herzenswahl Meine Seufzer, die vergehen Wie der Sonne letzter Strahl. Flüstr' ihr zu mein Liebesflehen, Laß sie, Bächlein klein und schmal, Treu in deinen Wogen sehen Meine Tränen ohne Zahl! 4. Diese Wolken in den Höhen Diese Wolken in den Höhen, Dieser Vöglein muntrer Zug, Werden dich, o Huldin, sehen. Nehmt mich mit im leichten Flug! Diese Weste werden spielen Scherzend dir um Wang' und Brust, In den seidnen Locken wühlen. Teilt ich mit euch diese Lust! Hin zu dir von jenen Hügeln Emsig dieses Bächlein eilt. Wird ihr Bild sich in dir spiegeln, Fließ zurück dann unverweilt! 5. Es kehret der Maien, es blühet die Au Es kehret der Maien, es blühet die Au, Die Lüfte, sie wehen so milde, so lau, Geschwätzig die Bäche nun rinnen. Die Schwalbe, die kehret zum wirtlichen Dach, Sie baut sich so emsig ihr bräutlich Gemach, Die Liebe soll wohnen da drinnen. Sie bringt sich geschäftig von kreuz und von quer Manch weicheres Stück zu dem Brautbett hieher, Manch wärmendes Stück für die Kleinen. Nun wohnen die Gatten beisammen so treu, Was Winter geschieden, verband nun der Mai, Was liebet, das weiß er zu einen. Es kehret der Maien, es blühet die Au. Die Lüfte, sie wehen so milde, so lau. Nur ich kann nicht ziehen von hinnen. Wenn alles, was liebet, der Frühling vereint, Nur unserer Liebe kein Frühling erscheint, Und Tränen sind all ihr Gewinnen. 6. Nimm sie hin denn, diese Lieder Nimm sie hin denn, diese Lieder, Die ich dir, Geliebte, sang, Singe die dann abends wieder Zu der Laute süßem Klang. Wenn das Dämmrungsrot dann zieht Nach dem stillen blauen See, Und sein letzter Strahl verglühet Hinter jener Bergeshöh; Und du singst, was ich gesungen, Was mir aus der vollen Brust ohne Kunstgepräng erklungen, Nur der Sehnsucht sich bewußt: Dann vor diesen Liedern weichet Was geschieden uns so weit, Und ein liebend Herz erreichet Was ein liebend Herz geweiht. | 1. Sobre la colina me siento, escrutando Sobre la colina tomo asiento, escrutando la azul y la brumosa tierra, hacia los lejanos pastos donde, amada, te encontré. Lejos, separado estoy de ti, colinas y valles median entre nosotros; entre nosotros y nuestra paz, nuestra felicidad y nuestro dolor. ¡Ah! No puedes ver mi mirada que hacia ti se dirige radiante; ni los suspiros, suspiros que remontan el espacio que nos separa. ¿No habrá nada capaz de alcanzarte, ningún mensajero de amor? ¡Cantaré, cantaré canciones que te hablen de mi sufrimiento! ¡Que el sonido del amor burle todo el espacio y el tiempo y el corazón que ama alcance aquello a lo que se ha consagrado! 2. Donde las montañas tan azules Desde donde las montañas tan azules, libres de la bruma gris, dirigen su mirada, desde donde muere el sol, desde donde las nubes circundan, ¡ojalá pudiera estar yo! Allí, en el tranquilo valle, el sufrimiento y la amargura se apagan. Desde la roca donde la primavera en calma medita y el viento sopla liviano, ¡ojalá pudiera estar yo! Hacia allí, hacia el sereno bosque, me empuja el poder del amor. Dolor interior. ¡Ah, él es quien no me deja moverme, cuando yo podría, querida, a tu lado estar eternamente! 3. Velos ligeros en las cumbres Ligeros navegantes de las cumbres, y tú, pequeño arroyo, menudo y estrecho, mi amada bien pudiera observaros, saludadla una y mil veces de mi parte. Id a verla, id hasta ella, nubes que en el silencioso valle meditáis, dejad que ante ella aparezca mi imagen en el vaporoso y celestial firmamento. Si cerca de los arbustos está, ahora que el otoño palidece y caen las hojas, lloradle lo que me está pasando, lloradle, pajarillos, mi sufrimiento. Silencioso viento de poniente, lleva hasta la que mi corazón ha elegido, mis suspiros, que se suceden como los últimos rayos de sol. Susúrrale los ruegos de mi amor. ¡Deja, pequeño arroyo, menudo y estrecho, que en tus olas vea mis lágrimas innumerables! 4. Estas nubes en las alturas Estas nubes en las alturas, estos pájaros que alegremente pasan, te verán, mi amada. ¡Llevadme en vuestro vuelo ligero! Estos vientos de poniente juguetearán contigo, sobre tu mejilla y tu seno, en tus rizos sedosos se internarán. ¡Compartiera con vosotros ese placer! Hasta ti, desde esta colina, el pequeño arroyo se apresura diligente. ¡Si tu imagen en él se refleja, que al instante la corriente invierta su sentido! 5. Mayo vuelve, el prado florece, Mayo vuelve, el prado florece, la brisa sopla suave, amable, ruidosamente corre ahora el arroyo. La golondrina, que regresa a su acogedor tejado, construye, afanosa, su cámara nupcial, el amor allí dentro morará. Diligente, de todas direcciones trae muchas piezas diminutas para el amoroso lecho, muchas cálidas piezas para los pequeños. Ahora la pareja vive fielmente unida, lo que el invierno separó, mayo lo ha unido, a los que aman sabe bien cómo unirlos. Mayo vuelve, el prado florece, la brisa sopla suave, amablemente, sólo yo no puedo escapar de aquí. Mientras todo ese amor la primavera une, sólo para nuestro amor no llega la primavera y las lágrimas son nuestro único consuelo. 6. Toma, pues, estas canciones Toma, pues, estas canciones, que para ti, mi amada, canto. Cántalas de nuevo al anochecer a los dulces sones del laúd. Cuando el rojo crepúsculo avance hacia el lago, sereno y azul, y los últimos rayos mueran tras la cumbre de aquella colina; Estarás cantando lo que yo he cantado, lo que yo, con todo mi corazón, he convertido ingenuamente en sonidos, consciente solamente de mis anhelos. Para que estas canciones venzan aquello que tanto nos separa, y un corazón que ama alcance aquello a lo que se ha consagrado |
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