Sé que estas acciones no gustan a los afectados. La verdad es que no lo lamento. Cada uno debe defenderse a sí mismo y eso, en ocasiones, conlleva daños indeseados pero necesarios para conseguir los objetivos. Si todos esos editores que me han rechazado se hubieran dignado leer mis novelas – con una sola que hubieran publicado me hubiera bastado- no tendría que recurrir a estos métodos.
He decidido invadir los blogs literarios que encuentro en la red. Y desde ellos, ya que las editoriales no me hacen aprecio, denunciar el que mi talento está desaprovechado y que el mundo está perdiendo obras de alto valor artístico. No ha sido fácil, no vaya a creer. He debido asistir a un aburrido curso de programación avanzada (y del que, lo reconozco, no he entendido casi nada) con el único fin de trabar amistad con alguien que me enseñara a inmiscuirme en blogs ajenos. En esto tuve suerte porque, en la clase a la que me asignaron, contacté con un chico que no tendría más de veinte años pero que era un consumado hacker. Él me ha instruido en lo que verdaderamente me importaba. Entrar en una página ajena, asaltarla con nocturnidad (porque sólo después de las doce mi conexión ofrece una velocidad aceptable) y postear mi queja. Pretendo plasmarla en diez mil blogs de todo el mundo para que el planeta conozca que a mí, Clodoveo Arístides Balmaseda (es un alias, por supuesto), poeta y escritor, se le ha vetado y se le ha ninguneado injustamente.
Ahora, querido propietario de este blog, le ha tocado a usted. No es el primero. No será el último. No intente rastrear mi IP. Me han enseñado a borrar las pistas. Eso sí, si algún día ve en su librería de barrio la novela “Asuntos de Malpensa”, cómprelo. Es una novela fantástica que le emocionará. Es mía.
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