Claudia, un personaje imaginario, es el destinatario de reflexiones en forma de carta que conforman un tratado de autoayuda donde se exploran los sentimientos, el amor, las dudas sicológicas y las ganas de vivir.
En muchas ocasiones es un cajón de sastre anárquico en donde entra de todo, desde historias emotivas a ejercicios gestálticos. Con una visión idílica del hombre, seguramente demasiado bucólica. Y con quizá demasiada dosis de espiritualidad. Pero, sin entrar en su valor real psicológico, se lee con agrado y no cabe duda que ha ayudado a muchas personas.
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