14/5/13

Saber la respuesta





El día ha sido pesado con problemas en el trabajo. Casi no he respirado atendiendo a unos y a otros, tomando decisiones, aconsejando cursos de acción o discutiendo alternativas. Me he marchado a las seis junto a dos compañeros, debatiendo sobre qué hacer mañana con ese pedido dichoso que no sale. Me han halagado al decirme que menos mal que tengo experiencia y bemoles para lidiar con estos problemas.
Vuelvo a casa, enciendo el ordenador y tengo bastantes mails acumulados. Me preparo un sándwich vegetal mientras los correos van bajando. Conecto el twitter y el Facebook y veo que la panda ha estado activa hoy. ¿Vendrás el sábado?, no nos falles- ha escrito Rosa. Sí, iré, me apetece. Paseo por la costa, cena y varios gin tonics que deberán caer. Tienes que venir, sin ti la cosa no es igual, qué galante ha sido Teresa. Igual, hay opciones.
Ya he contestado todas las urgencias y he terminado de chatear en Facebook. Estaba gracioso Txus esta noche, yo no me he quedado atrás, lo hemos pasado bien. También los colegas han insistido en que me acerque el sábado.  Hora de ir a la cama. Apago la luz y, aunque pongo la radio para que el ronroneo de una tertulia económica me adormezca, no logro conciliar el sueño. Está oscuro, apenas dos reflejos amarillentos de las farolas lejanas en el cristal. Ni siquiera hay luna. Sé que la inquietud no es fruto del trabajo ni del cansancio. ¿Me echaría alguien de menos si no estuviese ya aquí? Lo que no me deja dormir es saber perfectamente cuál es la respuesta.
 
 
 

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