31/8/18

Round






Round de Nick Montfort es un poema digital que, sin permitir interacción alguna, va mostrándose en pantalla, una palabra cada cierto tiempo. Sin límite, sin final. No siempre el texto tiene sentido ni literariamente tiene valía alguna.

Lo interesante del trabajo está en cómo se crean estos interminables versos. El programa se basa en los dígitos del número PI. Para cada cifra hay una o varias palabras asociadas. Dispone de un algoritmo que va calculando la siguiente cifra de PI y, como a medida que las cifras van aumentando el tiempo de cálculo es mayor y mayor, el poema se va ralentizando y con él todas las tareas del ordenador lo que, aparte de la curiosidad, llevará a la desesperación a más de un usuario.

Puede leerse dese este enlace.




30/8/18

Novelling







Novelling, de Will Luers, Hazel Smith y Roger Dean es una novela digital que crea las frases por combinación automática recombinando párrafos de un amplio corpus de textos de los siglos XIX y XX. A su vez, estos textos se amplían con sonidos, imágenes y vídeos mientras se maquetan on-time. Esta maquetación es también generada automáticamente y cambia cada 30 segundos (o cuando el lector lo desee)  en ciclos que duran hasta 6 minutos.

Cuatro personajes que, exiliados de sus textos naturales, deambulan por otros textos que se van generando y que les arrastran.

Programado en HTLM5 y JavaScript. La obra fue creada en el año 2016.

Está disponible en este enlace.











29/8/18

Las palabras primas


Las palabras primas, (Páginas de Espuma, 2018), de Fernando Iwasaki es un ensayo sobre el idioma y cómo este se diferencia entre España y América hispanohablante. Es un compendio de charlas dadas por el escritor, siempre rigurosas y justas, pero aderezadas con dosis de cercanía y llaneza, y un sano sentido del humor que hace muy amena la lectura. Muestra un conocimiento muy alto de los modismos y dichos tanto peninsulares como americanos y hace un amplio recorrido desde el Siglo de Oro hasta nuestros días. No cabe duda que bajo la amigable y sencilla forma de contar, hay una gran labor de análisis y muchas horas de archivo.

Con él, aprendemos los avatares de palabras como ahorita, malarrabia, sarasa, chévere, jamacuco, guayabera, gamborimbo o cantinflear. O nos enteramos de que fandango proviene, en realidad, de África y de los esclavos llevados a América. Cierra con un capítulo dedicado a la palabra polla y su devenir desde que se usara en "el juego del hombre", en el siglo XVI.

Este libro ha sido galardonado con el IV Premio Málaga de Ensayo de este año.






Remembering the Deads





Remembering the Dead, de John Barber es un trabajo digital, que no literario, en el que uno a uno van apareciendo y se verbalizan los nombres de todos los muertos habidos en Irlanda del Norte durante la época de terrorismo, conflicto y luchas denominada The Troubles. Más de 3600 personas asesinadas. Los nombres van apareciendo en el centro de la pantalla, al tanto que la misma se va llenando con ellos como los campos de tumbas de los cementerios de la primera guerra mundial.

Puede escucharse/leerse desde este enlace.





28/8/18

iStorm





iStorm es un libro de realidad aumentada en el que, como es normal en este tipo de volúmenes, puede enfocarse una tableta o un teléfono móvil hacia las páginas de papel y, en función de los códigos que la cámara detecte, se dispararán animaciones en la pantalla.

En este caso se trata de un libro destinado a los más jóvenes con el que pueden aprender sobre terremotos, tornados, maremotos y grandes tormentas. 

Puede adquirirse desde Amazon.




br>

27/8/18

Inventing America




Inventing America, de Roi Ley al frente de un amplio equipo de artistas, es una aplicación narrativa de Realidad Aumentada en la que el usuario se sumerge en la historia de Nueva York, en concreto en Governor's Island. Enfocando la tableta sobre el terreno, se nos muestran en pantalla animaciones con sus diálogos de escenas que pudieron haber sucedido en el siglo XVII cuando se establecían los primeros colonos. Historias, pues, que se muestran sobre el terreno.

Más información en este enlace.

Actualmente está disponible solamente la versión beta.




26/8/18

Investigaciones postgrado en literatura digital






Hasta el 3 de septiembre, está abierta la convocatoria para realizar investigaciones de postgrado en el ámbito de la literatura digital. En concreto, se convoca a investigadores de postgrado a presentar proyectos de tesis para ser realizados en el marco del proyecto Fondecyt regular  Nº 1180771 “Cartografía crítica de la literatura digital latinoamericana”, coordinado por Carolina Gainza y Carolina Zúñiga,  en la Universidad Diego Portales. Los investigadores seleccionados se integrarán al trabajo del equipo de manera permanente hasta concluir su proceso de tesis. El proyecto seleccionado recibirá una remuneración por su aporte al proyecto.

Las tesis se centrarán en literatura digital y métodos en las humanidades digitales y en formas de archivo y preservación en la era digital.

Más información en este enlace.




25/8/18

InstaNovels




InstaNovels es una propuesta de la Biblioteca de Nueva York, la "The New York Public Library" para hacer más accesibles y fáciles de leer a los jóvenes, diversos títulos clásicos. Para lograrlo usan la plataforma Instagram Stories que permite crear pequeños vídeos. En este caso, el vídeo muestra el texto del libro a promover junto a algunas imágenes o animaciones.

Nada nuevo bajo el sol. Hace muchos años, me encantaban las novelas ilustradas en papel, una página con el texto, otra con el cómic. Sólo ha cambiado el soporte.



Puede accederse a las InstaNovels desde la web de la Biblioteca o desde Instagram Stories.


24/8/18

Anatomía en libro de realidad aumentada






La Encyclopedia of Human Body de la firma Play&Study es un breve manual de anatomía destinado a niños y adolescentes en el que, mediante técnicas de realidad aumentada, se añaden animaciones y vídeos que muestran partes del cuerpo humano con detalle y explicaciones visuales muy atractivas. En las páginas del libro existen códigos QR que detectados por una tablet permiten que se auto disparen esos contenidos adicionales en pantalla, superponiéndose al texto en papel.

Puede adquirirse en la web del creador.





23/8/18

Sin diálogos






Comenzó a escribir de adolescente, en parte por el influjo del hermano Efrén, el salesiano que en clase de literatura de sexto les pedía una redacción cada viernes y, en parte, porque comprobó que sus cuentos y sus ripios tenían cierta influencia en Nuria, quince años, alumna del María de la Asunción, al otro lado del barrio. Ahora, ya de viejo, pensaba que la hubiera amado siempre si es que ella, finalmente, no hubiera preferido tontear con un imbécil, jugador del equipo de balonmano del colegio qué tenía gran éxito entre las jovencitas. El caso es que se lio con el otro chicho y a él le quedó la afición a las letras, en parte por rutina, en parte como despecho pues no fueron pocas las cuartillas que llenó despotricando contra su perdido amor.

La vida le dio un trabajo que le permitió costearse casa, coche, vacaciones, muchas cajetillas de tabaco, algún que otro brandy, y unos cuantos vicios, pero no le fueron concedidos ni esposa ni hijos, algo que le atormentó bastantes años hasta que, cumplidos ya los cincuenta, simplemente se olvidó de ello.

A ratos libres había continuado escribiendo toda su vida. Decenas de relatos, cuatro novelas y dos poemarios que revisaba una y otra vez. Fueron muchas las veces que intentó publicar cualquiera de sus trabajos y, aparte de un premio literario de un pequeño pueblo de Castellón dotado con 400 pesetas de premio, nunca consiguió que su literatura viera la luz. Si de algo podía vanagloriarse, no obstante, era de su perseverancia. Tras tantos fracasos, cualquier otro hubiese concluido que o bien no tenía suerte o bien sus escritos no poseían la calidad suficiente para merecer la atención de una editorial. Él no, él se había mantenido optimista y enviaba una y otra vez, siempre en muy bien embaladas carpetas, sus manuscritos a los editores obteniendo, en el mejor de los casos, una carta de agradecimiento o una políticamente correcta negativa.

Fue el diez de agosto, lo recordaba bien, cuando notó por primera vez aquel extraño evento. Fiel a su vida, pensó en enviar el original de su novela “Las dudas del pulpo” (una historia sobre un misógino, experto en inventar razones que justificaban su escasa empatía social) a una nueva editorial, “Serrano Hermanos Pub.” de la que no había oído hablar con anterioridad. Como siempre que lo intentaba, comenzó a releer el texto. Siempre corregía algún detalle, modificaba alguna frase o adecuaba un párrafo al habla actual porque con el paso de los años algunas expresiones sonaban en desuso. Hacia la décima página, donde los diálogos entre dos de los protagonistas comenzaban, se sobresaltó. Faltaba una línea de cada dos como media, había espacios en blanco, como si alguien hubiera borrado frases. Tras el sobresalto inicial se percató de que lo que había desaparecido era el diálogo de uno de los personajes, en concreto el de Adela. Voló sobre el resto de páginas y en todas las partes sucedía lo mismo. Adela había desaparecido. Intentó recordar si, en algún anterior intento de publicación, había comenzado a borrar ese diálogo para sustituirlo por otro más imaginativo pero se convenció de que nunca había hecho eso y, además, los espacios estaban pulcramente en blanco, sin borrones ni marcas, como si nunca hubiesen sido escritos. Pensó, como única solución posible, en un boicot o una broma pesada pero en aquel apartamento entraban sólo él y la señora Eugenia, la asistenta que le limpiaba el piso dos días por semana y que, amén de estar fuera de toda sospecha, no sería capaz siquiera de imaginar este tipo de chanzas. Era extraño, muy extraño, y lo peor era que no recordaba los diálogos de Adela. No tenía copias guardadas. Si quería rehacer la novela debería llamar a alguna de las editoriales y rogarles que le reenviaran la prueba pero estaba convencido que sería improbable conseguirlo porque destruían sistemáticamente el material no seleccionado. A medio camino entre el temor y la rabia, aquella noche apenas durmió.

Durante las semanas siguientes, con paciencia, fue reescribiendo nuevos diálogos. Sin duda, eran distintos a los originales que apenas recordaba pero valiéndose de contexto y de las respuestas o preguntas de los otros personajes, llegó a escribir algo que le pareció aceptable.

Pasadas las navidades, su corazón dio un vuelco. Casi por casualidad, volvió a tomar la novela y comprobó estupefacto que el diálogo de Adela había vuelto a desaparecer. Presa del nerviosismo y de la incertidumbre, tomó de los cajones las otras novelas y los cuentos. En la mayoría de ellos faltaban diálogos. No era sólo Adela en “Las dudas del pulpo”. Faltaban también los de Manuel en “Sobre la ciudad que habito”; Rufino y Engracia en “Cuando fuimos emigrantes” (y hay que decir que en este caso, la ruina era total porque el diálogo de ambos protagonistas representaba más del sesenta por ciento del texto); John Gardson en “El rastro de sangre que no existió”, el thriller del que tan orgulloso estaba, así como los de muchos caracteres en varios de sus relatos.

Dejó caer el pitillo que llevaba entre sus manos temblorosas y, al ver que comenzaba a ennegrecer la alfombra, lo apagó con su pie. Aquello no podía estar ocurriendo. No era él hombre dado a creer en fantasmas o efectos paranormales. Allí había algún infecto ser (curiosamente, su mente enfocó el rostro del defensa de balonmano que le había robado a Nuria; lo que son las cosas del subconsciente) que le estaba gastando una broma o que se estaba vengando por algo que desconocía. Pensó en llamar a la policía pero, tras unos minutos, abandonó la idea. Podía imaginar la cara de los agentes al escuchar que un tipo decía que sus novelas sufrían una especie de poltergeist en sus párrafos. Le tomarían por loco de remate y, si acaso lograba interponer le denuncia, no sería investigada. No, debía descubrir el origen de aquella farsa él mismo. Cómo, no lo sabía. Se sentó en el sillón de la esquina, bajo la lámpara de pie y el retrato de su bisabuelo Germán y esperó a que las ideas le llegaran, como cuando quería escribir. Quizá un médico, un psiquiatra, debería ayudarle. - pensó.

No fueron horas de musas benefactoras y poco se le ocurrió, pero llegó a la conclusión de que si alguien estaba jugueteando con sus obras debía hacerlo cuando él no estaba en casa. No parecía que borraran nada, así que probablemente hacían una copia de sus escritos, la pasaban al ordenador y luego la editaban para suprimir los diálogos. Sí, era una pesada encerrona de alguien, aunque no llegaba a imaginar quién pudiera ser tan infame.

Dio comienzo a su plan el último día de enero. Como cada día, fingió salir a pasear a la hora habitual pero, en vez de hacerlo, volvió a entrar por el garaje. Se escondió tras el cortinón del balcón y esperó. Sabía que debía tener paciencia y que aquellas intromisiones debían ser esporádicas. Aquella mañana nada ocurrió pero él perseveró y repitió la acción cada mañana.

Ocho días después, medio adormilado tras las cortinas, sintió un movimiento que no supo ubicar. Miró discretamente y no vio nada cerca de la puerta ni de las ventanas. Escuchó con más atención y el murmullo se repitió. Alguien hablaba. Era un hombre y aunque lo hacía en muy baja voz, estaba seguro de que alguien había entrado en la habitación. Tuvo miedo porque debía tratarse de un profesional que se había colado en la estancia de tan sigilosa forma.

Afinó el oído intentando entender qué decía aunque le parecía extraño que un delincuente se pusiera a hablar en medio de un atraco. Quizá pedía instrucciones por teléfono a otro compinche.

-        No puedo seguir así. Me voy – atinó, por fin, a escuchar.

 En un arranque de valor que le desconcertó porque no era él precisamente un hombre decidido, salió de detrás de su escondite y se plantó en medio de la sala. Quedó mudo de asombro. Allí, junto al escritorio, había una presencia, que más que ser de carne y hueso, parecía uno de esos hologramas que salen en los cines, un tipo joven vestido a la usanza de los neoyorkinos de los años cincuenta, sombrero a lo Sinatra y pantalones anchos con vuelta en el dobladillo.

-        ¿Quién eres? – notó que su miedo era compartido por el ser que, también temblaba.

Pasaron unos largos segundos hasta que aquella cosa, espíritu o muerto redivivo, contestó:

-        Lo siento. No queríamos hacerte esto. Pero, compréndelo… tantos años.

En su mente comenzó a abrirse una idea, alocada, imposible, estrafalaria. Aquel hombre, o cosa, o espectro, o muerto redivivo, se parecía extraordinariamente a Hugh Anderson, el periodista que ayudaba al detective Gardson en “El rastro de sangre que no existió”. Sí, lo recordaba bien. El mismo sombrero, la misma expresión infantil que tan bien había logrado describir en el capítulo sexto, el mismo traje, su mano en el bolsillo aun cuando la situación no era para tenerla allá, su dudar pusilánime.

-        ¿Anderson? – titubeó.

-        Yo mismo. – el espectro, o cosa, o muerto redivivo, pareció tranquilizarse al ver que era reconocido.

-        ¿Hugh Anderson? ¿Mi personaje?

-        Sí, yo soy. Y aprovecho para darte las gracias por haberme creado.

Se dio la vuelta esperando que desapareciera aquella cosa, o muerto redivivo, o espíritu, y que todo fuese un sueño. Quizá habían llenado el ambiente con alguna sustancia alucinógena. Abrió la ventana en un reflejo instintivo. Pero allá seguí la cosa.

-        Entiendo que estés desconcertado. Pero es que no podemos perder más nuestra vida.

-        ¿Perder vuestra vida? ¿qué vida? ¡No existes! – le gritó más por dominar sus nervios que por ira.

-        ¿Te parece que nos sentemos?

Comenzaba a entrar en el juego, como si la cosa fuese una persona real. Apenas ya veía la luz cenicienta que rodeaba la figura. Se sentó sin dejar de mirar al espectro.

-        Hemos intentado que no te dieras cuenta pero han sido tantas las deserciones que, al final, no ha podido ser. Y, no creas, lo sentimos de veras. Al cabo, tú nos has creado y te debemos gratitud pero también tenemos derecho a vivir nuestra vida.

-        De locos, esto es de locos- le interrumpió-. Me estoy volviendo loco. Eso es, he comido algo mal que me afecta al entendimiento. O, qué se yo, quizá padezco la misma enfermedad que mi abuela materna, que acabó la pobre en un manicomio.

-        No, no estás loco. Deja que te explique- la figura se acercó al bar, llenó una copa con brandy y se la dejó en la mesita-, anda, bebe mientras te explico.

Aceptó sumisamente la propuesta y lo cierto es que el licor le tranquilizó.

-        Tú has creado tus novelas, han salido de tu cerebro y nosotros somos, digámoslo así, tus hijos. Sin ti, no seriamos. He de decirte que todos nosotros te estamos agradecidos y que pensamos que eres un excelente escritor a pesar de que no hayas, que no hayamos tenido suerte.

Aquellas palabras le agradaron y le convencieron de que todo eran alucinaciones de su propia mente. Tras tantos años de rechazo por parte de las editoriales, sólo el mismo podía pensar que era un buen escritor.

El personaje prosiguió:

-        Sí, los escritores nos creáis a los personajes y nosotros llegamos al mundo decididos a vivir plenamente la vida que habéis imaginado para nosotros, sea esta cual sea. De héroe o asesino, bueno o malo, valiente o cobarde, tanto da, deseamos ser y ejercer como nos habéis pensado. Yo mismo, por ejemplo, anhelo ser ese periodista tímido y débil que, por el azar del mundo, vive intensas aventuras junto al inspector Gardson.

-        Cuyos diálogos han desaparecido también- terció, antes de beber otro sorbo de brandy.

-        Por la misma razón. Porque él estaba también deseando vivir las aventuras que tú imaginaste.

-        Pero, ¿qué sandeces dices? ¿Cómo va a vivir un personaje la vida? Tú estás aquí, en esta aburrida ciudad de provincias, no en el Nueva York de los años cincuenta.

-        Y por eso me atormento. Porque yo nací para ser neoyorkino, para detener al clan de los Hooffman, para que me hieran en el hombro mientras ayudo a Gardson. Justo como tú lo imagínate. Justo y exactamente así. Y, si así no puede ser, lo más parecido posible. Y si no es posible que sea parecido, cualquier historia al menos. Pero, ser.

-        Aire, necesito aire. Aquí hay opio o alguna droga- se levantó y abrió el ventanal.

-        Los escritores no sois conscientes de ello – prosiguió la figura- pero los personajes que creáis estamos obligados a vivir las cuitas para las que hemos sido creados y sólo podemos hacerlo en la mente y la imaginación de los lectores. Cada vez que alguien lee el texto, cada vez que nos piensa, que nos ve en su cabeza, vivimos y cumplimos con nuestra tarea en el mundo y la historia. Y, para eso, debes comprenderlo, tenemos que estar accesibles a los lectores, estar en las bibliotecas, en las librerías, qué sé yo, en los ordenadores de mucha gente. Tenemos que ser leídos, imperativamente, necesariamente.

Comenzaba a caer la tarde y las ventanas de los edificios comenzaban a pintarse con cuadraditos de luz. Llovería, la humedad era evidente.

-        ¿Pero qué nos ha ocurrido a nosotros? Nunca has publicado. Ciertamente, no por falta de valía. Ha sido sólo mala suerte o que no has logrado ningún enchufe en las editoriales porque en esto, como en todo, las amistades y estar en el sitio adecuado cuentan mucho. Hemos sido pacientes, hemos esperado durante años, encerrados en esos originales. Cada vez que nos enviabas a un concurso o a una empresa, nos llenábamos de ilusión, de esperanza pero, para tu desgracia y nuestro pesar, nunca acabamos de nacer, de salir al mundo. Nos sentíamos muertos en vida, presos sin barrotes, exiliados en lo desconocido.

Un día, uno de nosotros ya no pudo aguantarlo más y escapó. Sería complicado explicarte los detalles técnicos pero es posible hacerlo, los personajes podemos salirnos del libro que nos contiene, escapar a otro texto, saltar a la imaginación de otro escritor. Porque, como tú, como todos, necesitamos vivir. Lamentablemente, al hacerlo, desaparecemos de donde estábamos. Al igual que sucede con los seres de carne y hueso, no podemos estar en dos sitios a la vez. Mira Gardson, por ejemplo, ahora ejerce de inspector jefe en la comisaria de Hollow Square, en un caso de corrupción de funcionarios. Una novela de un tal Iñaki Otxotorena, una nueva promesa según dicen. Gardson me asegura que él prefiere “El rastro de sangre que no existió”, más intriga, más tensión narrativa, pero tiene que vivir, tiene que realizarse como personaje, y menos da estar encerrado en un libro que no lee nadie.

-        No sé si estoy loco o los locos sois vosotros. – cerró la ventana, resignado a escuchar toda aquella extravagancia.

-        O Rufino y Engracia. No pudieron emigrar en la imaginación de tus lectores pero lo han hecho en la obra de otro escritor, un hondureño afincado en Galicia. Han cumplido con su destino, emigrando a Argentina en una historia de afrentas familiares y herencias mal repartidas. Y, a pesar de que hubiesen preferido realizarse en tu “Cuando fuimos emigrantes”, en esa Francia del sur que tan bien describías, han tenido que quedarse con lo que la vida les ha dado tras huir de tu novela, porque ya no podían aguantar más ese quedarse en la nada del anonimato.

-        ¿Y tú? – le miró fijamente, con tristeza.

-        Me voy también. A lo desconocido. Créeme cuando te digo que no tengo nada aún. Me han hablado de una novela de periodistas en una guerra africana. Un papel secundario, nada semejante al protagonismo que tú habías creado para mí, pero más vale un cameo en una novela publicada que un papel estelar en un libro desconocido. ¿Nos entiendes? Al menos, perdónanos y sabe que te estaremos siempre agradecidos por habernos imaginado.

Se despertó bañado en sudor. El salón estaba como de costumbre. Se alivió, pensó que todo había sido un sueño pero al ver la copa de brandy vacía y sus novelas abiertas sobre el escritorio, supo que había sido real. Se levantó lentamente y observó las páginas. Había ya más zonas en blanco que escritas.

Sonrió. Se sentía tranquilo, contento. No había conseguido publicar pero sus personajes vivían y sentían, anhelaban y serían eternos.

Se sirvió otra copa y se acercó a la ventana. Era noche cerrada. Vio que eran más de las tres de la madrugada y las fachadas de los edificios estaban oscuras. Abajo, una farola amarillenta alumbraba la esquina. Una mujer le miraba y se saludó con la mano. Por sus vestidos y su forma de hacerlo, supo que era Adela. Le saludó y le lanzó un beso, deseándole lo mejor.



The King of the Golden River




Basado en el cuento The King of the Golden River or The Black Brothers: A Legend of Stiria que John Ruskin escribiera en 1841 para la niña Euphemia Gray (más tarde, esta se convertiría en su esposa), The King of the Golden River , es un resumen interactivo que se presenta tanto para plataformas Android como para Ipad. Puede elegirse entre tres idiomas: inglés, español y portugués.

A la habitual combinación de textos y animaciones se unen sonidos y juegos que se pueden desarrollar en medio de la lectura.

Puede adquirirse en este enlace.




22/8/18

VI Congreso del Libro electrónico en Barbastro



Entre el 7 y 9 de noviembre se celebrará en Barbastro el VI Congreso del Libro Electrónico que acogerá a expertos y profesionales del sector para debatir y analizar la situación actual del libro electrónico, sus aplicaciones y la industria en torno a él.

La sesiones tendrán lugar en la sede de la UNED de Barbastro. 

Este año, el congreso acogerá a Colombia como país invitado y sus profesionales mostrarán el estado de situación del libro electrónico en aquel país.

Más información en este enlace.


Cadáveres exquisitos digitales




Una de las primeras aplicaciones de los ordenadores a la literatura digital fue el programar "cadáveres exquisitos" en BASIC, el topoderoso lenguaje de aquella época (y, echado de menos).

Aún quedan programas de aquellos que funcionan en simuladores de intérpretes BASIC. Uno de ellos, originalmente en francés, es el de Philippe Henry que ha sido traducido al inglés por Montfort.

Puede verse en este enlace. Las frases que genera hacen referencia al mundo de los años 80, hoy desaparecido en gran parte.


21/8/18

Timetraveller





Timetraveller, del artista multimedia Skawennati Tricia Fragnito, de la etnia Mohawk, ha creado esta obra en la que un supuesto indio Mohawk del futuro es capaz de viajar al pasado para ver en directo eventos de su pueblo. Al estilo de la holosala, mediante unas gafas puede ver - y con él, el lector- una imagen tridimensional en 360º en la que se narran los hechos. Hay ya varios episodios desarrollados.

La web de Timetraveller puede verse en este enlace y hay varios vídeos recreando episodios, como, por ejemplo, este:




20/8/18

Última muerte





Marinero, marinero,
eras río, ya eres mar.
No sé a qué tono cantar
para ser más verdadero;
que si al compás de tu muerte
nace la paz, sea más fuerte
mi dicha que mi pesar.
No sé si cantar tu muerte
o si la vida llorar.


Manuel Altolaguirre


17/8/18

The Winnipeg



The Winnipeg, de María Mencía, es una obra digital (que puede leerse en tres idiomas, inglés, español y francés) acerca de 2200 exiliados republicanos españoles que, tras la guerra civil, fueron internados en campos de concentración por los franceses y que, con ayuda de Pablo Neruda, consiguieron embarcarse en el Winnipeg, un barco francés que los llevó hasta Valparaiso.

El trabajo, impecablemente diseñado en lo estético, auna historia con una narrativa interactiva ya que es posible que los lectores envíen sus propias historias o informaciones (siempre que estén relacionadas con la travesía del Winnipeg o las vivencias de los exiliados) y, con estos textos, se forman frases que se componen y recomponen sobre el Atlántico con diferentes ampliaciones según cómo interaccione el lector.

La programación es de Alexandre Dupuis.

Puede leerse desde este enlace.









16/8/18

Dear David



Dear David, de Adam Ellis, es una twitter-historia sobre un niño fantasma que aterroriza el apartamento del escritor. Originalmente desarrollada en 2017 como serie de mensajes en la red social, puede leerse ahora en Wakelet.

La historia combina textos con videoclips e imágenes que refuerzan la sensación de realismo.

Puede accederse al trabajo desde este enlace.


8/8/18

Taller de creación de libros digitales interactivos





Del 20 al 24 de este mes se celebrará en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo el curso Taller de creación de libros digitales interactivos en el que los asistentes conocerán la teoría y la práctica de la creación de libros electrónicos interactivos. Un curso de 30 horas.

El programa es:

1. Parte teórica:  El libro electrónico como producto comercial.
2. Parte teórica:¿Qué puede aportar el formato digital a la creación literaria?
3. Taller: Hacer un libro electrónico sencillo con texto corrido e imágenes en formato ePub2
4. Taller:  Maquetación fija: libros en los que todo está en su sitio para que pueda moverse
5. Taller:  Características del formato ePub3: aprovechar la semántica
6. Taller:  Uso de HTML5 para estructurar nuestro contenido
7. Taller:  Diseñar y animar  con CSS3
8. Taller:  Interactividad: uso de librerías javascript en nuestros libros
9. Taller:  Uso de Adobe inDesign para crear libros interactivos


Más información en este enlace.



7/8/18

Twitter-relato





Modesto García (Mr.Brightside, en twiter) ha creado durante las últimas semanas un relato en twitter, una historia policiaca en el que una supuesta persona va contando a la red - y a la policía- cómo el aparente suicidio de un tal Jorge ha sido en realidad una historia de malos amores acabada con un asesinato.

Para dar realismo a la historia, se añaden perfiles falsos, fotos, mapas, mensajes, etc. La propia entrega de los tuits, uno a uno, como en un folletín por capítulos, mantiene la intriga y la tensión. Incluso la Policía Nacional ha entrado al juego contestando a los tuits ficticios de la narración, lo que da prueba de su interactividad.

Ha ganado el primer premio, en la categoría ficción, del certamen Feria del Hilo al que se han presentado 500 trabajos este año. En el jurado estaba Manuel Bartual que hace unos meses tuvo notable éxito con una narración vía Twitter

Puede leerse el hilo en este enlace.




5/8/18

Proust_unlimited





Proust_unlimited, de Tom Lebrun, es un sistema de generación de texto basado en redes neuronales. Primero, se enseña a la red una multitud de textos de un autor, en este caso, Proust, para que, posteriormente, pueda generar textos similares, bien combinaciones de otros o nuevos basados en el estilo aprendido. Para este ejemplo, la red ha aprendido con textos de La Recherche du temps perdu del autor francés.

El corazón del generador es el sistema denominado Docker.

La página de la aplicación en este enlace

2/8/18

Por qué




Antes, y son tantos años, me preguntaba
por qué te llevaron,
por qué te marchaste.

Hoy, ya no.

Hoy me pregunto
por qué me dejaron
por qué yo no voy.