31/12/11

Textnovel



Se ha hablado ya en el pasado en Biblumliteraria de la literatura digital que se lee por teléfonos móviles (por ejemplo, aquí y aquí) . Textnovel es un portal, una red social especializada que está dedicada precisamente a recolectar y servir novelas o textos destinados a ser leídos en teléfonos móviles. Cierto que los avances de estos últimos años en lo que respecta a estos aparatos, permiten ahora una calidad de lectura y de creación mucho mayor que antes. Texnovel permite que los autores creen historias o folletines on-line, que inviten a amigos o conocidos a leerlos o a votar por ellos, ir añadiendo nuevos capítulos con el tiempo, etc. Y los lectores pueden acceder a un gran número de estos contenidos accediendo a la red social. Requiere darse de alta.



30/12/11

Tailspin



Tailspin de Christine Willis (otro de sus trabajos, Fitting the pattern, fue comentado en este enlace) es un relato digital programado en Flash que narra las relaciones familiares en el entorno de la guerra mundial y en el que lector debe ir descubriendo los párrafos que componen la historia poco a poco, con enlaces escondidos en espirales que giran. A medida que se descubren, se añaden sonidos y gráficos- deliberadamente simples e ingenuos- que conforman una atmósfera global para la narración. Con cada “capítulo” completado, se salta al siguiente que es otra pantalla con enlaces por descubrir.  Hay un contador de avance en una de las esquinas.

29/12/11

Enter:in 'Wodies


Enter:in ‘Wodies de Zuzana Husárová es un poema interactivo textual y visual que se ejecuta sobre una pantalla que, mediante cámaras, interacciona con los movimientos del sujeto. Utiliza, para ello, la tecnología Kinect. El lector se introduce dentro de un personaje y debe explorar sus órganos internos para ir descubriendo el poema. Para lograrlo, el lector no puede permanecer pasivo sino que debe mover sus manos e ir descubriendo el texto oculto. Todo ello, en una atmósfera onírica enfatizada por sonidos, música e imágenes. Sólo puede salirse del personaje virtual una vez que se ha descubierto y leído todo el poema. La programación ha corrido a cargo de Ľubomír Panák.



Samsung lanza un portal de selección de libros digitales


Samsung remodela su portal de selección de contenidos digitales (al que llamana Reader's Hub destinado a ser usado en la tableta Galaxy. No sólo sirve para seleccionar los e-books sino para leerlos permitiendo la visualización de contenido multimedia. Esto permitiría que el usuario lance desde esta misma aplicación sus ficheros de sonido o vídeo. También la lectura de revistas digitales, etc. Como se ve en la imagen, la estética es similar a la de otros fabricantes porque, parece, que todos se miran los unos a los otros y, sobre todo y curiosamente, todos simulan la visión del libro de papel.




26/12/11

DotePub




DotEpub es un software que permite convertir una página web (es decir en código HTML) a formato ePub de modo que pueda visualizarse en lectores que manejen dicho formato. Dado que los lectores digitales de tinta electrónica (y también ciertas tabletas, teléfonos inteligentes, etc.) están pensados para visualizar libros de texto, la presentación de páginas HTML, con su formato más complejo, puede presentar problemas. La aplicación DotePub es compatible con Firefox, Safari, Opera y Chrome pero no con Internet Explorer en cuanto a software, y en cuanto a hardware con dispositivos como el iPhone, iPod Touch, el iPad, Sony Reader, Nook, Papyre, Leqtor, etc. Una ventaja de la aplicación es que permite grabar en el lector la página que nos interese para leerla más adelante aún sin conexión a la red. Un vídeo explicativo puede verse aquí.



Colección de instantes



El día era frío y eso hacía que nos apretáramos el uno contra el otro, tu brazo entrelazado en el mío, el paso vivo, la bufanda al cuello. Estabas hermosa bajo tu sombrero, con esa sonrisa que me doblega y me emociona a un tiempo, atenta a los colores de la calle, a su movimiento, a sus sonidos, a  la novedad de las avenidas siempre vibrantes. Nos refugiamos en la torre. La ciudad se extendía lánguida allá abajo, tan lejana que sus ruidos habían desaparecido y las luces de los coches y de los semáforos parecían dibujar caligramas a nuestros pies. El cielo estaba velado por un alto y grisáceo manto de nubes pero una luz beige y brillante se filtraba entre ellas y trazaba resplandores arco iris sobre los cristales infinitos de los edificios recortados sobre el horizonte. Jugabas a distinguir casitas chicas entre los rascacielos - te gustaban-, siluetas en las ventanas, maceteros con hortensias en las terrazas de los últimos pisos. Los transeúntes eran puntos diminutos que se movían con premura para vencer el frío pero eso ocurría tan lejos de nosotros que la ciudad parecía puesta allá sólo para que disfrutásemos de ella. Una joven sonreía frente a su laptop abierto, posiblemente conversando en la red con algún amigo. Una pareja susurraba más a lo lejos.

Pedimos dos chocolates calientes y nos sentamos frente al ventanal. Nos aliviamos de los abrigos y calentamos las manos en los vasos tibios. Estabas radiante, con la ciudad rendida a tus pies. Te quedaste callada, con la mirada perdida en la vasta urbe, ensimismada en Dios sabe qué. De pronto, me miraste, me sonreíste con toda la dulzura del mundo y me dijiste: “me gusta coleccionar instantes”. Y yo me sentí bienaventurado de que algunos fuesen junto a mí.



25/12/11

Hybrid Books




La editorial Melville House está promocionando lo que llaman Hybrid Books que son los libros impresos a los que se adjunta contenido digital al estilo de lo que ya conocíamos desde hace años. La diferencia, aquí, es que en vez de adjuntarse un CDROM (como, por cierto, es muy típico aún en los libros técnicos, sobre todo los de informática), el libro impreso contiene una dirección de una website o un código QR con el que accedemos a webs de Internet que amplían la información de la trama del libro. En este caso particular, con mapas, fotografías, ilustraciones y textos relacionados. La editorial denomina a estos contenidos adicionales como Illuminations. En muchos casos, funcionan como notas a pie de página, lo único que ahora son multimedia. Las novelas de esta colección también pueden descargarse en formato electrónico, en cuyo caso las direcciones de los contenidos adicionales se descargan de modo automático.

La última entrega es Bartleby The Scrivener de Herman Melville.

23/12/11

Cuento de Navidad



Se suele decir que cuando vienen malas, todas las tortas llegan juntas. Fermín enciende el pitillo y camina en círculos para ahuyentar el frío de diciembre. Esto de que no se pueda fumar dentro del edificio es un fastidio. Aunque, pensándolo bien, un médico debería dar ejemplo y no mancharse los pulmones de alquitrán. Bueno, será cosa de sermonearse otro día porque el de hoy, lo que se dice el de hoy, es para olvidarlo. Nochebuena y guardia con plantilla escasa. Todos los marrones del mundo. Aún son sólo las seis de la tarde y ya ha atendido a más de treinta personas. De todo. Catarros, un par de accidentes, un anciano con insuficiencia respiratoria, otro con dolor en el pecho. Por ser navidad no mejora la salud y ser médico de urgencias es el peor de los trabajos cuando llega.  Da pena ver a todos estos pobres desgraciados en el hospital cuando deberían estar junto a una mesa llena de turrón. Las enfermedades en estas fiestas parecen más tristes que nunca.

Sonia, la enfermera de la quinta planta, ha dicho que luego bajarán unos mazapanes y unas copas de cava si no hay mucho jaleo. Está bien esa mujer, piensa Fermín. Guapa de veras. Quizá algún día…

Fermín recuerda cuando estudiaba. Entonces, aún tenía ilusión. Se veía asimismo como un salvador del mundo, lleno de sueños, anhelando ponerse manos a la obra y aliviar los pesares del mundo, ferviente creyente en que la ciencia solventaría el dolor y el sufrimiento de la enfermedad. Estaba enamorado por aquellos años. De Claudia, hoy su mujer. Tienen dos niños de cinco y siete años. Estudiaban juntos pero ella decidió al poco que la medicina no era su vocación y lo dejó. Se reían tanto juntos de novios. Aún lo recuerda con melancolía. ¿Cuándo se torció todo? No se acuerda, fue poco a poco, como un atardecer que llega y uno pasa de tener luz a estar en penumbra sin apenas haberse percatado de que ocurría. Está harto de sus morros y de sus quejas y de sus mierdas. ¿Qué culpa tiene él de que le haya tocado guardia esta noche? ¿Y qué si su suegra va a preguntar por qué está sola en navidad? Más jodido que él no hay nadie. Y encima, ganando una mierda. Si se divorcia, va a ser complicado vivir. Sin las horas extras, andarían justitos. Bueno, no exageremos que tampoco es para tanto. La casa está casi pagada y no está mal situada. Si hubiera de venderla, conseguiría un buen precio. Y, en realidad, no le falta nada importante. O quizá sí, quizá no tiene lo fundamental, el ser feliz. Será que tiene un día bajo. Será la navidad que todo lo entristece porque no es cierto que sea tiempo de chanzas y cantos, de amor y fraternidad. Al contrario, son días de angustia, de añoranza de lo que debió ser pero no es, de lo que se perdió y no se tiene más, de sueños abandonados en algún lugar del camino, de recuerdos de las navidades de niño cuando los reyes magos llegaban en camellos y el agua de la vasija desaparecía por arte de magia.

Se sobresalta con el alarido de la ambulancia que llega. Tira el pitillo y lo aplasta con su pie. Está comenzando a chispear. Lo que faltaba. Como llueva habrá más de un accidente de circulación y traerán a algún tipo bien jodido. El conductor baja del vehículo a toda prisa y abre el portón trasero. Se trata de una mujer de color con cara contraída por el dolor.

-        Está a punto de parir- grita el hombre.

Fermín sale de su aturdimiento. El automatismo profesional se impone a sus divagaciones y, en un instante, corre hacia dentro.

-        Al paritorio seis- indica en recepción, mientras agarra un batín verde y un gorro que cubra su pelo- Llama a la comadrona de guardia, rápido.

La mujer es delgada, de rasgos agradables aunque algo demacrada. Su ropa es vieja y ligera para la época del año. Está débil. Habla muy mal el español pero Fermín comprende que está preocupada porque no tiene comida para el ser que viene.

-        No se preocupe- la tranquiliza- hasta que salga del hospital todo estará cubierto- le dice sin saber a ciencia cierta si ella le entiende.

La mujer siente el apretón de la contracción y chilla ligeramente.

-        ¿Cómo se llama? – pregunta Fermín-

-        Jaineba- contesta ella.

-        Bien, Jaineba, todo va a ir bien, ¿de acuerdo?

El parto va bien. El chiquillo es fuerte y está sano. La mujer sonríe al verlo, exhausta. Pide que lo coloquen a su lado. Lo besa con toda la ternura del mundo.

Una enfermera hace una seña a Fermín para que salga.

-        ¿Qué pasa?

-        Ahí fuera hay un hombre que quiere entrar. Un extranjero sin papeles. Pero se está violentando porque no le dejamos. Hemos intentado explicarle que no puede entrar al paritorio por higiene pero no entiende apenas español. Viene hecho unos zorros, sucio y con unos pantalones que no ha lavado desde hace diez años. Casi tengo que llamar a seguridad. Por cierto, no tienen papeles. Habrá que dar el parte reglamentario, ¿no?

-   Herodes puede esperar un par de días...- contesta sin percatarse de que se está metiendo en un lío.

Fermín sale y lo ve. Está nervioso, da vueltas y vueltas en un metro cuadrado. Se come las uñas. Es de color, alto, robusto, vestido efectivamente como uno de esos homeless que salen en las películas americanas. Fermín comprende enseguida. Se le acerca y dice:

-        ¿Jaineba?

Al hombre se le iluminan los ojos. Agarra la manga de la bata del médico y tira de él.

-        Jaineba, sí, yes, Jaineba, ¿Dónde? Mujer mía…

Se le ve angustiado pero feliz al mismo tiempo. Como si hubiera reencontrado algo de mucho valor que había perdido. Le mira a los ojos. Es una mirada limpia, de temor y esperanza, de súplica. No hablan. No pueden entenderse con palabras pero quizá sí con la mirada.

Por gestos, Fermín le hace quitarse la ropa en el vestuario y le da unos pantalones y una camisola de enfermero. Todo de verde, parece uno más. Le hace pasar a la habitación donde la mujer da de mamar al niño. Se ven y ríen y lloran de alegría y se dicen cosas que Fermín no sabe qué significan pero que se sienten tiernas y dulces, cálidas y suaves. Cosas que él quisiera decirse con Claudia, entre sábanas, a solas.

El hombre no para de acariciar al niño y a la mujer. Les susurra al oído y no puede apartar la vista de ellos. A veces se levanta y aprieta la mano de Fermín mientras repite “gracias, thank you, gracias, thank you”.

Sonia baja con los mazapanes y el cava. Ha añadido un túper con pollo y verduras para los padres. Y una barra de pan que ha encontrado en la gasolinera, lo único abierto en Nochebuena. Fermín come también. Le ha entrado hambre. Se ve a sí mismo feliz de estar allá, palmea el hombro del hombre y no recuerda por qué coño estaba enfadado unas horas antes. Irá a comprar churros antes de volver a casa por la mañana. Quiere desayunar despacio con sus dos hijos.


22/12/11

Kindle Singles



Kindle Singles es el nombre que reciben los textos de mediana longitud (entre cinco mil y treinta mil palabras) que Amazon promociona en su tienda, principalmente para ensayos rigurosos, científicos, históricos, periodísticos o políticos. Estos ensayos cortos, novelas breves o relatos largos, según se mire, eran difíciles de publicar en solitario mediante la publicación tradicional ya que los costes eran desproporcionados respecto al precio que el comprador estaba dispuesto a pagar por una obra más breve de lo habitual. La publicación digital permite eliminar el problema y los precios de los Amazon Singles están entre menos de un dólar y los 5 dólares, suficientemente por debajo del precio convencional para una novela larga de 9.99 dólares. De hecho, la mayoría no llega  a los dos dólares, precio por encima de cuál los potenciales compradores ya recelan (y volveríamos aquí al asunto de qué “valor” se otorga al contenido electrónico). Los Singles pueden leerse en cualquier lector de Kindle o dispositivo que soporte su estándar.
Muchos de los trabajos que se venden son piezas periodísticas que son excesivamente largas para ser publicadas en un periódico o una revista (donde el límite suele rondar las seis mil palabras) y demasiado breves para constituirse en ensayo periodístico digno de ser comprado como libro independiente. El método abre también nuevas expectativas a los propios periodistas que pueden promocionar sus escritos o análisis profundos de noticias por un canal independiente y complementario de las redacciones habituales. Desde luego, estas páginas deben ofrecer más que la noticia original, deben contener una análisis más elaborado que lo que podríamos encontrar en el artículo original, ya que este podría leerse gratis en muchos casos con servicios como los ofrecidos por Instapaper
Ni que decir tiene que el concepto es igualmente aplicable a la literatura de ficción.


Soplando las velas



Hoy miraré al cielo y te lanzaré un beso invisible pero no llegará hasta ti porque mis pulmones son débiles y, vencido por la gravedad de tu ausencia, caerá sobre mi alma como si fuera de plomo. Hoy te desearé un feliz día aunque el sonido no llegue nunca a encontrarte para que sepas que lo he hecho. Hoy pensaré en otros días como el de hoy, cuando reíamos, cuando te daba con ilusión un presente envuelto en papel de colores y brindábamos con cava. Hoy seguramente lloraré a solas porque no habrá regalos, ni candelas, ni pastel. Aquí los años pasan como pueden, con la añoranza de no ser como eran contigo. Pondré velas en una tarta, soplaré por ti y pediré un deseo, el único deseo, el que espero que se cumpla. Soplemos juntos. Felicidades, compañera de mi alma.


19/12/11

Lector con tecnología Mirasol



La firma surcoreana Kyobo ha anunciado un nuevo lector que parece que será el primero realmente disponible de un modo comercial masivo en utilizar la tecnología Mirasol de Qualcomm. Una técnica que lleva años prometiendo la tinta electrónica en color eficaz pero que está tardando en llegar al mercado. Esta tecnología logra emitir colores al modo en como lo hacen algunos animales (por ejemplo, las alas de las mariposas) y se basa en modificar la longitud de onda de la luz entrante mediante moduladores interferométricos (IMOD). Se trata de cavidades resonantes similares al interferómetro de Fabry-Perot. Las pantallas Mirasol utilizan una membrana reflectora que es deformable eléctricamente (por atracción electrostática) y una lámina fina superior transparente separadas ambas alrededor de 500 nanómetros. Cuando la luz incide sobre este sándwich se refleja tanto en la membrana como en la lámina pero, dado que hay una pequeña distancia entre ellas, ambas reflexiones son ligeramente diferentes y se produce interferencia – constructiva o destructiva- dependiendo de la distancia entre ambas capas variando la longitud de onda o lo que es lo mismo, el color de la luz emitida. Un análisis más completo de esta técnica puede leerse en este post de Biblumliteraria. La tecnología Mirasol permite reproducir colores – aunque se pierde brillo y luminosidad- lo que es un avance sustancial respecto a la habitualmente utilizada en la tinta electrónica. La técnica permite también visualizar vídeos ya que su velocidad de refresco es mucho mayor que la de la tinta electrónica pero queda aún por debajo de la de las pantallas LCD. Asimismo, requiere una iluminación fuerte para que el sistema devuelva colores claros y brillantes, algo que no siempre puede asegurarse con la luz ambiente natural. Por eso, el nuevo lector de Kyobo añade una lámpara que proyecta su luz contra la pantalla para asegurar luxes suficientes. Esto, claro está, va en detrimento de la duración de la batería. Un vídeo publicitario al respecto puede verse aquí.

El nuevo Kyobo Reader tiene una pantalla de 5.7” con resolución de 1024 x 768 pixeles, lo que para un lector electrónico está muy bien. El software que utiliza es Android 2.3 corriendo sobre un microprocesador de un núcleo a 1 GHz (que seguramente es escaso para mover con agilidad los datos). Dispondrá de conexión WIFI, slot para tarjetas de memoria y la pantalla es táctil.

 




Notably



Notably es una aplicación para Ipad programada por Derek Lyons y que es un bloc de notas electrónico que permite ir escribiendo notas o párrafos de nuestra obra literaria en un entorno amigable que facilita el copiado, pegado, búsqueda, borrado, permite seleccionar la fuente, puede enviarse la nota o el párrafo por e-mail, utilizar Dropbox desde la aplicación, etc. aunque, en el lado negativo, no dispone de un sistema de directorios o carpetas para trabajar con varios libros a la vez ni tanpoco permite enfatizar párrafos en negrita o cursiva.

18/12/11

Realidad inmersiva


En varias ocasiones en este blog se ha hablado de los holasalas (holodecks) como potencial escenario de literatura digital inmersiva a largo plazo. Una especie de obra teatral en la que el espectador es parte de la historia que se narra, viviéndola desde dentro de la misma, no como espectador. Estamos lejos aún de que la tecnología permita una holosala real y los logros actuales son aún modestos (aunque en ciertos campos como el militar o el aeroespacial, los simuladores avanzan enormemente) pero prosiguen los desarrollos. Sony ha colgado en la red un video muy interesante en el que se muestra lo que la realidad aumentada puede aportar en este campo.



17/12/11

Manuscritos de Newton digitalizados



La Cambridge Digital Library ha digitalizado los Principia Mathematica de Isaac Newton, la obra decisiva del genio inglés que puso a la Física en la modernidad. Se trata de los propios manuscritos de Newton con sus anotaciones así como un cuaderno de juventud del científico (The Waste Book) en donde fue anotando cálculos e ideas. En la actualidad hay ya unas cuatro mil páginas digitalizadas pero se espera ampliar considerablemente el contenido durante el año 2012. Se puede encontrar más información aquí y  aquí.


16/12/11

Cowbird


Cowbird es una aplicación para crear historias multimedia que permite el trabajo colaborativo entre varios escritores. La herramienta permite combinar texto, imágenes, vídeo, sonidos e hiperenlaces pudiéndose crear la historia de modo temporal (con un timeline) o como mapa interactivo. Una especie de blog comunitario pero mucho más interactivo y visual en el que los participantes pueden añadir su parte de la historia o sus vivencias asociadas a un momento o a un lugar. En este momento, se encuentra en fase beta y sólo pueden usar la aplicación aquellas personas que soliciten una invitación y les sea concedida (cosa que puede hacerse en este enlace). La primera historia- real- se está realizando en torno al movimiento de ocupación de Wall Street acaecido hace unas semanas y lleva por título The Occupy Saga. Los participantes están añadiendo sus visiones, relatos o diarios sobre el acontecimiento.


El diccionario de la RAE en formato dix



La Real Academia de la Lengua Española, RAE, ha digitalizado su diccionario con tecnología dixio (o sea, formato del contenido electrónico con extensión “.dix”). Con este formato es posible ampliar considerablemente la información que el diccionario puede suministrar ya que puede proporcionar información contextual de la palabra, comprender las conjugaciones verbales, detectar los plurales de las palabras, detectar el género de las palabras, conexión a fuentes enciclopédicas para ampliar la información, reconocer el significado de refranes y dichos, frases hechas, etc. Así, las palabras reconocidas son casi 5 millones cuando las entradas del diccionario habitual rondan las cien mil. Un vídeo publicitario de las capacidades de dixio puede verse aquí.

Tagus, la nueva plataforma digital de Casa del Libro promociona también un lector electrónico (el Tagus eReader) que incorpora el diccionario con el formato mencionado y que facilita su uso al leer otro contenido sin tener que salir de este.



15/12/11

Los cuentos

Los cuentos (Lumen, 2010) de Leonard Michaels es la recopilación casi completa de los relatos que el escritor norteamericano escribió a lo largo de varias décadas. Son 38 historias difíciles, poco gratas, crudas, incómodas sobre la vida dura de la ciudad, el sexo, el amor roto, la desilusión, el fracaso que todo lo rodea, las familias desestructuradas, sobre la poco admirable condición humana, la moral voluble o la fuerza de los instintos. No es de extrañar que Michaels no fuese nunca un favorito del gran público siquiera en su país. La lectura de estos cuentos exige concentración, reflexión, fortaleza. Bastantes de ellos, no son fáciles de digerir. Algunos dejan un regusto amargo que se rechaza por instinto, en parte porque nos muestra lo peor de nosotros mismos y en parte porque la propia escritura es kafkiana, rozando situaciones absurdas. Situaciones que parecen comunes y domésticas acaban desarrollándose en dramas morales.

No todos los cuentos mantienen un mismo nivel. Algunos son más reflexiones en voz alta – incluso poco literarios- que no llegan a la categoría de cuento y otros sin embargo son auténticos frescos de momentos de la urbe, todos ellos cargados de amargura y de frustración, siempre abiertos en sus interpretaciones, jamás maniqueos, jamás con moralina. Una prosa sucia, descarnada que, sin embargo, alcanza un punto de lirismo inesperado en un entorno tan árido. Michaels es ducho en crear metáforas lejanas, tan del estilo de escritura norteamericana, que a veces sorprenden por su originalidad y otras por su extravagancia. Quizá los últimos cuentos, las historias de Nachman, son los más formales, los menos experimentales, los que finalmente se aprecian más por ser más asequibles. La traducción no es todo lo cuidada que cabría esperar (puede compararse con el original, en parte, aquí).

Con todo, con el desasosiego que producen estos relatos, con el nivel desigual, con la experimentación no siempre exitosa que incorporan, deben ser leídos.




La gran aventura del reino de Asturias

La gran aventura del reino de Asturias (La esfera de los libros, 2010) de José Javier Esparza es un trabajo que pretende ser histórico pero que, en realidad, es un conglomerado poco riguroso en el que se combinan pasajes realmente históricos con opiniones y ficciones a lo Indiana Jones. Ciertamente, puede tener una intención divulgativa mas que histórica. Aunque la escritura es ágil, divertida a veces, amena en otras, sencilla, se reitera en demasía (esos “recapitulemos” a cada paso, llegan a exasperarle a uno sobre todo cuando el primer párrafo de un capítulo es casi el final del anterior. Sin tantas repeticiones la 500 páginas del libro serían muchas menos), una forma de contar algo desordenada a veces (vueltas atrás y avisos de lo que más tarde va a ocurrir, como trailers de una película que se estrenará, sin que venga a cuento) y pierde rigor científico de manera constante. Se trata más de una historia de aventuras (y viéndolo así, se lee con gusto), una recopilación de anécdotas más o menos verídicas, que de historia en sí misma. También peca de una declarada afinidad por “el bando cristiano”, lejos de la neutralidad que un trabajo histórico profesional requiere; de una terminología que nada tiene que ver con el rigor académico ni con el tiempo sobre el que escribe; y con una visión de los hechos de hace 1000 años mediatizada por la sociedad y la política española de hoy en día.



7/12/11

Kinetic Typography


Kinetic Typography de Matthew Rogers es sólo un ensayo, una prueba de aprendizaje en la manipulación de la tipografía y la maquetación dinámica sobre un podcast de Stephen Fry, pero una prueba que alcanza gran calidad expresiva, poética en cierto sentido. Programado en Illustrator y Flash, combina fondos que varían en textura y color junto a una frenética variación de fuentes y localización espacial del texto que, simultáneamente, se va escuchando con una dicción muy acertada. El conjunto es atractivo en sí mismo.



6/12/11

Jornada de literatura digital en The Kitchen



El próximo día 13, a las 7 de la tarde, tendrá lugar en Nueva York un evento organizado por la ELO (Electronic Literature Organization) donde se mostrarán trabajos de literatura multimedia, formas literarias nativas digitales, juegos narrativos, textos colaborativos y otras formas de literatura digital. En concreto se analizarán cinco proyectos creados por Oni Buchanan, Jhave Johnston, Illya Szilak, Sandy Baldwin, Stephanie Strickland, Cynthia Lawson Jaramillo, and Paul Ryan. El acto tendrá lugar en la sede de The Kitchen sita en 512 West 19th Street.

5/12/11

The Blackfeather Chronicles


The Blackfeather Chronicles de Ruth Lampi y Jessica Van Oort es a la vez un libro en papel y una webnovela por cuanto que los capítulos del primer libro de la serie pueden leerse on-line, junto a comentarios sobre los posteriores volúmenes y noticias, incluso solicitudes de las autoras para conseguir fondos con los que imprimir los libros. Una aproximación transmedia a la obra literaria. Algunas de las ilustraciones, también, pueden verse en el sitio web. Son historias de aventuras sobre una familia de arqueólogos, una especie de Indiana Jones, en el siglo XIX. Los capítulos pueden leerse al estilo blog es decir, como si fueran posts (y, por tanto, en orden inverso) o como un libro convencional desde el inicio hacia el final.

2/12/11

Webdoc


Webdoc es una herramienta que, aunque estrictamente no está pensada para ello, permite crear historias multimedia combinando todo tipo de informaciones y recursos provenientes de la web o de las redes sociales. La aplicación permite encontrar, tomar y reutilizar casi cualquier contenido y plasmarlo en un libro digital que facilita la maquetación del contenido con la adición de fondos, textos, dibujo, imagen, vídeo, sonido o aplicaciones.

1/12/11

El padre Santiago



No descubriré el nombre del pueblo y el lugar donde esto sucedió porque dejé amigos allá que podrían sentirse molestos. Además, yo sólo fui espectador directo de las últimas semanas de Santiago en la localidad. El resto me lo contaron con la voz baja, entre unos vasos de Rioja y unas anchoas rebozadas, los compadres de la sociedad, justo la tarde posterior a la que yo lo viera subir al tren arrastrando la maleta grande que siempre llevaba consigo. Decía que si uno tiene más pertenencias que las que entran en una maleta generosa, - no muy pequeña, porque tampoco es cosa de ser un eremita- no podrá entrar jamás en el paraíso.

El padre Santiago, porque el hombre era cura, había sido destinado a aquel lugar hacía sólo cinco meses. Segoviano, urbanita declarado, había sentido la llamada del Señor en 1960, cuando era adolescente y, aunque llevaba mal la falta de mujeres y echaba de menos las parrandas de cada domingo con su cuadrilla, la fuerza del espíritu había sido más poderosa. O quizá vio en la sacristía una forma de cambiar el mundo, autárquico y asfixiante, de la España que le tocaba vivir. No tenía madera de héroe como para salir a lanzar piedras a los guardias ni estómago para no intentar cambiar el mundo. Si no puedes vencer al enemigo, alíate con él, pensó. Siempre será más fácil y menos riesgoso cambiar las cosas desde dentro. Se apuntó al Seminario tras dudarlo mucho y en el primer curso estuvo a punto de dejarlo. Demasiados roces con los maestros que le enseñaban un evangelio que no era el de su madre, el que él conocía, el que a él le había interpelado muy dentro. Era rebelde y discutía ante el asombro y enojo de los profesores.

- ¿Pero quién se ha creído que es usted, Santiago? ¿Se ve capaz de contradecir a los santos padres y a los teólogos más eminentes? Usted necesita sobre todo modestia- le chillaba el padre Juan, un tipo regordete, envuelto en una sotana remendada, con la cara siempre roja por su alta tensión sanguínea, y alopecia galopante- A veces, me parece que usted debería estar frente a un tribunal de excomunión, no estudiando para cura. Le exijo que se confiese en cuanto termine la clase, Santiago. Una más y le pongo de patitas en la calle. ¡Libérese de esos pensamientos sociales con que le tienta el maligno, coño!- y, al decir esto, el superior se percataba de su mal hablar, se arrepentía, se santiguaba varias veces y se disculpaba para ir a rezar a su celda, convencido de que aquel joven era una prueba que Belcebú ponía en su camino de santidad.

A pesar de los sinsabores, el destino había elegido a Santiago para la iglesia y acabó siendo un sacerdote dedicado, pasional en la defensa de los pobres, afable con la gente y gustoso de meterse donde no le llamaban si con ello podía aliviar algún alma en pena y, sobre todo, algún cuerpo encarcelado o con el estómago apretado por el hambre. Tuvo más de un encontronazo con la autoridad eclesiástica que le recriminaba su excesiva vocación social en detrimento de la pastoral.

- Cuidamos almas, no cuerpos- le había aleccionado el diácono-. Santiago, menos hablar de justicia social y más de los deberes cristianos que toda persona debe cumplir. Va a acabar usted amonestado. O en la cárcel, si se sube mucho a las barbas del gobernador.

Le encomendaron varios destinos, todos ellos a no más de cien kilómetros a la redonda de su ciudad natal y, allá donde estuvo, dejó gratos recuerdos y buenos amigos aunque le pesaba el que nunca logró atraer a más feligreses que los que ya tenía al llegar. Como le dijo el párroco una vez:

- Claro, usted se dedica sólo a los más recalcitrantes. Deje de velar por los rojos que tanto nos atacaron, son ovejas perdidas que no van a entrar en el redil por mucho que haga usted de perro guardián o les dé de comer.

Estaba satisfecho de algunas de las cosas que había logrado, aunque siempre le pareciesen pocas. Una escuela construida pidiendo favores aquí y allá, una veintena de presos excarcelados por su gestión, un suministro de ropa y comida semanal a la cárcel de la provincia, las campañas navideñas en las que siempre lograba acumular muchos regalos para los niños más pobres, una biblioteca que había logrado montar en lo que antes era su habitación- él dormía en el ático de la iglesia desde entonces- o una visita gratuita al médico para las mujeres de vida galante del prostíbulo- oculto, pero permitido por las autoridades- de la capital. Como solía decir, “si no he conseguido que ninguno de sus clientes deje de dormir en sus lechos ni que ellas se aparten de la mala vida, al menos que lleguen sanas y limpias al juicio del señor”.

- Un cura debe reprender a esas mujeres y obligarlas a ser madres y mujeres decentes- le había gritado un jesuita en una ocasión-, no ayudarlas a que sigan con su pecaminoso proceder. Es usted una deshonra para el conjunto de la iglesia.

Tres o cuatro veces fue llamado al gobierno civil pero ya se sabe que la ropa sucia debe ser lavada en casa, así que, para evitar escándalos, el obispo siempre intercedía y acababa con una reprimenda severa y trasladado a otra localidad. Con la llegada de la democracia, quedó relegado a una figura curiosa, algo entrañable, pero ya fuera de onda. Los tiempos eran distintos, la acción social debía ser laica, aparecían organizaciones que se ocupaban de esto o aquello y las pequeñas cantidades que él acumulaba con las limosnas parecían una broma.

- Déjenos a nosotros, Santiago. Que la iglesia poco tiene que hacer en esto. Si quisieran de veras ayudar al pueblo, podrían vender las joyas del Vaticano- le espetaban de tanto en cuanto- Quitar los sueldos y las subvenciones a los curas, es lo que había que hacer. Bueno a ti no que eres un buen tío. Pero a los demás, sí. Los curas en la iglesia. Al menos hasta que desaparezca.

Se sentía fuera de juego pero no decaía en hacer lo poco que estaba en su mano. Continuaba llevando ropa al penal aunque ya no le dejaban saber a quién iba destinada o, incluso, si no lo vendían antes a alguna empresa de reciclado. Las prostitutas ya no le llamaban, no sabía qué hacer con los jóvenes rotos por la droga y la biblioteca fue cerrada porque el nuevo cura quería vivir en la habitación y aseguraba que el Ayuntamiento ya se ocupaba de aquello. “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César- dijo-, y este cuarto es de los representantes de Dios”. Para la campaña de navidad ya casi no había juguetes y además tampoco los querían los chavales, que preferían dinero o chismes electrónicos.

Fue en 1994 cuando vio la carta sobre la mesa. Se la habría dejado allá Sor Jacinta, la monja que le limpiaba el apartamento cada tres o cuatro días. Tenía la marca del obispo en un costado y su nombre en el otro. Sin sellos. La habrían llevado en mano. Se sentó en la silla, junto a la cómoda, y se quedó asombrado al leer que le destinaban a un pequeño pueblo del norte. Aparte de que llovía mucho, poco sabía él del norte. A sus cincuenta y dos años, esperaba no moverse ya mucho de la comarca donde había pasado toda la vida.

La sorpresa no hizo mella en él. Llenó la maleta con lo que tenía y tomó, como le habían ordenado, el tren que le iba a llevar a su nueva parroquia. Al parecer, el cura anterior había fallecido de improviso y debido a la falta de vocaciones de la región, no había sustituto local disponible.

El escenario era el que él había imaginado. Llovía a cántaros cuando llegó. Estaba ya anocheciendo y no había nadie esperándolo. Tomó su maleta y se puso a caminar hacia adelante hasta que dio con un bar. Los paisanos que tomaban unos chiquitos se asombraron al ver entrar a aquel tipo, calado hasta la entretela. Reconocieron que era el cura por el alzacuellos y, aunque le indicaron dónde estaba la casa parroquial, se mostraron esquivos con él. Por fin, llegó a la casa, junto a la iglesia. La puerta estaba abierta y se veía que no se había limpiado en varias semanas. Dejó la maleta en el descansillo, se quitó la ropa mojada e hizo la cama con unas sábanas limpias que encontró en el aparador. No había casi comido pero ya estaba más que acostumbrado a sentir el estómago vacío. Lo había aprendido a domeñar hacía ya muchos años, cuando más de una noche, pasaba su plato a algún mendigo que llamaba a su puerta. Y esto pasaba muchas veces porque aquellos desgraciados se contaban los unos a los otros dónde podían cenar sin ir al comedor social, siempre tan vigilado por los secretas. Entró en la iglesia. Era sencilla, con paredes de piedra sin encalar, un retablo que en su día fue dorado pero que una pátina de polvo lo deslucía, un Cristo de gran tamaño en madera colgado del techo y una decena de bancos corridos. Un confesionario de hacía siglos completaban el cuadro. Abrió el sagrario y comprobó que el cáliz estaba allí. En la sacristía, una mesa, dos sillas y unos armarios con las casullas y los libros sagrados. Había trabajo, aunque sólo fuese para limpiar todo aquello. Se arrodilló en una de las banquetas y oró hasta que, vencido por el sueño, se dirigió a su habitación y cayó dormido sobre la cama sin siquiera desvestirse. No cesó de llover en toda la noche.

La semana que siguió fue de gran trabajo. A las misas de siete de la tarde, casi no acudió nadie. Apenas tres o cuatro feligresas cada día, mujeres ancianas más cerca del más allá que de este mundo. El domingo, a la misa de primer ahora, no se presentó nadie y a la misa mayor, sólo una docena de fieles. Santiago había comprado flores, limpiado con sus propias manos la iglesia y se puso a disposición de quién le necesitara. Pero nadie le necesitó, ni siquiera para confesarse. Aprovechó los días para hacerse cargo del entramado de las calles, empapeladas con pasquines, para situarse entre las casas, saber dónde estaba la tienda de ultramarinos o el bar donde echar un trago. Supo encontrar la parada de autobuses, la escuela, el camposanto que visitó con lentitud, la floristería en donde adquirir los lirios para la iglesia.

A la semana siguiente, se presentó en el Ayuntamiento como si fuera un embajador que presenta credenciales. Solicitó ser recibido por el alcalde pero le contestaron que no tenía tiempo. Preguntó que cuándo lo tendría y le contestaron que no lo sabían, que volviera dentro de algunos días, cosa que hizo con idéntico resultado una y otra vez. Colocó anuncios en la parroquia pidiendo voluntarios para leer en misa, para colocar las flores, para encender los cirios, para enterarse de en qué podía ayudar él mismo. Pero nadie se le acercó. Las pocas mujeres asiduas a misa diaria le saludaban con educación pero poco más.

Llamó al obispado pidiendo instrucciones o que alguien le contara qué ocurría en aquel pueblo. El obispo no le dijo nada claro, tan solo que se ganara a la gente con paciencia y servicio, que siempre Dios ayuda. Pero tras un mes emulando a Job, Santiago decidió que ya era hora de enterarse qué demonios era todo aquello. Una mañana se plantó en el Ayuntamiento y le dijo al secretario que no se movería de allí hasta hablar con el alcalde. Hubieron de pasar seis horas hasta que la situación resultó ya tan embarazosa que el edil le abrió la puerta.

- ¿Y bien? ¿qué quiere usted? Le habrán dicho ya que estoy sumamente ocupado y, además, los asuntos religiosos no son de mi incumbencia.

- Pero los terrenales sí son de la mía – contestó con altanería de la que luego pidió perdón al Señor en sus rezos nocturnos.

- Mire. No sé si se lo han dicho ya o si el arzobispo que lo ha destinado a nuestro pueblo le ha dado explicación alguna. Usted no es bien recibido aquí. Ya que se empeña, le dejaré claritas las cosas. Así, mejor para todos. Usted mejor haría en marcharse. No le queremos. Y no lo digo como alcalde. Al fin y al cabo, lo que hagan en su iglesia no incumbe a este ayuntamiento. Se acabaron los años confesionales, señor mío. No le quieren sus propios fieles, su rebaño, ¿me entiende?

- ¿Y no tendrían ellos que decírmelo? –preguntó el padre Santiago con genuina curiosidad.

- Usted no es de los nuestros, no es del pueblo, no habla como nosotros, no piensa como nosotros, no tiene nuestros ideales, no sabe nada de lo que nos preocupa.

- A todos los hombres nos preocupa lo mismo, necesitamos lo mismo, sentimos lo mismo. ¿O acaso cree que en otras tierras se ama, se sufre, se padece o se sueña distinto? Llevo poco aquí pero ya he visto que podría ayudar, que hay pobres en el extrarradio, que hay enfermos que viven solos… ¿cree que son ustedes diferentes del resto del mundo?

- Ni lo sé ni me importa. Pero sí sé que usted es un extranjero impuesto por algún cardenal que vive muy lejos. Y no le queremos, vaya haciéndose a la idea. Usted está aquí por poco tiempo. Ya hemos iniciado gestiones para que nos manden a un cura de los nuestros. No se meta en líos y márchese tranquilo dentro de muy poco. No necesitamos ni su compasión ni su ayuda. Nadie va a ser amigo de usted.

- ¿Quién lo dice?

- Yo lo digo

- ¿Fuenteovejuna?

- Largo, ha sido suficiente.

No tenía mucho más que oír ni que decir. No era hombre Santiago que evitara meterse en líos. Toda su vida al filo de la cárcel y la excomunión para que ahora le dijeran que se callara y cerrara los ojos. Iba a ser que no.

Dos días después estaba en la barriada del sur, donde había instaladas unas chabolas. Llevaba una gran perola con alubias que él mismo había cocinado. Dijo que daría de comer cada día en la sacristía y, desde el día siguiente, cinco o seis personas acudían a la una en punto a la parroquia. Se enteró de los nombres de cuatro ancianos que vivían solos y los visitó cada día, les arropó, les ayudó a vestirse y les acompañó, durante las semanas siguientes, a dar paseos por la ribera del río.

La semilla que cae en tierra, germina, dicen las escrituras. A los tres meses, los servicios dominicales recibían ya a una cincuentena de personas, un par de voluntarios leían las cartas de los apóstoles y le ayudaban a ponerse los hábitos, y a la catequesis que acababa de inaugurar acudían tres o cuatro niños. Por algo se empieza, pensaba, poco a poco.

Fue por entonces cuando yo llegué al pueblo como aparejador de una construcción que se iniciaba con fondos del ayuntamiento. Me encontré por casualidad con Santiago y, ajeno a toda la mierda que le rodeaba, congenié con él. Al principio fue muy prudente y no me contó nada de lo que estaba ocurriendo pero me lo dijeron en la obra. Una noche cené con él en mi casa. Me dio pena, quizá fue eso, sólo pena, y le invité a cenar. No se me da mal la cocina y preparé una ensalada mixta con vendresca y un lenguado que, está mal que lo diga yo, me salió estupendo. Encontré que Santiago era un hombre encantador, ameno, divertido, con mucha historia a sus espaldas. Y yo que me consideraba de izquierdas vi, para mi sorpresa, que él lo era más. Un cura rojo, pensé, el mundo cambia. Durante aquellas semanas repetimos las veladas y poco a poco me contó sus aventuras de años, la charla con el alcalde, la prueba- así lo llamaba él- a la que el Señor le había llamado.

- Es la mierda de la política,- le dije- puta política- me enfadé sin remedio por lo injusto de la situación.

- Bueno, ya he pasado por eso antes- sonrió Santiago- los de un lado antes, los del otro ahora. Con suerte, me quedo en el medio.

- ¿Por qué no pides el traslado?

- Sería aceptar la derrota, ¿no? Además ya he informado al obispo y no me ha dado ninguna instrucción de que me vaya. Es cosa de trabajar y trabajar, como siempre ha sido.

- No aguanto la sumisión. Así sólo ganan los cabrones esos.

- ¿Sabes? No sé si yo no lo soy también y más que ellos. Muchos días me dan ganas de que se mueran. No soy digno seguidor de Jesús, ya ves. No me sale de mí ser el poner la otra mejilla. Así que el Señor me ha hecho un poco cobarde y la pongo porque no sirvo para otra cosa. Ya que yo no la ofrezco, me obliga él.

- No creo en un Dios que permite lo injusto, que ganen los malos de la peli.

- Yo tampoco – sonrió-, yo tampoco. Pero no todo ha de suceder cuando nosotros queremos que ocurra. Démosle tiempo.

Me hubiera gustado sacarle de su paciencia, de su fe en que todo mejoraría, llamar a la policía, pedir la destitución del alcalde, llevarle a otro lugar donde el amor que daba fuera correspondido. Él no estaba dispuesto a ceder, a darse por vencido.

Aparte de mí, seguía sin tener amigos de verdad y la mayoría de la gente le esquivaba cuando pasaba. Le llamaban por lo bajo forastero cabrón y él fingía no escuchar. Él perseveraba y cada día conseguía una persona más a su lado, o al menos alguien menos en contra, un niño más que se le acercaba, un saludo inesperado por la calle, una limosna mayor. El día que encontró en el cepillo un billete, y no únicamente monedas, lo celebró como si hubiera ganado la lotería. Quizá eso ya fuese demasiado para los que no le querían. Una tarde, cuando regresaba de dar un paseo, se encontró con un cartel amenazador pegado en la puerta. “Vete, lárgate, no te queremos”, le decían. Santiago informó al obispado pero no obtuvo respuesta. Otro día, ya al cuarto mes de su estancia, le embadurnaron la iglesia con pintadas y dedicó cuatro días a frotarlas hasta que las eliminó a costa de que sus dedos quedaran ensangrentados. Él seguía con su rutina, con sus visitas a los enfermos, con sus paseos con ellos, con sus misas.

Y ocurrió lo inevitable. Una mañana fría, plomiza, en que llevaba comida y ropa a los de las chabolas, fue interceptado por unos mozalbetes. Le llamaron de todo, le insultaron, lo zarandearon, derramaron la comida y, cuando ya estaba en el suelo, lo patearon. Nadie le ayudó.

Fui al hospital a visitarlo. Un par de costillas rotas y hematomas diversos pero nada que no se curara. Afortunadamente, su ángel guardián parecía estar despierto cuando ocurrieron los hechos.

- Mira- me dijo, extendiéndome una carta.

Era la notificación de que le volvían a trasladar. Le sustituiría un cura nacido en la zona.

- Estarás mejor- le dije- No te merecen aquí.

Se le veía triste, derrotado. Le acompañé cada tarde y luego, cuando ya pudo ir a su casa, le visité a diario. El nuevo sacerdote llegó a la semana siguiente y las misas volvieron a llenarse de piadosos feligreses que oraban a Dios. El nuevo cura les leía en la homilía lo amados que eran por el Señor y ellos se sentían orgullosos de serlo. El alcalde y el obispo se agradecieron mutuamente la comprensión y armonía entre el poder civil y el religioso.

No quiso que llevara su maleta cuando fuimos a la estación.

- Pesa poco- me dijo- ya no tengo tantas cosas como para llenarla.

- Te visitaré. En cuanto acabe el trabajo aquí, iré a verte- soy un hombre poco sensiblero, pero se me salían las lágrimas.

- Lo sé. Cuando vengas, seré yo el que haga la cena.

- Hecho.

Nos dimos un abrazo y le vi alejarse tras las ventanas del vagón de segunda clase. Me quedé allá durante un buen rato, hasta que el frío de la noche me sacó de mi ensimismamiento. Me alcé el cuello y caminé a buen paso hacia la taberna. Necesitaba un café bien cargado. Y un brandy, mejor una botella entera. Me crucé con dos señoras que hablaban animadas.

- Me ha dado algo de pena el padre Santiago. Al final, no era tan mal hombre- decía una.

- ¿Y qué íbamos a hacer nosotras? No podíamos meternos en sus líos.

- Y que lo digas, chica. Además, como lo de casa no hay nada.

Tuve que escupir la hiel amarga que me subió del estómago. Luego, me emborraché.

27/11/11

Loss of Grasp


Loss of Grasp de Serge Bouchardon y Vincent Volckaert es un interesante trabajo narrativo digital sobre la inquietud que nos supone el no controlar nuestra vida, el que los momentos importantes se escapen de nosotros. Una obra en la que el lector debe involucrarse definitivamente intentando buscar las claves y las frases que deambulan por la pantalla, algunas sobre escenarios oníricos piscodélicos, otras sobre textos que fugan, con sonidos, voces y vídeos. Son seis escenas, notablemente diferentes entre ellas en cuanto a la concepcíón visual y la impresión que plasman en el espectador. La escena quinta, por ejemplo, requiere también una webcam si queremos disfrutarla plenamente.

Además, es un relato en tres idiomas (francés, inglés e italiano).


24/11/11

Panorama de la literatura digital



Invitado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense en Madrid, tuve el privilegio hoy de ofrecer un clase para los alumnos de máster acerca del panorama práctico actual en la literatura digital y en la literatura digitalizada. Ha sido un encuentro sumamente agradable. Agradezco el interés y el cálido ambiente a todos los alumnos de varios países que han participado y, especialmente, la enorme hospitalidad de la Vicedecana de Máster y Doctorado, Mercedes López, y la directora del Departamento de Filología,  Pilar Vega.


Mapping E-Lit 2011



Tal como anunciábamos aquí, durante los días de hoy y mañana se celebra el evento Mapping E-lit en la Universidad de Barcelona. Se anuncian, en el programa definitivo, interesantes conferencias como Narratopedia: una  experiencia de creación colectiva en el ciberespacio de Rodríguez, Reading "Húmus, assemblage-poem": intertextuality, deconstruction and recombination de Rui Torres, o Cityscapes: Social Poetics/Public Textualities: Una aproximación a la poesía digital de María Mencía de David Muíño.

19/11/11

The Princess Murderer


The Princess Murderer de Deena Larsen es un cuento digital con un interface intencionadamente sencillo, con colores planos y gráficos esquemáticos. Un relato para adultos a medio camino entre el terror y la magia. La obra da muy pocas pistas al lector que debe ir descubriendo el texto mediante la manipulación de las fotografías. Los enlaces son adaptativos de modo que no siempre puede accederse a ellos, dependiendo de en dónde nos encontremos en la trama. Incluye sonido para conseguir un ambiente onírico y misterioso.