29/7/19

Biblioteca medieval digitalizada






La BVMM o Bibliothèque virtuelle des manuscrits médiévaux es un proyecto del Institut de recherche et d’histoire des textes (IRHT-CNRS) y contiene manuscritos digitalizados que datan desde el siglo VIII al XVI. El corpus es libremente consultable y el portal dispone de un potente buscador que permite escrutar la base de datos desde diversas aproximaciones.

Asimismo, dispone de una base de datos privada cuyo acceso requiere inscripción previa.

Puede accederse a la BVMM desde este enlace.



28/7/19

Creer y destruir. Los intelectuales en la máquina de guerra de las SS



Creer y destruir. Los intelectuales en la máquina de guerra de las SS (Acantilado, 2017), del historiador francés Christian Ingrao, es un ensayo sobre las justificaciones intelectuales del nazismo que hace temblar el alma de horror. Bien documentado y riguroso, con una amplia bibliografía y manejo de fuentes originales, Ingrao recorre cómo lo más selecto de la intelectualidad alemana no sólo se dejó arrastrar por el nazismo sino que puso lo mejor de su cultura y sus capacidades a justificarlo y, aun más, a autojustificar la barbarie de cada persona en particular, a justificar la abominable seducción del nazismo. Músicos de renombre, filósofos, profesores, historiadores, juristas, escritores, cineastas, profesionales punteros, científicos,…. personas que en sus oficios mostraban una sensibilidad, altura de miras, eficiencia y reflexión elevadas se convertían en bestias bajo las arengas de Hitler.

El ensayo está dividido en tres partes que explican el camino recorrido para convertirse en criminales sin escrúpulos. La juventud alemana, La entrada en el nazismo: un compromiso y Nazismo y violencia: el paroxismo de 1939-1945. Ingrao estudia la vida de 80 jóvenes, todos ellos veinteañeros de alta capacidad intelectual, que colaboran gustosamente en la planificación y ejecución de las atrocidades más horrendas. El autor señala cómo el propio sistema encontraba y reclutaba a los mejores, a los más capaces poniendo esas altas capacidades intelectuales al servicio del mal y, cómo no, remunerando posteriormente sus servicios con prebendas o éxitos a añadir al CV. 

No caben las excusas sobre la difícil situación de entreguerras en Alemania, sobre las injustas compensaciones económicas impuestas por los aliados, sobre la falta de esperanza de millones de personas sin trabajo y sumidas en la desesperación. No, no caben, e Ingrao va más al fondo, a la inculcación sistemática de una ideología, la invención de una historia maniquea, la propaganda de que existe un enemigo exterior al que hay que deshumanizar, a la machacona repetición de que los propios son buenos y los ajenos son animales diabólicos, al mantenimiento del rencor, que pertenecer al grupo es liberador en contra de mantener el espíritu crítico, que ser aceptado por el entorno es fundamental, que los intelectuales deben ser “comprometidos” (pero, ¿con qué?). Primero, hay que creer en esas falacias, compartir sus razones y demandas, dar el consentimiento intelectual. Luego, el destruir viene solo.  

Lo más horrible del fondo del libro es que los asesinos no eran personas descerebradas, incultas, faltas de espíritu crítico o estúpidas. Se trataba, en muchos casos, de seres humanos con un bagaje cultural importante, con expedientes académicos brillantes, ilustrados, y con una formación envidiable, los “más guapos de cada casa”, que, a pesar de ello, cometían las acciones más abominables (en palabras de Ingrao “Eran apuestos, brillantes, inteligentes y cultivados. Fueron responsables de la muerte de varios cientos de miles de personas”).  Causa estupor leer el testimonio de un policía de Viena justificando disparar a bebés o ancianos, o el placer de matar que parecen sentir los asesinos cuando ejecutan sus tétricas acciones.

El constatar que las personas que más debieran oponerse a la barbarie, son las que se alían con ella y la refinan, causa escalofríos. Esto me recuerda el magnífico monólogo de Spencer Tracy, en su papel de juez Haywood, en Los juicios de Nuremberg.  

Y también asusta observar que la historia se repite. Que puede volver a pasar, que los intelectuales de hoy en día también se dejan seducir por los ideales más peligrosos.






26/7/19

Poemario multimedia






El Invierno que no nevó, de Rubén Hernández González , es un breve poemario de 70 obras cortas, minimalistas, cargadas de romanticismo naif. A cada poesía se le añade un código QR con el que puede accederse al poema leído por el propio autor. Se añaden fotografías a cada verso para completar la atmósfera poética.

Puede comprarse desde este enlace.


24/7/19

Eververse




Eververse, es un proyecto dirigido por Justin Tonra que crea un generador automático de versos. Toma, para ello, datos biométricos de algún dispositivo sobre el "poeta" (por ejemplo, uno de estos relojes actuales que miden consumo de calorías, pulso sanguíneo, temperatura, etc. En concreto el programa interacciona con un Fitbit, vía su API de acceso) y, en función de ellos, utiliza un algoritmo de lenguaje natural para generar frases que tengan que ver con la situación física registrada. Este algoritmo dispone de un modelo conceptual que, por ejemplo, relaciona el ritmo cardiaco con la longitud del verso o cambia de base de datos si detecta que se está durmiendo. Contiene 59 poemas relacionados con el cuerpo. Se utiliza Python como lenguaje de programación y utiliza cadenas de Markov para la generación. 

El resultado se publica en tiempo real y en continuo, sin paradas.

Puede verse desde este enlace.


  








22/7/19

Nela García




Nela García fue un Twitter-relato que se desarrolló el año pasado sobre la red social. Ideado por Manuel Bartual y Modesto García, comienza con la protagonista encontrando un móvil perdido que resulta pertenecer a una mujer muerta hace 8 años. A partir de los mensajes, fotos, redes sociales linkadas y otras informaciones supuestamente existentes en ese móvil, se desarrolla un hilo con una interesante trama de suspense. Colaboró Samsung en el proyecto y se trata de un completo proyecto multimedia que combina manipulación de imágenes, sonido y textos.

El concepto es similar a otro que Bartual hizo célebre hace algún tiempo.

El hilo puede leerse aún desde este enlace.





21/7/19

Aniversario de la llegada a la luna




20/21.7.1969:  el primer hombre que pisó la luna. Hoy hace 50 años

Yo lo viví. Era un niño entonces y lo viví con una emoción que sólo los niños pueden sentir. Como homenaje, vuelvo a publicar un post que escribí hace unos años. Aún me veo a mí mismo frente a la tele en blanco y negro, Armstrong bajando la escalerilla, el corazón en ascuas.

Yo lo viví. 



Aunque ahora muchos periódicos – por lo que se ve repletos de periodistas jóvenes que no vivieron el acontecimiento y que tiran de enciclopedia- hablan de que el hombre puso el pie en la luna el día 20, en España fue el día 21 debido a la diferencia horaria. Era de noche. Lo recuerdo bien. Yo era aún un chiquillo en pantalones cortos pero había ya mostrado mi interés por el cielo y, durante meses, había devorado todo lo que encontraba sobre el espacio y la carrera espacial. La única enciclopedia en tomos que teníamos en casa aún tiene las páginas más amarillentas en todos los artículos que tratan del espacio, tanta era la euforia con la que seguía yo todos los acontecimientos.

En Octubre del año 68, tres astronautas habían despegado en el Apolo 7 y orbitado unas cuantas veces el planeta. Con los ojos de hoy no parece gran cosa pero entonces el evento se acogió como una proeza, entre otras razones porque meses antes otros tres hombres se habían calcinado en un intento fallido. Y, poco después- era Nochebuena y yo puse una figurita de un cohete en el nacimiento que poníamos en la cocina- el mundo, y yo con él, quedó maravillado al ver la foto de la Tierra vista desde la órbita lunar. Por primera vez, apreciábamos nuestra casa. Azul, brillante, en cuarto creciente, volando a través de un cielo negro como el carbón. Creo que fue entonces cuando yo decidí que debía ser astronauta. Aunque, por entonces, también debatíamos sobre el nombre que debía darse a los exploradores espaciales. Astronautas los llamaban los americanos. Cosmonautas los soviéticos. Y la población – y yo- se decantaba entre una y otra denominación en función de la adscripción política. Franco vivía aún y llamar a Borman o a Armstrong cosmonautas nos parecía un pequeño e inocente desquite en nuestro casa.

No hacía mucho que habíamos podido, por fin, comprar una televisión y yo me quedaba maravillado con las imágenes en gris desvaído. Mis intereses pasaban de Locomotoro y el Capitán Tan al espacio con una velocidad inusitada. Era un aparato casi mágico, hecho a mano y comprado a un señor que se dedicaba a fabricar televisores en sus ratos libres a precios más económicos que los que ofrecían las marcas comerciales, con un estabilizador de tensión casi más grande que el propio monitor, no fuera a ser que el inestable voltaje de aquella época fundiera los circuitos. Recuerdo que, muchas veces, me quedaba embobado mirando por las ranuras de ventilación de la tapa trasera de cartón, cómo las válvulas de vacío se encendían y apagaban. También, fue por entonces cuando decidí que estudiaría electrónica aunque eso se me pasó pronto.

Era Navidad y, como regalo de Reyes, mis padres me compraron un Lunik de plástico chiquitito. Un juego con una caja preciosa adornada con fotos de la luna. Dentro, una placa que simulaba la superficie llena de cráteres del satélite con un pequeño botón de acero en el punto de llegada; el vehículo espacial ruso de grandotas ruedas con un pequeño imán; y unos garfios con los que se le colgaba para intentar alunizar justo en el lugar elegido, a pesar del bamboleo que el largo hilo provocaba y los empujones que mi hermano le daba para hacer fracasar la misión. Ni que decir tiene que, en un par de días, atinaba con el imán en el destino exacto con una precisión que ni la NASA podía conseguir. Si debía ser astronauta en el futuro – y estaba convencido de ello- debía saber manejar con maestría cualquier nave espacial.

La primavera de 1969 pasó entre un tumulto de sensaciones. El Apolo 9 probó el módulo lunar en órbita terrestre. Fue un vuelo más bien soso pero yo aproveché para hacer unos dibujos gigantescos del aparato y de los chismes que llevaba, o yo creía que llevaba, por dentro. El Apolo 10 repitió las pruebas pero ya en órbita lunar y llegó a bajar hasta pocos cientos de metros de la superficie. Yo casi sentía la frustración que aquellos astronautas sentirían por haber estado tan cerca pero no haber podido ser los primeros en aterrizar. La heroicidad no estaba destinada a ellos sino al siguiente Apolo. El 11.


Me aprendí de memoria todos los instrumentos que llevarían en la misión. Sabía cómo funcionaban y conocía sus nombres aunque como yo no sabía de inglés, los pronunciaba a mi estilo: tepasiveseismoexperimento, telunardusto y cosas por el estilo. Eso sí, dicho con un acento copiado de los actores de las películas que cada domingo veía en el cine del barrio.

Con cartulina, construí un Apolo tan alto casi como yo. Me llevó bastante tiempo porque curvar la cartulina parecía fácil pero no me acababa de quedar circular. Y las secciones cónicas que unían cada fase me dieron muchos quebraderos de cabeza. Mas finalmente, entre un olor a pegamento que asfixiaba, la nave cobró altura y dediqué muchas horas a correr por la casa con ella en la mano.

Julio se acercaba y yo compaginaba la playa con la lectura de revistas (incluso, me entró el gusto por ir a cortarme el pelo ya que en la peluquería había siempre algún impreso con noticias sobre el proyecto Apolo) y me hice una carpeta, de esas de anillas grandes, en las que iba coleccionando todo lo que podía obtener. Recortaba las fotos con cuidado, las pegaba sobre hojas en blanco y añadía unos textos describiendo lo que era aquello. Empecé, por entonces, a escribir mi propia enciclopedia del espacio que llegó a ocupar mi tiempo por varios años y de la que aún guardo mucho de ella entre los arrumbados trastos del camarote de arriba.

Era un pelma. Ahora lo sé. Machacaba a todos con mis historias sobre la carrera espacial y les contaba qué ocurriría, paso a paso. Mi abuela- santa paciencia la suya- me escuchaba con atención y jugaba a hacerse la escéptica. Nunca supe si realmente creía que el llegar a la luna era imposible o si, simplemente y probablemente, se divertía haciéndome rabiar. ¡Pero cómo no iba a ser posible llegar!, yo me indignaba. Y volvía a explicar, paso a paso, todas las maniobras previstas, el lanzamiento, el desacople de la última fase, el viaje de tres días, la bajada del módulo lunar mientras Collins vigilaba desde la órbita el que todo fuera bien, el alunizaje, la salida por primera vez en la historia al suelo de otro astro, los experimentos, el regreso, la reentrada. Me lo sabía todo y tan bien que, aún hoy tantos años después, lo sé recitar de carretilla. Pero mi abuela decía que no. Que no llegarían. Y se apostó cinco duros a que no llegaban. Apuesta que recogí con la total certeza de ganarla aunque no sabía cómo podría yo pagarle a ella las veinticinco pesetas si por un casual el vuelo se cancelaba. Esa cantidad, para mí, era una fortuna.

Cuando el Apolo XI despegó, un rumor se extendió entre los entendidos. Los rusos no estaban dispuestos a dejarse ganar la partida. Habían lanzado el Lunik 15 y su misión era llegar antes que los americanos a la luna, recoger muestras y traerlas de regreso antes que los astronautas lo hicieran. Si los soviets no podían ser los primeros en pisar el polvo lunar, sí lo serían en traerlo a la Tierra. Y es que, claro, ya se decía que ellos habían sido los primeros en mandar a un cosmonauta allá arriba y debían ser los primeros en traer rocas del espacio. Poco duró la expectación porque el Lunik fue efectivamente lanzado pero se estrelló sobre la superficie de nuestro satélite unos días después. Así pues, el interés quedó centrado exclusivamente en el Apolo XI.

Eran más o menos las 9 de la noche del día 20. Estábamos todos juntos ante al televisor. Realmente, se vio poca cosa. Una superficie de cráteres redondos que se asomaba a través de una ventanilla triangular. En el audio se confundían las voces reales en inglés de los astronautas con la efusiva transmisión en español del locutor. De pronto, todo se nubla. La pantalla queda casi blanca. Es el polvo que sale despedido por el flujo del motor al chocar contra la superficie, comenta el narrador. Ha alunizado en el mar de la Tranquilidad y se oyen aplausos. Es hora de ir a la cama. Es tarde. Pido, pido y pido –porfa, porfa, porfa- a mi padre que me levante cuando Armstrong vaya a salir. No se sabe muy bien a qué hora será pero sí que ocurrirá en plena noche. Me voy a la cama no muy convencido mientras veo sonreír a mis padres. El sueño me vence. Caigo dormido.

Alguien me sacude cariñosamente en el hombro. Es mi padre y son cómo las dos de la mañana. Me dice que el astronauta está a punto de salir. Mi hermano, más pequeño, duerme y no le despiertan. Me siento el rey de la casa. La televisión está encendida en la cocina. Me levanto en pijama. Es difícil ver qué ocurre porque los grises son tan grises que casi no hay contraste. Se ve una escalerilla y, abajo, un terreno polvoriento con pocas rocas. Una sombra indica que la portezuela se abre y se ve medio hombre en escafandra, grabado desde lo alto, descendiendo por la escalera. Me sé de memoria cómo es aquel zapato espacial, de qué material está hecho el traje blanco que reluce bajo un sol que ninguna atmósfera atempera. Armstrong baja y pisa. Se ve la huella. El primer paso de un humano en un astro diferente a la Tierra. Ahora sí que son astronautas de verdad. El locutor recita varias veces lo que el comandante acaba de decir: un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la Humanidad. No tengo sueño. Quiero ser astronauta, quiero ser astronauta. Ya lo he calculado. Dada mi edad, podré volar en el Apolo 53. Armstrong y Aldrin corretean por nuestro satélite, ponen una bandera rígida, hablan con el presidente.

Me obligan a ir a la cama. No quiero, pero finalmente mi madre y la emoción acumulada me vencen. Me duermo y sueño con planetas y cohetes. A la mañana siguiente me falta poco para reclamar mi triunfo a mi abuela pero ella, sabia, me dice que aún deben regresar. No me cabe ninguna duda de que lo harán. Sí, hay debates en la radio sobre si la nave acertará con el ángulo adecuado para amerizar a salvo. Si el ángulo es muy grande, el rozamiento excesivo incendiará la nave; si es muy bajo rebotará sobre el agua. Explico el fenómeno a todo el que quiera oírme, lanzando piedras planas sobre el agua y viendo cómo rebotan y caen muchos metros más allá. Pero, les digo, si ocurre ese desgraciado rebote sobre las capas altas de la atmósfera el Apolo XI no tendrá donde caer. Se perderá en el espacio. Habrá, además, unos minutos de ruptura de comunicaciones en los que el mundo deberá contener la respiración sin saber si la reentrada ha sido exitosa.

Afortunadamente, todo marcha bien. Amerizan sanos y salvos. Lo veo en directo. Casi me siento en el portaviones que espera en el océano, aplaudo cuando vemos abrirse los grandes paracaídas y creo saltar con los buceadores cuando desde los helicópteros se lanzan a por los héroes. Ahora sí, mi querida abuela me entrega mis cinco duros.






20/7/19

Doki Doki Literature Club! (DDLC)






Doki Doki Literature Club! (DDLC) , de Salvato, es una novela gráfica interactiva con estética manga. A medida que se leen los capítulos, el lector puede elegir entre opciones. Dependiendo de la que elija, la historia va por unos u otros derroteros. La narración sigue a las jóvenes de un Instituto que se apuntan a un club literario (el Doki Doki), una historia a medio camino entre el terror psicológico y la comedia.

Adicionalmente, permite que el usuario escriba poemas que, dependiendo de las palabras y estilo, dispararán nuevas historias o desbloquearan pasajes.

Más información en este enlace.




18/7/19

InCarnatis





InCarnatis, le Retour d'Ethelior, de Marc Frachet, es una novela con realidad aumentada. Con temática de ciencia ficción, hay páginas que incluyen códigos QR que, al ser escaneados con un dispositivo móvil, disparan sonidos, voces y vídeos. Además, podemos saltar a redes sociales o páginas web relacionadas en una experiencia transmedia.

Asimismo, existe una aplicación en la AppStore que permite adentrarse en el universo de Incarnatus. Puede verse en este enlace.

Previo registro, también pueden leerse los dos primeros capítulos desde este enlace. En francés.






17/7/19

Generador de memes




Se trata de una web que permite diseñar memes en base a añadir textos a una serie de imágenes y formatos prediseñados. Pueden subirse imágenes propias, editar y posicionar los textos, añadir efectos y cambiar formatos. Es más un pequeño programa de diseño gráfico que otra cosa, pero con algunos trucos embebidos para lograr encajar fácilmente los textos allá donde sea necesario.

Puede usarse desde este enlace.







14/7/19

ELO 2019





Entre mañana día 15 y el día 17 se celebra le edición 2019 de la Conferencia que cada año convoca la Electronic Literature Organization (ELO). Este año tiene lugar en la Universidad de Cork en Irlanda.

Como cada año, la Conferencia es uno de los eventos más importantes a nivel mundial en que se trata y analiza el estado del arte en literatura digital mediante charlas, talleres y exposiciones de trabajos. Esta año, el sujeto elegido se denomina "Periferias" e invita a los ponentes a estudiar los límites y fronteras de la literatura digital.

Más información en la página de la ELO 2019.





12/7/19

Joycestick






Joycestick es un juego narrativo en realidad virtual desarrollado por alumnos de Boston College que está basado en el Ulises de James Joyce.

Mediante el uso de gafas de realidad virtual 3D y de sticks de mando manuales el lector/jugador se sumerge en una simulación de los escenarios de la novela en Dublín, así como de su trama. El lector navega a través de los capítulos del Ulises, interactuando con los textos y con objetos. A medida que se van superando niveles, se descubren nuevos hechos sobre la novela, pueden escucharse textos, sonidos, ver imágenes de la época en que transcurren los hechos, etc. La recreación es fiel a la época.

El proyecto fue dirigido por el profesor Joseph Nugent. Un trabajo difícil por cuanto que la propia obra de Joyce es complicada.





11/7/19

Papiroflexia literaria





Los artistas franceses Zim y Zou cuyas obras pueden verse en su sitio web o en sus canales de Instagram y Behance, crearon para la exposición Sharing Worlds organizada por la Mohammed Bin Rashid Al Maktoum Knowledge Foundation, fantásticos escenarios en papel que recreaban Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y  Kristin Lavransdatter de Sigrid Undset. Colores verdes y llenos de vida para la primera obra; nocturnos y oscuros para la segunda. Obras detallistas a la vez que llenas de significado abstracto.

La exposición citada cerró ya hace algún tiempo pero existe una recreación virtual en este enlace.



10/7/19

Colores del otoño en las montañas Qiao y Hua





Autumn in Chiou and Hua Mountains es un trabajo de realidad virtual 360º que permite al espectador entrar en la famosa pintura de Zhao Mengfu (nacido en el siglo XIII) Colores del otoño en las montañas Qiao y Hua, una delicadísima obra en tinta. No menos delicada y lírica es esta obra, una joya de programación y buen gusto. 

Un trabajo realizado por Yi-Pin Hung, que trabaja en el Imlab de la Universidad de Taiwan.

El video siguiente no permite la interactividad que permiten unas gafas de VR pero da idea de la calidad de la aplicación.










9/7/19

Epad-Eink


La firma EeWriter sacará al mercado el próximo mes una tablet con pantalla de tinta electrónica, lo que por un lado limita sus actividades (especialmente vídeo y color) pero, por otro, proporciona numerosas ventajas como duración de  batería y legibilidad bajo luz intensa. Funciona bajo Android y dispone de una pantalla interactiva cataforética de 10.3". Es compatible con redes 4G y dispone de un procesador de 10 núcleos.

Más información en este enlace.








e-lexicografía





Hoy se celebra en Utrecht, Países Bajos, un congreso sobre lexicografía electrónica en donde se darán cita especialistas que disertarán sobre temas como formatos de representación lingüística, restricciones legales al traspaso de información, traducciones cruzadas, representación lexicográfica audiovisual, procesamiento de lenguaje natural o Inteligencia artificial aplicada a la lexicografía.

Más información en este enlace.


 

8/7/19

Teléfono y e-reader en uno


Aunque ya tiene varios años, aún se puede encontrar el Siswoo R9 Darkmoon, un teléfono móvil que tiene dos pantallas. Por una cara, una de emisión habitual como la que podemos encontrar en otros muchos smartphones. pero, por la otra, en vez de la tradicional superficie plana, dispone de otra pantalla, esta de tinta electrónica que permite leer textos con comodidad incluso bajo la luz del sol. Una idea que no es nueva (recordemos el Yotaphone) pero que en esta opción tiene un precio más asequible.

La pantalla LCD es de 5" y la e-ink de 4.5". Esta con una resolución no muy alta de 960 x 540 píxeles. Microprocesador Mediatek MT6752 de 64 bits con ocho núcleos y una frecuencia de 1,7 GHz. 3 Gb de RAM y 32 Gb de memoria interna. Cámara principal de 13 Mpx y trasera de 8 Mpx. Batería de 3000mAh.




5/7/19

Gigantismo artístico





Ariduka 55 o Monokubo son los seudónimos de un desconocido artista japonés que ha comenzado a mostrar sus obras en las redes sociales. Composiciones que se distinguen por la presencia de animales gigantescos embebidos en una escena corriente. Gatos cien veces más grandes que las personas que los miran, pájaros como elefantes y mariposas más grandes que un gran navío, una megalofilia constante. En cualquier caso, dibujos siempre sugestivos, con muy alta calidad de diseño y acabado y llenos de sensibilidad, un valor siempre presente en la creación artística japonesa.

Pueden verse algunas de las pinturas en este enlace.


En Japón, asimismo, hay un libro editado por el autor con sus dibujos: Megalophilia もの久保作品集 ISBN-10: 4046024321.





4/7/19

To the Moon




A partir de hoy y hasta el 21 de Julio se presenta en el Manchester International Festival una nueva instalación de Realidad Virtual realizada por Laurie Anderson y Hsin-Chien Huang, esta vez dedicada a conmemorar el 50 aniversario de la llegada del hombre a la luna. Con una duración de unos 15 minutos por sesión, la instalación nos adentra en un mundo onírico en el que se atraviesa paisajes lunares, se batalla contra la basura espacial o se encuentran jocosas apariciones, todo ello combinando realidad virtual y cine.

Más información en este enlace.




3/7/19

Textos guerreros




Textos guerreros, de Pablo Somonte Ruano, es un trabajo digital del año 2017 en el que se reflexiona sobre los grafitis, anuncios, publicidad y textos escritos en las paredes y calles de la ciudad de México, concretamente en la colonia Guerrero.

Sobre la frase, utilizada por los poderes públicos, Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido su uso para fines distintos a los establecidos en el programa, el algoritmo va sustituyendo aleatoriamente ciertas palabras de dicha frase por otras encontradas en muros y calles, creando cada vez una sentencia diferente a medida que el lector pasa el cursor por encima de los textos. La única interactividad es esa, pasar el puntero por encima del texto.

Puede leerse desde este enlace.














2/7/19

Mission Maker




Mission maker es una plataforma que permite crear juegos narrativos interactivos sencillos mediante un entorno de fácil utilización que puede ser dominado rápidamente por cualquier persona. Lleva preinstalados numerosos bloques gráficos y de diálogo que se mezclan visualmente para obtener resultados que de otro modo requerirían una programación muy compleja. Además, dispone de un lenguaje simplificado propio para crear dinámicas. 

Ha sido desarrollado por Duck Duck Zeus Ltd y MAGiCAL Projects. Está aún en la fase de pruebas y lanzamiento.

Puede comprarse desde este enlace. No está disponible todavía en español.

Abajo, un vídeo sobre la plataforma:




1/7/19

The Yellow Bowl




The Yellow Bowl, de Judy Malloy, es una revisión de un trabajo antiguo que ahora se pasa de BASIC a JavaScript y HTML. Un hipertexto en que varias narrativas se entrecruzan en una historia que combina ciencia ficción y realismo mágico.

Incluye un generador de texto que crea las historias de los protagonistas y lo combina con pequeños gráficos, animación de la tipografía y una banda sonora que simula un relato verbal.

Puede leerse desde este enlace.