31/10/08

Primero de Noviembre. Llueve. Llueve mucho.



Llueve. Llueve mucho. Menos mal que llueve.
Hoy no soportaría el Camposanto que te alberga
bañado en luz,
con niños jugando y familias con flores
que ningún otro día pusieron.
No quiero celebrar a los santos,
ni quiero ver las flores con que te visto.
No quiero rezarte bajo un cielo sereno y cobalto
ni quiero acariciar el mármol que ya nada protege.
Sólo quiero el milagro de que vuelvas.

Llueve. Llueve mucho. Menos mal que llueve.
Y el cristal mojado me trae memorias de aquellas tardes
entre sábanas
de abrazos repletas, de besos colmadas,
de suspiros culminados,
de caricias prolongadas,
de universos encerrados en afectos infinitos.
Llueve y en el tintineo de las gotas oigo tu voz
cuando decías ¡qué buen día para amar!
Evoco tu sonrisa y los caminos de tu piel
siempre explorados, siempre por descubrir.
Y deseo reposar otra vez en el aroma de tu pelo, dormido
bajo la lluvia que repiquetea en el cristal.

Llueve. Llueve mucho. Menos mal que llueve.
Me hace recordarte abrazada a mí bajo una manta,
viendo el caleidoscopio de estelas que las gotas formaban
en la ventana.
Hace que tu recuerdo crezca y yo lo deje crecer,
y me sienta bien haciéndolo,
y te honre haciéndolo,
y te sienta más cerca que nunca.

Llueve. Llueve mucho. Menos mal que llueve.
Hoy, no soportaría el Camposanto que te alberga
bañado en luz. Sacrílegamente luminoso. No, no podría resistirlo.

Llueve. Llueve mucho. Menos mal que llueve.
¿sabes?... me consuela que hoy Dios llore conmigo.



2 comentarios :

Anónimo dijo...

Muy bello. Muy doliente.

Ana dijo...

me ha emocionado. Precioso