26/3/08

Nunca me fallaste






Quizá no tanto como antes, no con tanta fruición, pero lo hago con la misma persistencia, la misma voluntad y la misma necesidad en el alma. Te pienso cada día y me alegro de que todos, todos y cada uno de los días he pensado en ti, unos mil veces, otras solo cinco o seis, pero todos, todos los días vienes a mi memoria de manera espontánea. Y bajo esos recuerdos, persiste la sorda y constante nostalgia que no se va, que está siempre ahí, que aunque se despiste con primaveras y amores y músicas y esperanzas, está siempre ahí. Vi una de tus fotos antes. La tomamos en un restaurante de carretera. ¿Fui consciente en ese instante de lo maravillosamente hermosa que estabas? Me estás mirando con una sonrisa que aún me conmueve, que me enamora como siempre me enamoró. Hoy queda sólo la imagen, ya se han marchado el hálito de tu vida, el efluvio de la colonia de Yves  Saint Lauren que usabas, el tacto de tu mano, las amapolas sobre las que nos recostábamos a charlar al lado del río y la viveza de tus ojos, pero queda tu imagen y las sinapsis que se disparan en mi cerebro para recrearte cada vez que te veo. En esa fotografía me estás mirando con la más maravillosa expresión de amor y siento lo mismo que sentía entonces, que te adoro con toda mi alma, mi dulce compañera. Has sido lo mejor de mi vida y anhelo que haya algo que nos reúna sea donde sea. Nunca me fallaste, nunca te fallaré.



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