17/3/08

Todo es tan distinto


Las calles siguen igual de concurridas al caer la noche, con las luces rojas de los coches formando hilos de color en las avenidas, con los mismos grupos de jóvenes riendo mientras comparten un bocadillo, con las fachadas de los edificios pintadas de puntitos blancos con sombras que se mueven en su interior. Brillan las mismas estrellas y la luna recorre el mismo escenario de nubes finas y oscuras. En las terrazas de la rambla han colocado quioscos de cristal que protegen del otoño a los que conversan frente a un plato combinado y una ensalada. Una pareja entra en el restaurante que hay en la esquina, a dos manzanas de tu casa, el que tú decías que era muy bueno y sobre el que tantas veces hicimos planes. Hay luz en tu casa. Hay vida en tu habitación. Alguien ha puesto unas macetas con flores en el alfeizar de tu ventana. Se me parte el corazón. Todo parece igual pero es tan, tan distinto, sin alma. Qué diferente era llegar antes, cuando estabas. Qué horrible es hacerlo ahora. Tienes que estar tan sola, compañera mía, tan sola. Tan solo estoy yo también. Iría ahora mismo a visitarte, en la noche, entre las sombras tristes de la noche en calma que te vela, a contarte mi día, a ver si todo está en orden, a esperar el milagro de un susurro o una brisa o un guiño del cielo que me diga que todo esto es un paréntesis, a pasar la noche entera cerca de ti. Pero hay una verja enorme que me lo impide.


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