Joshua Conrad Jackson de la University of North Carolina, Joseph Watts de la University of Otago, Teague Henry de la University of North Carolina, Johann-Mattis, Robert Forkel2, Peter J. Mucha y otros investigadores han publicado los resultados en el análisis computacional de lingüística comparativa de las palabras que denotan emociones (amor, temor, orgullo, odio, tristeza, envidia, ansiedad, etc) en numerosos idiomas. En concreto, en un conjunto de 2474 idiomas que pueden agruparse en 20 grandes grupos lingüísticos. Y 2439 palabras en esos idiomas anteriores.
¿Palabras que, en diversos idiomas, parecen definir una misma emoción representan realmente la misma emoción? ¿Cuándo un angloparlante dice love siente lo mismo que cuando un hispanoparlante dice amor? ¿y estos sienten lo que un turco define como sevgi? ¿Son las emociones básicas algo que está ya grabado en el cerebro o están fuertemente influenciadas por las culturas locales?
El nuevo estudio analiza las palabras que definen las emociones usando la colexificación, un proceso lingüístico que aúna la polisemia y la homonimia y trata sobre el uso de una misma palabra para hablar de conceptos distintos. Los idiomas recurren a describir cosas diferentes con una misma forma léxica. Por ejemplo, en español, la palabra vela describe un cirio y una tela para el viento; la palabra pueblo describe tanto un poblado como un conjunto de personas con cultura común. Este fenómeno da pistas interesantes sobre cómo se viven las emociones. ¿Por qué, por ejemplo, unas lenguas usan la misma palabra para definir el dolor y el remordimiento, mientras que otras unen dolor y ansiedad? ¿Se siente el dolor como un remordimiento?
Se han creado redes que ligan las palabras con las emociones y con otras emociones viéndose las relaciones emocionales dentro de la propia lengua y de unas lenguas a otras de los significados. El proceso requiere un buen trabajo de codificación del corpus con un sistema formal solido. Se han adscrito a cada emoción diversos cualificantes ( Valencia - impacto positivo/negativo-, activación - intensidad de la emoción-, certitud, sociabilidad, etc.). Una vez que el cálculo computacional ha ponderado estas redes se llega a conclusiones interesantes, en concreto que sí parece existir, aunque no de manera totalmente determinante, que hay un sustrato biológico universal en las emociones especialmente en cuanto a la valencia (si la emoción afecta positiva o negativamente a la persona) y a la activación (intensidad de la emoción), pero hay excepciones por lo que no es 100% concluyente.
La técnica resulta muy interesante porque permite abrir nuevas vías en el análisis del cambio semántico y encontrar relaciones antes no imaginadas.
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