Investigadores de la Universidad de Duke, liderados por Shira Faigenbaum-Golovin, han publicado un artículo científico en el se propone una innovadora metodología para abordar uno de los grandes desafíos de la crítica bíblica: la identificación de los autores o redactores de los textos que conforman la Biblia. Tradicionalmente, esta tarea ha estado en manos de filólogos que emplean herramientas históricas y arqueológicas para reconstruir las múltiples capas textuales que se han acumulado durante siglos de transmisión oral y escrita. La utilización de herramientas digitales habilita un enfoque estadístico-computacional masivo que permite detectar variaciones sutiles en la frecuencia de palabras —y secuencias de palabras— para distinguir entre diferentes estilos de escritura.
El artículo puede leerse completamente desde este enlace.
Este estudio analiza la autoría de los textos bíblicos utilizando métodos asistidos por computadora, basados en el análisis estadístico de la frecuencia de palabras (y secuencias de palabras o "n-gramas"). Parte de la premisa de que la Biblia es el resultado de un largo proceso de transmisión oral y escrita que se extendió durante siglos, con múltiples capas textuales que han sido revisadas y reescritas a lo largo del tiempo.
En la primera parte se analiza un conjunto de 50 capítulos pertenecientes al Enneateuco (los primeros nueve libros de la Biblia), divididos en tres grupos según la crítica bíblica, llamados capas antiguas del Deuteronomio, historia deuteronomista (de Josué a Reyes) y escritos sacerdotales.
Mediante el análisis de diferencias sutiles en la frecuencia de palabras, se logra distinguir estilos entre estos tres grupos sin necesidad de conocer previamente la identidad de los autores. Los resultados muestran que los dos primeros grupos están más relacionados entre sí que con el tercero, lo cual coincide con el consenso académico de que el periodo de escritura de los escritos sacerdotales es posterior. Además, el método obtuvo una alta precisión en la asignación de autoría por similitud lingüística.
En la segunda parte se aplicaron los hallazgos anteriores para examinar otros textos bíblicos cuya autoría es también objeto de debate. Usando los tres corpus definidos como referencia, se buscaba atribuir autoría a estos textos con criterios estadísticos y lingüísticos.
El estudio concluye que es posible identificar rasgos lingüísticos propios de los autores o redactores bíblicos mediante análisis automatizados. No solo confirma hipótesis del consenso académico, sino que ofrece una vía novedosa y cuantificable para resolver disputas en torno a la autoría de los textos sagrados. Se trata de un avance significativo en los estudios bíblicos, que abre nuevas posibilidades de análisis interdisciplinario entre humanidades y ciencias computacionales.
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