Se dice que todo lo que un hombre pueda imaginar, otro lo construirá. Roald Dahl, escritor gales, es uno de los más célebres creadores de cuentos para niños y adultos con varios de sus relatos llevados al cine (por ejemplo, Charlie y la fábrica de chocolate, Los Gremlins o Matilda). Él mismo fue también guionista, por ejemplo en la adaptación que hizo del relato de Fleming, Chitty Chitty Bang Bang. Hitchcock se basó en Hombre del sur para su película del mismo nombre y en otros relatos para su series en Alfred Hitchcock presenta.
Pues bien, Dahl escribió el relato El gran gramatizador automático, en donde un inventor, escritor aficionado y harto de que las editoriales le rechazaran sus trabajos, construye una máquina capaz de generar los relatos más perfectos.
Esta idea, la de la generación automática de textos, es hoy en día uno de los sueños perseguidos por la literatura digital aunque se está muy lejos de conseguirlo. A pesar de las noticias que de tanto en cuanto surgen sobre algoritmos que compiten con humanos al imaginar historias, o de las experiencias que desarrollamos unos y otros (tanto en verso como en prosa) , la generación de texto sin ayuda de un humano o sin basarse en una potente base de datos previamente escrita por una persona, dista aún mucho de poder considerarse exitosa. Pero todo se andará. Lo que un hombre pueda imaginar, otro lo construirá. Y Dahl ya imaginó que sería posible.
Mientras tanto, merece la pena leer a la tradicional usanza los relatos de Dahl.
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