16/7/08

Futuro lejano de la literatura digital

Si existen dudas sobre el desarrollo futuro en la creatividad de los autores de literatura digital, no existen en cuanto a que el hardware se desarrollará exponencialmente en un futuro. Probablemente, porque la ciencia es más calculable que el arte y porque la tecnología se somete a planificación más sumisamente que el genio creador. Por la misma razón, la creación artística nos satisface más que la técnica: porque es inabordable, inesperada, irrepetible.

El futuro cercano del hardware aplicado a la literatura digital debe pasar, sin duda, por disponer de soportes lectores cómodos. Leer en una pantalla es un horror. No es que, como manifiestan algunos, no estemos acostumbrados. Es que es cansino, engorroso, escasamente móvil y poco adaptado a la visión humana (y, si no, deberíamos ver las estadísticas de problemas médicos oculares debido a trabajos delante de monitores) . Esto desde un punto de vista sólo fisiológico. Desde un punto de vista psicológico es bastante evidente que, hoy en día, una inmensa mayoría de los lectores prefiere el papel por su manejabilidad (no es, por ejemplo, habitual que alguien se vaya a dormir con un ordenador o que se lo lleve a un banco en el parque, entre otras cosas porque además de ser pesado y generar calor, se acaban las baterías), por su robustez (el libro se cae y no se rompe; el libro no tiene fallos de disco o pantallazos azules), su inmediatez (no necesita baterías o enchufes), su precio y su textura, mucho más humana que una pantalla. Aunque seamos poco conscientes de ello, el tocar el papel, la textura del libro es muy importante.

Con todo ello, el futuro cercano es disponer de e-paper real. Láminas flexibles, de alto contraste, robustas (que no se rayen continuamente, por ejemplo), con bajísimo consumo (posiblemente recargable solarmente o con las propias manos del lector) y baratas. Estamos lejos aún pero no hay duda de que se conseguirán. En cualquier caso, hay que darse cuenta que realmente este futuro cercano no aportará una gran diferenciación sustancial a la literatura digital. Sólo habrá cambiado el soporte. Pero no las reglas de la literatura. Leer Moby Dick en un e-paper no cambia la naturaleza del capitán Acab ni lo convierte en digital. Sólo si surgen autores que consiguen explotar las características de ese nuevo soporte para hacer “algo distinto” (hipertextos, multimedias, novelas gráficas, etc) es cuando podremos decir que hay un paso adelante. O, al menos, si no adelante, diferenciador.

El futuro lejano, no obstante, es mucho más atractivo. E inquietante, a la vez.

Las actuales ideas pasan por el desarrollo del concepto de la holosala (holo-deck). Resumidamente, es una sala de realidad virtual en donde no se ve una historia sino que se vive la historia. El lector – el actor en este caso- queda dentro de la historia. Aún muy lejos de ser realizado, no es una idea nueva. Realizaciones aún incipientes (pero ya muy sorprendentes) existen en la industria médica, aeronáutica y sobre todo militar. Los simuladores actuales permiten un grado de realismo notable pero en áreas muy focalizadas. No sirven para simular “cualquier novela”. Un simulador de vuelo puede ser realmente realista y el piloto estará inmerso en un ambiente prácticamente real. Pero ese simulador no sirve para trasladarlo a la mazmorra del Conde de Montecristo con el mismo realismo. Pero, a largo plazo, ¿por qué no? Finalmente, es únicamente tecnología. Y eso es casi una cuestión de tiempo.

Supongamos, entonces, que se ha logrado realizar la holosala. En esa holosala, de paredes desnudas cuando no se lee nada, de pronto se proyecta una realidad 3D virtual que envuelve al lector e interactúa con él. Todo ello aderezado con sonidos, olores y brisas. Ya no leemos Moby Dick. Es que somos uno de los marineros en la cubierta del Pequod. Es que debemos lanzar el arpón o sufrir los coletazos del cetáceo.

El autor, en un futuro lejano, podría escribir historias que se desarrollen dentro de una holosala. Un mundo virtual literario perfecto … que nos aburrirá si la historia -siempre la historia- no nos emociona. En tal caso, la técnica sólo servirá para hacer que el aburrimiento sea colosal. Sin embargo, si el autor acierta, narra, y se centra en las emociones, en la historia, en caracterizar a los personajes, entonces la técnica le ayudará.

Y podremos ser Robinson en la isla, Sancho cabalgando al lado del hidalgo, Tirant entrando en una Constantinopla “real”, el detective Marlowe, Watson caminando junto a Holmes entre la niebla londinense o un Príncipe danés afligido por la muerte. Y, curiosamente, ni nos daremos cuenta de la maravilla que supondrá la holosala. Pero recordaremos para siempre la historia y las palabras.

La pregunta que nos surge es si estaremos hablando de literatura o de cine. En mi opinión será teatro. Un teatro – literatura, por tanto- en que el espectador es actor.

3 comentarios :

Anónimo dijo...

eso lo he visto yo en Star Trek

Julieta Lionetti dijo...

¿Y quiénes serán los productores de este teatro? ¿O estamos pensando en el nuevo autor como un Lope o incluso un Shakeaspeare, mezcla de empresario teatral y poeta fulgurante? Y en esa interacción, el espectador-actor ¿alterará la obra en su soporte para siempre y habrá tantas obras fijadas como espectadores ha tenido? ¿O será una alteración momentánea, solo fijada en la conciencia del espectador-actor,como siempre ha ocurrido?
Los ciudadanos de Atenas sabían de memoria los coros de las tragedias, pero los aprendían y sabían porque los coros eran una tecnología de fijación de la memoria colectiva. ¿Cuál será la función social de memoria de esta nueva literatura digital en las holosalas? El espectador-actor, ¿estará solo con la imaginación colectiva del autor-empresario? ¿o bien serán excursiones también colectivas, una especie de happening holográfico al que asiste en grupo,como se asiste desde siempre a las representaciones teatrales?
En última instancia, la literatura es creadora de mundo. Y ya hay nuevas formas de crear mundo: Second Life o Farm Ville, por ejemplo. El futuro no está tan lejos. Eso sí, a mí todavía me aburren sobernamente estos nuevos mundos.

Anónimo dijo...

(pantallazos azules)

jaja, ordenadores con windows. Obviamente algo en lo que ha avanzado ya la tecnología es en proporcionar sistemas operativos mejores que el primitivísimo y burdo windows.