Una
misma noche,(Alfaguara, 2012), de Leopoldo Brizuela, ganó el premio
de la mencionada editorial en el 2012. Es una novela de búsqueda, de reflexión
sobre el mal, sobre su presencia banal (no hay demonios, hay hombres que hacen el mal) pero absoluta, y sobre la responsabilidad que cada uno tiene
en que se propague, en que se asiente.
A partir de un asalto para robar
sucedido en el 2010 que tiene similitudes notables con otro acaecido en 1976 (en
pleno horrendo periodo de la dictadura argentina), saltando continuamente entre
esas fechas, Brizuela va construyendo un mundo de recuerdos y de sospechas, de remordimientos
y de miedos, de vergüenzas y de deudas, en
el que el protagonista (un escritor que narra los hechos como medio de
expiación) se debate entre olvidar la propia participación en el horror o enfrentarse a su responsabilidad o la de su familia. Es complicado mirar al mal y
descubrir que se está frente a un espejo, que está muy cerca de uno
mismo. Porque la novela nos viene a decir que nadie fue del todo ajeno a lo
sucedido; que, amén de los ejecutores y fanáticos de primera línea, una gran
masa silenciosa no hizo nada para evitarlo. Las memorias, fragmentadas,
aparecen y desaparecen sin mucho orden, sin que en ocasiones sigan un hilo
conductor, pero consiguiendo, de todos modos, llevar al lector esa sociedad oscura, temerosa, cómplice, sangrienta, de los tormentos, las detenciones
indiscriminadas, de niños robados, de “desaparecidos”, la angustia diaria y el país oprimido por una dictadura. El mismo contraste con la vida en 2010,
por muchos déficits que presente, ahonda en las tinieblas de 1976. El recurso
estilístico de ir saltando de aquí para allá está justificado porque responde a
los intentos del protagonista por hacer memoria y por conseguir discernir qué
es verdad y qué es lo que su cerebro se niega a admitir.
La
similitud de nombres entre el personaje (Leopoldo Brizuela) y el autor puede
sugerir que haya algo de autobiográfico en los recuerdos que desatan los
hechos.
Aunque Una
misma noche se ralentiza en demasía, a pesar de que hay capítulos que son un
déjà vu de otros anteriores y que el desenlace se ve llegar
desde decenas de páginas antes, es una novela interesante. Eso sí, en absoluto
es un thriller como dice la propaganda.
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