En La ceremonia del adiós, Simone de Beauvoir escribe acerca de la muerte de Jean-Paul Sartre:
"Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo."
Estoy de acuerdo en la segunda parte. Fue hermoso, extraordinariamente hermoso, que nuestras vidas se cruzaran, por azar aparente, porque, lo sabes, siempre creí que era un destino diseñado por los poderes cósmicos más profundos. Fue extraordinario. Un milagro, un privilegio, una conjunción que obliga a dar gracias eternas aunque no se sepa a quién.
Con la primera parte de la frase de Beauvoir quizá podría decir que estoy de acuerdo, porque no tengo idea alguna de qué ocurre al final. Nadie lo sabe.
Pero, sea cual sea la verdad, me niego a aceptarlo, lo rechazo, me niego a creer que mi muerte no nos unirá. Sí, ya lo sé, es un tontería acientífica y voluntarista, una superstición.
Me da igual.
Si he de desengañarme, no será en esta vida.
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