La familia real (Pálido fuego, 2015), de William Vollmann
una novela negra, una historia de prostitución y cainismo en la costa oeste
estadounidense de los años noventa del pasado siglo. Los dos hermanos protagonistas
se mueven en los mismos ambientes, en la misma podredumbre, sólo que uno es un
detective que busca a una prostituta en San Francisco y otro es un empresario
que organiza espectáculos porno en Las Vegas. Y el primero está enamorado de la
mujer del segundo. Una historia excesivamente estirada (más de 1000 páginas que,
a ratos, no se justifican), de traumas infantiles, de desencuentros, de
obsesiones, de denuncia del sórdido mundo de las mujeres esclavizadas y narrada
con una gran capacidad para sugerir escenas y sensaciones, muy dura en ocasiones
al describir lo más horrendo del comportamiento humano, plegada de historias
que se cruzan o totalmente aisladas las unas de las otras. Con un dominio del
lenguaje notable, obra llena de reflexiones sobre todas las instituciones –políticas,
legales, religiosas, familiares- y sobre todo tipo de seres humanos en una red
intrincada – y, a veces, pesada- que nos muestra un tejido de la sociedad
moderna en donde nadie puede tirar la primera piedra porque todos tienen
manchas ocultas, sin concesión a las cosas bellas de la vida.
Un libro que cuesta leer pero que permanece en el recuerdo, que impacta para bien o para mal.
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