Una obra de literatura digital no existe si no la leen los lectores. Dado que, hoy por hoy, la venta de literatura en DVD o CDROM en puntos de venta convencionales es escasísima, puede afirmarse que o está visible en la red o no está. Cierto que existen algunos eventos (seminarios, convenciones, exposiciones monográficas) en donde pueden exhibirse las obras pero siempre, por lo general, de manera muy puntual y para acceso de una serie de pocos especialistas.
La primera opción, obvia, es pagar porque los buscadores coloquen nuestra obra en posiciones accesibles y visibles de los listados. Ello significa pagar por el albergue de las páginas y obras en un servidor, pagar un programa Premium en los buscadores, etc. Y, posiblemente, no recibir nada a cambio ya que poquísimos lectores van a pagar algo por descargar la obra. La literatura digital se convierte, así, en muchísimos casos, en una especie de hobby caro.
Admitiendo que, a pesar de todo, aceptemos esta forma limitada de promocionar nuestra obra, al menos deberemos analizar qué factores maximizan esta opción. Desde este punto de vista hay tres factores de cierta importancia:
A) La tecnología utilizada. El uso de Flash, por ejemplo, consigue una estética y una espectacularidad de alta calidad. También, simplifica la programación. Pero es una tecnología que dificulta al usuario la accesibilidad (porque, para empezar, este debe tener instalados ciertos plug-ins y el tiempo de carga se alarga considerablemente) y que implica ciertos problemas de indexación de las páginas para los buscadores. Quizá se logre una página muy bella pero que no sea mostrada por los buscadores o por los navegadores. O que sólo se vea correctamente en ciertas plataformas y en otras no (particularmente, las de aquellos potenciales lectores que impiden la ejecución de contenido activos para mantener un alto grado de seguridad).
La primera opción, obvia, es pagar porque los buscadores coloquen nuestra obra en posiciones accesibles y visibles de los listados. Ello significa pagar por el albergue de las páginas y obras en un servidor, pagar un programa Premium en los buscadores, etc. Y, posiblemente, no recibir nada a cambio ya que poquísimos lectores van a pagar algo por descargar la obra. La literatura digital se convierte, así, en muchísimos casos, en una especie de hobby caro.
Admitiendo que, a pesar de todo, aceptemos esta forma limitada de promocionar nuestra obra, al menos deberemos analizar qué factores maximizan esta opción. Desde este punto de vista hay tres factores de cierta importancia:
A) La tecnología utilizada. El uso de Flash, por ejemplo, consigue una estética y una espectacularidad de alta calidad. También, simplifica la programación. Pero es una tecnología que dificulta al usuario la accesibilidad (porque, para empezar, este debe tener instalados ciertos plug-ins y el tiempo de carga se alarga considerablemente) y que implica ciertos problemas de indexación de las páginas para los buscadores. Quizá se logre una página muy bella pero que no sea mostrada por los buscadores o por los navegadores. O que sólo se vea correctamente en ciertas plataformas y en otras no (particularmente, las de aquellos potenciales lectores que impiden la ejecución de contenido activos para mantener un alto grado de seguridad).
Algo similar ocurre con el uso de Javascript, marcos (frames), applets de Java, etc. Es habitual abrir páginas con applets que no se ven ya que los ordenadores impiden su ejecución o no tienen activado el motor java o cualquier otro aspecto. Desde este punto de vista, es preferible, en la medida de lo posible, utilizar tecnologías amigables a los buscadores y navegadores entre las que caben citar el HTML clásico, CSS, XML, etc. Además, el autor debe asegurarse que la obra se ve correctamente en cualquier resolución de pantalla, al menos de 800x600 para arriba. Es frecuente ver obras que se ven mal en ciertas resoluciones, lo que significa que el lector corta y pasa a otra cosa.
Es muy importante, asimismo, programar añadiendo gran cantidad de metadatos en las cabeceras HTML de modo que los buscadores puedan indexar las páginas de la obra adecuadamente y, por tanto, aparezcan más fácilmente a los posibles usuarios/lectores.
B) La estética de la obra. No hay criterios que puedan definirse y existen infinitas estéticas atractivas dependiendo de la capacidad artística del autor. Pero sí es cierto que es un factor fundamental el lograr que el lector se sienta a gusto ante la pantalla. Por eso es recomendable que, independientemente del contenido, el autor compruebe con diversas personas si el diseño le es agradable, le es atractivo, le subyuga o si, por el contrario, le aburre. Una vez encontrado un continente adecuado, deberá rellenarse con un contenido excelente. Por así decirlo, un gran vino en una gran botella.
C) Una interactividad racional. Una obra literaria digital no es un juego de adivinanzas. La interactividad debe existir pero debe ser sencilla. No puede esperarse que el lector deba dedicar una gran atención o un tiempo largo simplemente a buscar cómo interactuar con la obra, en buscar los links o en imaginar cómo funciona el sistema. Porque, primero, pierde su interés por el contenido real, por el texto, y , segundo, porque se aburre y lo abandona.
1 comentarios :
pero el diseño es todo en un libro digital. Si no, cual es la diferencia con el papel?
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