La pasada semana, la prensa se hacía eco de la multa de 30.000€ (una cantidad nada desdeñable) que la DGT había impuesto a la distribuidora cinematográfica Tripictures, por promocionar la película Larry Crowne con el cartel que se ha usado en todo el mundo y en el que se ve a sus protagonistas, Tom Hanks y Julia Roberts, conduciendo una moto sin casco. Según la DGT la sanción es pertinente por "promocionar conductas temerarias". Por supuesto, en ningún otro país ha ocurrido esto con el cartel. Y es que, caso de haber puesto el casco a los protagonistas en el afiche, pocos espectadores se hubieran percatado de quiénes son los artistas. Para más inri, en la película los protagonistas sí usan el casco.
Confundir un elemento creativo, un simple dibujo de cine, con la incitación a ser temerario es un extremismo esperpéntico. Es una mecanización de la moral, un juzgar automáticamente sin atender al contexto o al sentido común, la burocracia por encima del arte, lo políticamente correcto por encima de la lógica, hasta el punto del disparate.
Puestos a aplicar esta legalidad ciega, podíamos empezar a multar a:
- La película “Evasión o Victoria” , exactamente por el mismo “delito” ya que en esa cinta Steve McQueen se muestra pertinaz huyendo de los nazis en moto y sin casco. Eso sí, habría que felicitar al soldado de la Wermacht al que le roba la moto porque este sí cumplía con las normas y llevaba su casco.
- El cartel de Vacaciones en Roma con Gregory Peck y Audrey Hepburn, o el de Marlon Brando en El salvaje, o los de Easy Rider y El Profeta con Vitorio Gastman y tantas otras con carteles muy parecidos.
- Y no digamos nada de Matrix donde realizan todas esas correrías en motocicleta de alta cilindrada sin protección alguna y haciendo locuras en la carretera.
- Se debería multar a Sergio Leone por mostrar el rostro de Clint Eastwood con un cigarrito en la boca. O James Bond en multitud de sus películas.
- Y qué decir de la maravillosa Rita Hayworth cantando en ese local lleno de humo de cigarrillos en la película Gilda. ¿Qué hacía Glenn Ford mirándola a ella en vez de asegurarse que nadie fumara dentro? ¿Y qué decir de la violencia de género explícita con esa bofetada que nunca debiera haber pasado a los anales del cine? Que no se proyecte nunca más esa película por sus nocivos ejemplos.
- ¿Qué debemos hacer con todos esos vaqueros fumando dentro de los bares en Río Bravo?. Penalizable también Dean Martin fumando en el camastro mientras canta la inolvidable My rifle, my ponny and me. O Lauren Bacall y Humphrey en Tener y no tener. O tantos otros.
Pero no sólo deberían multarse películas. También los museos más importantes del mundo. ¿Qué hacen todos esos paisanos del Barroco pintados por Brower, fumando y riendo en el lienzo? ¿O los fumadores y bebedores del Teniers que posee El Prado?¿O el cuadro similar del mismo artista en el Thyssen, donde encima el cuadro se llama con todo descaro Fumadores en un interior? ¿Qué no saben que está prohibido fumar en recintos abiertos al público? ¿Habrá que esconder el autorretrato de Van Goch con esa pipa entre sus labios? ¿Ocultar los borrachos de Velázquez porque dan muy mal ejemplo? ¿El Monet que muestra a Renoir fumando debe embalarse y almacenarse en un sótano?
¿Y qué me dicen de la literatura? Habrá que quemar casi toda la novela negra, prohibir la entrada en nuestra mente a Sherlock Holmes y su inseparable pipa, ¿Censurar El humo de la pipa de Rubén Darío?
Conste que yo no he fumado ni me he montado en una moto nunca, pero el sentido común siempre debería prevalecer frente a la moralina.