29/3/16

Editions At Play




Editions At Play es la apuesta de Google por la literatura digital. El portal, que aún cuenta con pocas obras, fue creado el mes pasado. Tres son los objetivos que dicen perseguir: fomentar una nueva literatura digital, lograr un diseño excelente de la misma y encontrar una nueva audiencia para tales obras, fines que son realmente interesantes porque si algo ha faltado a la literatura electrónica hasta el momento, es su engarce con el público en general, salir del entorno académico cerrado y autocomplaciente donde se ha desarrollado. 


Ciertamente, es un proyecto comercial como no puede ser de otra manera en una empresa que busca el beneficio de sus accionistas. Pero la potencia financiera y de marca de Google, así como que puede fomentar el que las obras sean visualizadas preferentemente en su buscador, hacen que la iniciativa tenga un valor especial de cara al futuro de la literatura digital. Si va a ser una apuesta a largo plazo y sostenida, sólo Google lo sabe. Pero es una puerta muy interesante la que se abre.


El portal puede verse en este enlace.



27/3/16

Please Knock on My Door





Please Knock on My Door, de Michael Levall, es un juego narrativo sobre la depresión que permite ir tomando decisiones a medida que la historia avanza con desarrollos distintos en función de tales elecciones. Como todo juego, su fundamento es lograr ejecutar correctamente el juego pero presenta componentes narrativos suficientes como para encuadrarlo dentro de la literatura digital. Un narrador sugiere opciones a tomar pero es el lector/jugador el que finalmente decide si le hace caso o no.



En este momento, está en fase de pruebas y parece ser que la versión definitiva llegará al mercado en otoño.




26/3/16

Paneles de tinta electrónica de gran tamaño




Si bien es cierto que los lectores de tinta electrónica están perdiendo terreno sobre la lectura en pantallas retroiluminadas (y todos los dispositivos de lectura en pantalla no avanzan como se pensó hace años respecto al papel que sigue reinando absolutamente), su desarrollo no ha cesado.



Se presentaron este año en la CES 2016, grandes paneles de tinta electrónica que pueden verse sin problemas en cualquier situación de iluminación, incluso a pleno sol. Ciertamente, como se ve en el vídeo, el tiempo de refresco es un tanto lento pero el resultado- siempre en gamas de grises- es muy buen en lo que se refiere a resolución y visibilidad.


Aún está por llegar la tecnología que aúne las ventajas de la tinta electrónica y la de las pantallas de emisión. 






24/3/16

The Vanishing Game



The Vanishing Game , producido por Land Rover, y escrito por William Boyd, es un excelente relato digital, una mini novela de intriga, un thriller en el que es el texto- como debe ser en literatura- lo fundamental pero queda reforzado con la adición de elementos multimedia. No sólo imágenes, sonidos y vídeo sino el audio de la narración y, sobre todo, la sincronización del texto que circula en pantalla con los otros componentes. Además, contiene enlaces hipertextuales que al ser accedidos suspenden la narración y muestran información adicional aunque es breve y menos significativa que el resto. 

Una presentación cuidada que realza la atmósfera de suspense y una interface interesante programada sobre Tumblr. Existen versiones para Ipad, para Kindle PC y para Kindle.

Puede accederse a The Vanishing Game desde este enlace.








23/3/16

Open.Ended




Open.Ended, de Daniel C. Howe y Aya Karpinska, es un poemario 3D en el que los versos se inscriben en cubos que se mueven e interaccionan en el espacio virtual de la pantalla. Los versos, así, aparecen inscritos en los lados de cubos transparentes que se engarzan unos con otros. A medida que avanza la interacción con el usuario, los textos cambian dinámicamente. Una banda sonora potencia la creación de una atmósfera apropiada a los poemas. 

Es necesario activar el motor  Java. Puede leerse desde este enlace.


22/3/16

Deathbook




Deathbook, del alemán Andreas Winkelmann, es una novela digital que combina textos y vídeos en un continuo multimedia que pasa a ser transmedia porque varias ramas de la historia se desarrollan en websites adicionales y en redes sociales, interactividad mediante códigos QR, mensajes, etc. Una combinación de hechos reales y ficticios que generan una telaraña donde el lector queda atrapado. Este, además, puede inscribirse para tener acceso a nuevos contendidos. 

Una historia de asesinatos y terror bien engarzada en lo digital puesto que parte del descubrimiento por parte del Sr. Winkelmann de un misterioso portal de Internet al que se convoca a los muertos.

Sólo el primer capítulo de la serie de diez puede leerse gratuitamente. Puede accederse al mismo en este enlace.






19/3/16

Primer Festival de Escritura Digital





Se ha presentado en México, el Primer Festival de Escritura Digital que se celebrará del 19 al 21 de abril paralelamente en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia y  en la red social Twitter. En esta última, podrán seguirse las conferencias en la cuenta @EscrituraDigita con el hashtag #EDG16.


Participarán 19 escritores quienes tratarán sobre la literatura que es posible desarrollar en plataformas digitales con especial énfasis en las redes sociales. 

Está programado, asimismo, un taller práctico en Twitter para componer un relato cooperativo. Para ello, a partir de una semilla inicial, los lectores podrán ir desarrollando la historia en la cuenta @YquePasaDespués. Esta actividad será coordinada por el escritor Alberto Chimal.

 Más información en este enlace. La cuenta twitter en este otro.


17/3/16

Generador de poemas en el ELC3




Es un privilegio que, dentro del tercer volumen de obras de literatura electrónica que la ELO publica cada 5 años, se haya incluido una pequeña obra mía, un generador automático de poemas que mediante la técnica de moldes (templates) y plantillas gramaticales permite generar millones de versos diferentes. Ciertamente, la inspiración "algorítmica" no puede vencer de momento a la inspiración humana pero tiene a su favor la cantidad. Entre los trillones de poemas distintos, la posibilidad de encontrar alguno muy bueno es alta.

El ELC3 contiene más de 100 trabajos. Son dos - uno de Belén Gache y este mío- los que ha sido seleccionados en España.

Puede accederse al programa en este enlace.




15/3/16

The boat



The Boat, de Matt Huynh, es un relato digital que está construido con técnicas de parallax y de cómic, de modo que a medida que se va realizando el scroll vertical, aparecen diversos textos, animaciones e imágenes que desarrollan la historia. Son 6 capítulos que cuentan una huida a través del mar, esa emigración forzada y horrible.

Es interesante el efecto de vaivén continuo que simula el estar físicamente en el barco (en el primer capítulo), con ese movimiento que las olas producen y que induce al mareo. En otros capítulos, los movimientos de las animaciones son más sutiles pero siempre interesantes y apropiados. Excelente el modo de mostrar la fiebre en el último capítulo a través de bocetos.

Una banda sonora con la que se escucha el batir del mar y la presencia de la tormenta, o el bullicio de las calles asiáticas, envuelve al lector en la atmósfera adecuada, algo que se realza al estar diseñado en blanco y negro, como si sólo pudiéramos ver esas fugaces instantáneas que los rayos permiten observar en medio de la noche.

Muy interesante. Buen trabajo. El único "pero" es que precisa una conexión rápida pues hay muchos gráficos a descargar.

Se ve mejor en Chrome. Puede accederse a la obra a través de este enlace.







13/3/16

The Thirty-Nine Steps




The Thirty-Nine Steps de Faber and Faber, es un relato digital para la plataforma Ipad. Basado en la obra del escocés John Buchan, es una traducción evocadora, resumida, que a través de imágenes bien realizadas y una banda sonora envolvente, realza la atmósfera de lectura intrigante propia de una aventura de espías, una versión que intenta sumergir al lector en el suspense con elementos más allá del texto. Un reto porque "39 escalones" es una obra con diversas adaptaciones (TV, cine, teatro) algunas de ellas de gran calidad. Tampoco es la primera vez que se adapta al entorno digital puesto que ya antes apareció "The 21 steps", de Charles Cummings.

No sólo contiene imágenes. También mapas, simulaciones de periódicos, cartas, folletos, pequeños videoclips, etc. Interactividad limitada, lo que no es malo. 

Puede comprarse desde este enlace.


12/3/16

Portadas animadas




¿Por qué mantener las portadas de los libros estáticas en la era digital? La respuesta es que perfectamente pueden animarse.

Es lo que propone Henning M. Lederer, un artista que dota de movimiento a portadas clásicas minimalistas de los años 50 y 60 del siglo pasado. Los motivos geométricos propios de aquella época adquieren una vida y un interés mucho mayores con el detallista trabajo de Lederer.





11/3/16

47ª Convención de la Northeast Modern Language Association




Como ya se anunció en Biblumliteraria cuando se abrió el plazo para presentar ponencias, entre los próximos días 17 y 20 de este mes, se celebra en Hartford, Conneticut, la 47ª Convención de la  Northeast Modern Language Association. Auspiciado por la Universidad de Connecticut presentará casi medio millar de conferencias en el ámbito del lenguaje, también muchas de ellas sobre el impacto de lo digital en las humanidades y la literatura. 



El programa completo, realmente interesante, puede leerse en este enlace.



10/3/16

Europeana Eagle Project





El proyecto Eagle de la biblioteca Europeana es una base de datos multimedia y gráfica que pretende memorizar historias sobre inscripciones latinas durante el dominio de Roma, desde el siglo III de Cristo hasta el siglo V. Se trata de una herramienta basada en Web que permite a los usuarios crear y cargar contenido multimedia que elabore y genere una narrativa acerca de inscripciones halladas en diversos lugares. Una mash-up con Google Maps permite, además, situar cada historia, cada pieza de información en el lugar preciso donde se encuentra la epigrafía. La plataforma permite utilizar vídeos, mapas, documentos e imágenes, bien sean propios o enlazados desde otros lugares

En este enlace puede accederse al proyecto. En este otro, un manual de uso.

El próximo día 7 de abril, organizado por la UNED Tudela y la Universidad de Navarra, tendrá lugar una conferencia en el que, entre otros temas, se disertará sobre este proyecto.


8/3/16

Cuando las historias terminan





Cristóbal Méndez llegó a la ciudad un domingo al mediodía. La luz desbordante del trópico se le metió entre las carnes y sintió una alegría impropia de su carácter, él que era un hombre más bien taciturno y dado a la melancolía. Depositó sus dos maletas con rueditas en el suelo y, pacientemente, esperó a que llegara un taxi a la parada. Se dejó arrastrar por el bullicio de la plaza que daba a la estación.

- Parece que va a ser una buena idea.- pensó.

Su editor, don Juan Antonio Peñaranda, le había llamado a su oficina unas semanas antes. Lo recibió serio, con un traje negro que más bien debía vestirse en un funeral, no en una reunión de negocios.

- Amigo Méndez, es hora de tomar decisiones. Los lectores se aburren, reconozcámoslo. Los beneficios merman. Su columna semanal ha dejado de interesar. – le había dicho mientras le ofrecía un cigarrillo que Cristóbal rechazó.

En realidad, todo era cierto. Las musas, ya se sabe, vienen y van y, en aquel momento de su vida, le habían abandonado. Cristóbal había sido un escritor apreciado, con una página completa a su disposición en “El Oráculo” para contar historias por capítulos, en la más pura esencia de Dumas o de los escritores dieciochescos. Sus aventuras eran seguidas por decenas de miles de lectores con avidez y Peñaranda, viendo un filón, había firmado con él un suculento contrato por diez años. Como si de un futbolista se tratara, hasta existía una cláusula de rescisión, no fuera que algún otro editor, sobre todo el odiado director del “Cada día” pudiera tentarle con escribir para la competencia. Las historias de Méndez – que transcurrían en lugares exóticos y que hablaban de personajes siempre excéntricos y aventureros- habían sido un éxito durante cuatro años pero, casi de pronto, todo cambió. Las ventas del dominical comenzaron a retroceder, las críticas se tornaron duras – “escritor insulso de aventuras para adolescentes y pésimos lectores aniñados”, había escrito el asqueroso cronista de la gaceta cultural local- y los beneficios que Peñaranda obtenía no daban para sostener el jugoso sueldo al que se había comprometido con el escritor.

- Si la imaginación se ha esfumado, hay que ir a buscarla- había dicho el propietario del diario.
- Es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Cómo?
- Buscando historias, parajes, situaciones, anécdotas, amigo mío. Todos los escritores del mundo alimentan su creatividad con lo que ven sus ojos. Usted se ha acomodado a esta tranquilla vida de la capital donde siempre ocurre lo mismo, donde todo es tan anónimo y aburrido que no me extraña que no encuentre nada que contar.
- Quizá, quizá- había respondido Cristóbal, con cierto convencimiento.
- Usted necesita un tratamiento de choque. Ver nuevas culturas, y no me refiero a marchar a otra capital como esta, con los mismos anuncios y los mismos centros comerciales. Debe ir a un lugar lejano, con escasez, con vidas absolutamente diferentes a las nuestras. Observar un nuevo mundo. Ya verá cómo le vuelve la imaginación, querido Cristóbal.

La conversación había durado sólo unos minutos más. Peñaranda no le había dado opción. Le puso en las manos el billete de avión y el voucher del hotel. Dos meses de estancia pagados. O lo aceptaba o llamaba a sus abogados para enfrentar un largo litigio por incumplimiento de contrato. Algo como una demanda por falta de productividad creativa, mencionó.

Así que allí estaba, frente a un mercadillo que llenaba la plaza porticada de tenderetes de frutas que le resultaban desconocidas, de calzado cosido a mano, de blusas con unos colores que él nunca hubiera pensado que existían en el arco iris, de una miríada de pequeñas jaulas con pajarillos que brincaban sobre columpios de alambre y un griterío que atronaba en sus oídos.

- Parece que va a ser una buena idea.- volvió a decirse – aquí deben existir historias en cada esquina, en cada conversación.

Llegó a la pequeña casa de la playa unas dos horas después. Pagó al taxista y se quedó mirando al mar durante un largo rato. En el horizonte, un frente de nubes nacaradas avanzaba hacia la costa amenazando galerna al atardecer. La arena era muy fina y estaba moteada de conchas y caracolas. Hacia el este, tres o cuatro pequeños balandros serpenteaban entre las olas. Se le hincharon los pulmones de aire perfumado. Jamás antes había sentido eso, el aroma del aire, afrutado, que casi se podía masticar.

- Buenas tardes, señor – una voz de mujer, a su espalda, le sacó de su ensimismamiento.
- Hola- se giró para darse de bruces con Manuela, la mujer que iba a cuidar de la casa y preparar la comida cada día. Le habían hablado de una ayudante en la agencia.
- ¿Tuvo un buen viaje?
- Sí, gracias- avanzó la mano a modo de saludo y ella correspondió con un apretón fuerte, casi varonil.
- Le preparé algo de comida. Como no sabía cuándo llegaría, son sólo algunos platillos fríos. Pero espero que le gusten.
- Estará bien, seguro. Ahora que menciona la comida, lo cierto es que tengo hambre.
- Pues, venga, no hablemos más y entre. Déjeme que lleve sus valijas a la habitación.

Dio buena cuenta de un plato bien colmado de embutidos y de otro con frutas variadas que ni supo reconocer, bien cortadas y limpiadas, dispuestas formando dibujos. Dos jarras de zumo de piña le sirvieron para saciar su sed. No pudo evitar comerse unos cuantos pastelillos de crema que estaban deliciosos.

Mientras comía, observó a la mujer. Sin ser guapa, su rostro era atractivo, con una expresión que la hacía interesante. Delgada, Cristóbal le calculó unos cuarenta años. El pelo, moreno, anudado en un moño decorado con un lazo de color azul celeste. Ojos oscuros, manos finas pero curtidas por el trabajo, una voz con personalidad, segura de sí misma. 

Luego deambuló por la casa, sencilla pero muy acogedora. Su habitación, la única con cama de la vivienda, tenía las paredes pintadas en un ocre claro, casi anaranjado, que le otorgaban un carácter alegre a la vez que confortable. Separada por un corto pasillo, la cocina tenía una mesa de roble con sus sillas a juego, las alacenas eran amplias y la vajilla estaba bien ordenada en sus estantes. La modernidad no había llegado aún a aquel lugar en lo que se refería a los electrodomésticos. Una cocina de leña de las que Méndez había visto en casa de su abuela, cuando era muy pequeño; una nevera que precisaba una barra de hielo para enfriar su contenido y una lavadora de tambor vertical con escurridor manual. El baño estaba limpio pero el agua caliente había que calentarla antes de ducharse en un barreño preparado para ello. Cristóbal pensó que, de todos modos, en aquel clima, el agua caliente no era lo más importante. El salón disponía de un sofá de los años sesenta y una mesa cómoda para trabajar junto con lámparas excesivamente barrocas para su gusto.

Lo mejor de la casa era el porche que daba a la playa. Tras el refrigerio, se sentó en el pequeño sofá y Manuela le sirvió una jarra de limonada. No le preguntó nada, simplemente se sentó a su lado y se sirvió otro vaso del refresco.

- Le creía más viejo – le miró, con una sonrisa que a Cristóbal le pareció encantadora.
- Empezamos mal- él le devolvió la sonrisa- ¿Cuántos años me echa?
- ¿Cincuenta?
- Y uno- respondió él, y se acercó la limonada.
- ¿Y usted, cuántos me echa a mí?
- ¿Treinta? – mintió a propósito.
- Es usted un galán por lo que veo- se sonrojó ella-, ha fallado por once.
- Pues no los representa – volvió a mentir.
- Ya, ya, ya…. Hombres.
- ¿Ha nacido usted aquí, Manuela? – se atrevió a preguntar.
- Sí, y he vivido siempre aquí. Y, qué quiere que le diga, tampoco tengo muchas ambiciones de visitar mundo. Aquí se vive tranquilo, no me falta de nada, usted puede ver por sí mismo lo hermoso del mar, del cielo y de la playa. ¿Qué más puedo pedir?
- Sí, quizá tenga razón. ¿Está usted casada, si me permite preguntarlo? ¿Hijos?
- No, a punto estuve, no crea, que una ha tenido su éxito. Pero me dejaron plantada en el altar, ya ve usted, un mal nacido al que quise mucho y en el que no supe distinguir su verdadero ser. Luego, ya no tuve ganas. Me da pereza amar. Sí, eso es, pereza.
- Vaya, lo siento.
- ¿Y usted? – preguntó ella- ¿está casado?
- Lo estuve. Me divorcié hace doce años. Ya sabe, la rutina que todo lo arruina.
- Pues ahora soy yo la que lo siente.
- Ya pasó. Ya no duele – él bajó la mirada.
- ¿Y a qué ha venido aquí? A mí me han contratado para cuidar de la casa y asegurarme que no muere de hambre pero poco más sé.
- Soy escritor.
- ¡Escritor!- exclamó ella- ¡me encantan las novelas románticas¡ ¿Las escribe usted? Ya sabe, lo que una no tiene ni quiere tener en la realidad, lo desea en los libros.
- No, no- él intentó disimular la poca estima que tenía de la literatura rosa-, yo escribo historias de aventuras, de exploradores que se pierden en el Himalaya o en las selvas africanas; de viajeros espaciales; de descubridores de tesoros… en un periódico…
- ¿El Himalaya? ¿Dónde está eso?
- Muy lejos- repuso él mientras la miraba a los ojos. Sintió un temblor en su interior sin saber por qué.
- ¿Pero hay un chico y una chica que se enamoran en sus historias?
- Pues- balbuceó-, no muchos. Mis aventureros luchan y mueren en los más recónditos lugares. Poco tiempo tienen para perderlo en amoríos.
- Qué triste – contestó ella- , ¿y dice que le leen a pesar de que no hay romances?
- Pues sí, o al menos me leían. Ahora menos, la verdad. Me quedo sin lectores. Por eso estoy aquí.
- ¿Porque no le leen?
- Sí, mi patrón piensa que me he quedado sin imaginación y espera que viviendo aquí por un tiempo se me ocurran nuevos cuentos, nuevas aventuras.
- ¿Y usted qué piensa? – fue ella ahora quién le miró fijamente a él.
- No tengo ni idea, francamente.

Las semanas que siguieron se atuvieron a una rutina no prevista, pero no por ello menos exacta.  Manuela llegaba hacia las ocho con el periódico y preparaba el desayuno. Luego, Cristóbal marchaba al pueblo a observar la vida, atento a cualquier detalle que pudiera sugerirle una historia. Había contratado a un taxista para que hiciera el viaje cada día. Volvía al cabo de dos horas, escribía un rato, almorzaba y, tras una breve siesta, se ponía de nuevo a escribir. Apenas veía a Manuela porque ella marchaba a su casa durante la pausa de la comida y mientras estaba escribiendo ella permanecía alejada, como si le diera miedo el poder asustar a la musa del artista. La relación era cordial pero el poco roce hacía que tampoco tuvieran mucho de qué hablar. Además, él estaba allí para escribir. La calidez del clima, la hermosura de la luz y la vida plácida no le hacían olvidar que su editor esperaba recuperar su inversión, así que cada día se sentaba frente a su Olivetti y tecleaba.

Al principio, todas las cuartillas acabaron en la papelera pero, a los diez días una historia comenzó a brillar en su cabeza a fuerza de observar los bosques del horizonte y la flora exuberante de la región. Un profesor de botánica cuya madre sufre una muy extraña enfermedad, sin cura conocida en Europa, busca desesperadamente bibliografía sobre la misma, encontrándose con que la farmacología no tiene respuesta pero que hay noticias - leyendas, más bien- de que, en Sudamérica, cierto extracto de planta, tomado a lo largo de varios meses en dosis importantes, alivia el mal. Sin pensárselo, cruza el océano y en compañía de un guía nativo se adentra en la selva en busca de la planta medicinal que ha de salvar a su madre. Muy en su línea, muy del gusto de sus lectores habituales. Cierto que resultaba melodramático pero sabía moverse bien en ese terreno y, finalmente, era algo que encandilaba a muchos de los que compraban el diario.

La primera entrega llegó al despacho de Peñaranda justo antes de que tuviera la reunión de cierre de la edición. Le gustó lo que leyó.

- Ya era hora, Méndez, ya era hora- se dijo, y a toda prisa mandó hacer hueco para el primer capítulo de la nueva serie de aventuras.

Los dos meses pasaron rápido. Su hada literaria había regresado, en el periódico estaban satisfechos y las ventas iban bien. Era el momento de regresar. Cerró sus billetes para el día siete y dos días antes comenzó a hacer las maletas, cosa que no pasó desapercibida a Manuela.

Se sorprendió a sí mismo cuando, aquella mañana, se acercó a la mujer y, con cierto sonrojo, le preguntó.

- Mañana me voy. Ya han pasado los dos meses. Me preguntaba si le apetecería cenar juntos esta noche. Sé que hay un restaurante tranquilo en la calle Córdoba y me preguntaba si….

Ella se le quedó mirando fijamente. Dos mechones de cabello le enmarcaban el rostro y, aún con los guantes de plástico con los que estaba limpiando, su bata de trabajo tan poco favorecedora y sus zapatillas gastadas, estaba radiante.

- Será un placer- contestó sin apartar la mirada-, pero por qué ir hasta la ciudad si podemos cenar aquí. Al atardecer, el mar se pone muy lindo.
- Es una invitación. No quisiera que trabajara…
- Podemos cocinar juntos- ella le guiñó un ojo.
- Bueno, yo de cocina… los huevos fritos, un filete crudo por dentro y quemado por fuera…. – se sonrojó al ser pillado en un punto débil de su existencia. Lo suyo eran los precocinados.
- Venga, no se hable más. Cuando regrese de comer, nos ponemos a ello.

Sólo pudo decir que sí y, cuando ella marchó, se sintió extrañamente animado. Una chiquillada, pensó, pero podría resultar una velada agradable.

Ella llegó hacia las cuatro y casi no la reconoce. Llevaba un vestido beige muy elegante, su cabello colgaba en corta melena, se había maquillado discretamente y se había calzado zapatos de tacón. Le pareció maravillosamente atractiva y se preguntó cómo no había podido verla así durante aquellas semanas. De su mano colgaba una bolsa con los alimentos que había decidido tomarían aquella noche.

- Bien, ¿dispuesto a colaborar en la cocina?- le preguntó mientras depositaba la bolsa en la mesa.
- A sus órdenes, señora mía- contestó él, jocoso.
- Arroz mamposteao y arepas rellenas de jamón y huevo.
- No tengo ni idea de qué me habla- él rió-, pero preguntaría cuál es el postre.
- Coquitos. ¿Qué tal si nos tuteamos, Cristóbal?

Él se quedó cortado, como si de pronto se encontrara ante una audiencia de críticos literarios, o ante el Papa, o ante Dios bajado del cielo.

- Claro- balbuceó y, dándose el gusto de saborear cada sílaba, añadió:- , Manuela.

Años más tarde recordaría aquella tarde como una de las mejores de su vida, aun cuando no supo nunca qué estuvo haciendo. Se dejó guiar y valga el cielo qué bueno resultaba dejarse guiar por aquella mujer.

- Calienta el aceita en esta sartén y me salteas el jamón. Que quede doradito- y aunque en realidad era una orden que esperaba fuera ejecutada con precisión y rapidez, lo pedía con tal encanto que Méndez se hubiera dejado abrir en canal por satisfacerla.
- Ahora el arroz. Revuelve. Más. Venga, revuelve más….

Él se multiplicó. No tenía brazos ni neuronas ni ojos suficientes para hacer todo aquello. Sólo, ni hubiera podido comenzar y, sin embargo, junto a Manuela, todo parecía fluir de un modo milagroso.

- ¿Está ya el arroz marroncito?... ¿Sí?,… espera, que le echo el cilantro.
- Yo puedo hacerlo.
- Lo hago yo, que aquí está el secreto de todo- respondía ella con dulce autoridad.

La tarde en el trópico cae pronto. El cielo se tornó rosáceo y los pájaros comenzaron a regresar a sus ramas. Los botes en los que pescaban los lugareños comenzaron a izar sus redes y la brisa de la noche que llegaba comenzó a jugar entre las frondas.

Fue ella la que se ocupó de preparar la masa para las arepas mientras él servía dos copas de vino blanco. Al cerrar la nevera pensó que echaría de menos la visita del vendedor, cada dos días, con su camioneta refrigerada en donde portaba las barras de hielo. 

- Amasa esto hasta que esté bien planito. Y luego calentamos la plancha.
- Yo soy el artista- protestó él-, ¿por qué sólo hago las tareas del pinche?
- ¿Cuándo has visto tú que el hombre sea más creativo que la mujer? – replicó con convencimiento y él no replicó porque estaba más que de acuerdo.
- ¿Cómo sigo?
- Pica el huevo en trocitos muy pequeños y cubre las arepas con jamón y huevo. 

La plancha caliente, a medida que cocinaban, exhumaba un aroma que abría el apetito. Manuela se afanaba ahora con el postre, batiendo con una energía increíble la leche de coco, la canela y la leche condensada.

- Tendría que estar más frío, pero no tenemos tiempo. Picaremos un poquito de hielo.

Para cuando se sentaron en la mesa, ya estaba oscurecido. Cristóbal encendió unas velas y colgó unos farolillos de cirio de los árboles más cercanos. 

- Para que luego te quejes de la creatividad de los varones. Está bonito ¿no?- le separó la silla cuando ella fue a sentarse en un gesto cortés que le salió del alma. El mar estaba inquieto y las olas rompían en la arena con fuerza, creando armonías dulcemente extrañas.

Aquella noche, entre arroz y arepas, entre vino y murmullos de cigarras, él conoció algo de la vida de ella y ella casi toda la de él. Era sencillo charlar con Manuela. Es más, era reconfortante hacerlo.

- ¿Te espera alguien? – preguntó ella mientras terminaba con el coquito.
- Ya sabes que no. Estoy escaldado. El amor y yo somos incompatibles desde lo del divorcio.
- Te entiendo- contestó ella.- Pero me da pena por ti.
- Se está haciendo muy tarde- dijo él y se maldijo por haberlo dicho.
- ¿Importa eso?
- ¿A ti?
- No. Quiero que me cuentes de tus libros.

Ella trajo otra botella y él, halagado por la pregunta, le contó cómo y cuándo había comenzado a escribir, de sus penurias al inicio, de su éxito en el periódico, de sus sueños de escribir una obra de teatro, de sus lagunas cuando las musas le abandonaban.

- ¿Y qué escribes ahora?
- Un explorador que busca un elixir para salvar a su madre.
- ¡Parece uno de los tebeos que yo leía de pequeña!- exclamó Manuela sin poder evitarlo.
- ¡La peor crítica que me han hecho jamás!- protestó él sin mucha convicción.
- ¿Y acaba bien?
- No lo sé aún, falta que escriba tres o cuatro capítulos más, Pero creo que no, hay que dar un toque de realismo al lector. Al cabo, no hay medicinas milagrosas. Creo que su madre morirá y él regresará a su país sin haber logrado su objetivo.
- A mí me gusta que las historias acaben bien- ella se puso seria de pronto, apoyó su mejilla sobre su mano y se le quedó mirando.
- Pero la vida es dura.
- Da igual. Quizá, por eso mismo. Al menos, que las historias acaben bien.

Él durmió en el sofá del salón y ella en la cama. Cuando Cristóbal despertó, ella ya había salido para coger el autobús de las siete. Durante una hora no supo si estaba despierto o dormido, si los recuerdos que se le agolpaban en la memoria correspondían a la velada o a un sueño. El ligero olor a su perfume que aún flotaba en la estancia, sin embargo, le aseguraba que todo había sido real, tiernamente real.

El taxi con el que había convenido el viaje dos días antes se presentó puntual.

- A la estación- pidió y el chófer, sin mediar palabra, arrancó su grande y vieja limusina.

Al llegar a la estación, tuvo que hacer cola en la ventanilla de los billetes. El tren que iba a tomar era de los lentos, de los que paran en todas las estaciones por pequeñas que sean. Hacía calor y el barullo era notable. Le dolía la cabeza, quizá demasiado vino durante la cena de la noche anterior, quizá la melancolía de dejar el lugar, qué sabía él.

- Buenas tardes- le dijo el oficial cuando por fin le llegó su turno- ¿A dónde?

Cosas de la mente. Uno está lejos pero cree sentir o ver u oler a alguien. Por un segundo creyó verla, por otro segundo creyó percibir el tacto de su piel.

- ¿A dónde caballero? – volvió a preguntar el funcionario de los ferrocarriles

Miró a un lado y a otro por si la veía. Pero, ¿cómo iba a estar allá? Era un tonto. Un tonto de remate. Le esperaba Peñaranda y en un par de semanas apenas ya recordaría aquellos dos meses.

- ¿Señor, a dónde? – escuchó.
- ¡A ver si despertamos! ¡Que perdemos el tren!- gritó un hombre un poco más atrás.
- ¿Por favor, señor, qué desea, a dónde quiere viajar? – insistió el del uniforme azul.
- A ningún sitio - respondió.
- ¿Y por qué está usted entorpeciendo la fila?- preguntó el otro con asombro.
- Es que las historias deben terminar bien.


  





7/3/16

La hermandad de la buena suerte


La hermandad de la buena suerte, (Planeta, 2008), de Fernando Savater es una novela negra a caballo entre el thriller y la reflexión filosófica, y nunca mejor dicho lo de “a caballo” porque el escenario de la historia es el mundo de la hípica. Una propuesta innovadora que mezcla tiempos y espacios, desestructurada, con capítulos desde varios puntos de vista sin transiciones evidentes. 

Así, Savater combina una visión alejada de los hechos con la opinión en primera persona de algunos de los protagonistas. Las disertaciones más intimistas son aprovechadas para pensar la vida, la muerte, el azar de la fortuna y la felicidad. Aun siendo interesantes y bien escritas en lo formal, podrían encajar en cualquier otra trama, no sabiéndose bien si estas sirven a la intriga de la acción o viceversa o, más bien, no tienen que ver la una con la otra. Hay una cierta falta de coherencia, de leit-motiv que dé sentido a las reflexiones. La propia historia de secuestros y rencores se dosifica apropiadamente siendo su desenlace la parte más floja. Desde este punto de vista, la novela va de más a menos, perdiendo interés a medida que el thriller se torna repetitivo y que las digresiones filosóficas van entrando forzadamente porque, al final, lo que parece que importa es debatir si existe, o no, la buena suerte.

La prosa es rica, cargada de ironía en muchas ocasiones, con nombres de los personajes que tienden puentes a otras obras (y hasta a los dibujos animados), con escenas que tienen bastante de esperpento y disparate.




6/3/16

No Legacy Symposium





El próximo día 11 se celebra en la Biblioteca Doe de la UC en Berkeley, el simposio de inauguración de la exposición e-lit. En este evento, en el que se disertará sobre literatura electrónica, habrá dos mesas de trabajo para analizar el estado del arte en literatura digital. Seguirá un tour por la feria en la Brown Gallery donde se podrán ver las obras presentadas. En la primera mesa se debatirá sobre los fundamentos de la literatura electrónica con presencia de Dene Grigar, Élika Ortega ay Roberto Cruz Arzabal, mieentras que en la segunda se tratará sobre las perspectivas en diferentes lugares sobre dicha literatura, con Leonardo Flores, Sandy Baldwin y Alex Saum. Participarán, asimismo, Amaranth Borsuk y Doménico Chiappe.

El enlace del evento y del resto de la exposición. 


5/3/16

Caligrafía mecanizada




Bond Gifting es una empresa americana que propone mecanizar el arte de la caligrafía de modo que oferta el escribir notas personales o de negocios con estilos y fuentes de alta calidad que se imprimen en el papel mediante un robot que manipula una pluma real. Así, el resultado final es similar a esas misivas tan hermosas del siglo XIX, sólo que la mano humana es sustituida por un manipulador. El servicio incluye también el envío de la carta en sobre lacrado.






3/3/16

Máster Letras Digitales: Estudios Avanzados en Textualidades Electrónicas



Para el curso 2016-1017, la Universidad Complutense de Madrid propone el máster Letras Digitales: Estudios Avanzados en Textualidades Electrónicas que busca formar a personas con estudios en humanidades en competencias tecnológicas aplicadas a las textualidades electrónicas, la cibercultura y la literatura electrónica. 

El programa de dicho máster puede descargarse desde este enlace.


2/3/16

Biblioteca digital de textos en latín




DigilibLT, es una biblioteca de textos en latín digitalizados, documentos que van desde el siglo II de nuestra era hasta el siglo VII. El buscador permite localizar textos por autor, por fecha, tipo de texto o por título. Se trata, por lo general, de textos en prosa  y en general son textos de autores no cristianos. Los textos están editados en formato XML-TEI.

Es un proyecto de la Universidad de Piamonte.

Se incluye también, dentro de la información del portal, ediciones críticas de los textos como, asimismo, documentos en PDF y enlaces a otras librerías.

Desde este enlace, puede accederse a DigilibLT

1/3/16

Gráficos interactivos con textos





El estudio turco NOTA BENE Visual ha creado una instalación que combina técnicas de reconocimiento de formas con proyecciones de texto para lograr un efecto realmente llamativo y espectacular, más cerca del juego que de la literatura de todos modos.

A medida que los espectadores se mueven por delante de la pantalla, una serie de cámaras detectan su posición y su movimiento, "mapeando" posteriormente en tiempo real diversos textos sobre el área que delimita la silueta del sujeto. Dada la potencia de cálculo de los ordenadores utilizados, puede seguirse la traza en tiempo real, con resultados notables. El usuario puede, asimismo, crear una determinada historia en función de que deje que se vean o no los diversos párrafos proyectados.