28/3/19

El ver y las imágenes en el tiempo de Internet



El ver y las imágenes en el tiempo de Internet, (Akal, 2018), de Juan Martín Prada, catedrático de la Universidad de Cádiz, es un ensayo que analiza el impacto de Internet y de los diversos dispositivos que nos sirven para conectarnos a la red y entre nosotros en la creación y difusión de imágenes. La cultura actual puede definirse como una cultura de la imagen y esta crece exponencialmente a medida que Internet permite albergar más y más información accesible a casi todo el mundo (aunque esta visión y las reflexiones del libro se me antojan bastante "western-céntricas"). 

Una hiperconectividad digital que, curiosamente, hace que dudemos de todo por cuanto que, primero, la imagen ya no es algo inusual, con fuerza, y, segundo, porque los medios de alterar esas imágenes para crear una ilusión de veracidad siendo todo falso son fáciles de usar hoy en día.

Reflexiones interesantes sobre una sociedad que se encuentra a sí misma cuando es observada, cuando muestra todas sus interioridades, perdiéndose la distinción entre lo que uno es y el cómo le ven a uno. Imágenes que crean realidades virtuales, un teatro vital que la tecnología permite en la actualidad, que por un lado abren mundos y por otro crean inestabilidad y dudas sobre todo.    

Un ensayo moderado que estudia los pros y contras sin caer en dramatismos o exageraciones. 



25/3/19

Van Goch, la nuit étoilée



Extraordinario el montaje multimedia titulado Van Goch, la nuit étoilée que l'Atelier des Lumières está mostrando desde el pasado 22 de febrero hasta final de este año. Un recorrido inmersivo por la obra del pintor Van Goch en el que el visitante queda embelesado con la visión que se le muestra de cada obra, con las animaciones, el sonido, el movimiento y la magia de un espacio virtual exquisito.

La obra ha sido creada por Gianfranco Iannuzzi, Renato Gatto y Massimiliano Siccardi con la colaboración musical de Luca Longobardi. La producción es de Culturespaces.

Más información en este enlace.






24/3/19

Storyspace 3





Storyspace 3 es una herramienta para macOS, comercializada por la firma Eastgate Systems, que permite crear hipertextos de manera interactiva y visual. Cada bloque de información puede ligarse a otros utilizando ligaduras dinámicas gráficas. Dentro de cada bloque puede introducirse el texto que se visualizará y las opciones hipertextuales que se activarán en cada momento.

Storyspace 3 puede recuperar los archivos de la versión anterior y las convierte al nuevo formato que utiliza ficheros XML. La sintaxis de los comandos es sencilla de manejar.

Puede comprarse desde la web del diseñador.





23/3/19

Word Crimes







Word Crimes es un vídeo musical publicitario creado por Jarrett Heather para “Weird Al” Yankovic que citamos por su uso de literatura cinética.

En cada secuencia, las palabras y frases se mueven por la pantalla ocupando sus posiciones en función del énfasis que se quiera dar a una u otra cosa. Asimismo, se hacen llamadas a las redes sociales. 

La literatura cinética juega con el movimiento y la animación de la tipografía para lograr una impresión literaria ampliada.





22/3/19

Fallout 4




Fallout 4 es un videojuego narrativo creado por la compañía Bethesda ambientado en un Estados Unidos apocalíptico y destruido con armas nucleares en donde los supervivientes viven en búnkeres especiales. Está disponible para Windows, Xbox One y Play Station 4. Sus gráficos son excelentes y muy realistas con movimientos muy cuidados. El escenario, el terreno de juego, es muy extenso y bien programado visualmente.

La narrativa surge de diálogos que se escuchan y se leen, pudiéndose jugar como protagonista principal (viendo el juego en primera persona) o como espectador (viéndolo en tercera persona). 

Debemos citarlo en Bilbumliteraria porque contiene más de 100.000 líneas de diálogo lo que da idea de la importancia que se da al texto narrativo y, por otro lado, permite imaginar la cantidad de combinaciones posibles de juego.







En este video puede verse prácticamente todo el desarrollo del mismo ( 6 horas de filmación):






19/3/19

Ausencias 4.0.





Aunque el destino volviera y jugara a inmiscuirse,
aunque el destino quisiera regresar y arrepentirse,
algo se ha roto muy dentro.
Algo se ha roto muy dentro
al no dejarme seguirte.
No puede volverse atrás cuando uno comienza a irse.


Y, de pronto, has desaparecido.
Miro mi correo y no hay nada.
Las redes se han convertido en un laberinto de opacos silencios.

Tu icono - esa foto de cuando fuimos juntos al pantano. Te besé aquel día - ha cambiado y no lo reconozco entre la multitud de falsos amigos.
Ya no eres mi cómplice.

Miro la pantalla, una y otra vez, sin tenerte, sin leerte.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte, 
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas de diodos?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía?

Si la pantalla fuese más amplia, podría escribirte por ejemplo:

Parece que es igual, pero es distinto.
Parece que me hablas, pero callas.
Te reclamo y no quiero que te vayas
pero el mundo que hicimos ya está extinto.
Tu adiós es tan distante y tan sucinto
que me matas, me abates, me desmayas.
No te quiero, dijiste. Luego, callas
y te marchas del brazo de tu instinto.
Y miro diez mil veces la pantalla,
que pasó de ser aire a ser muralla,
muriendo por “un tuit” cada mañana.
¿Buscarás tú escribir, al otro lado?
¿Lees aún mis mensajes con agrado?
Tu ternura ha volado, tan lejana.


Sí, observo la pantalla como si fuera la ventana del mundo,
de tu mundo, de nuestro mundo,
pero lo que construimos se ha diluido
   como el efímero humo de los barcos,
      como los destellos de los espejos, 
         las cabriolas de los estorninos
           o las ondas de los estanques.


Se habrá saturado tu memoria y es preciso borrar el pasado
para dejar sitio a nuevos desengaños.
Es irónico cuán rápido se desvanece un cosmos que parecía eterno.
Un día me dijiste que, aunque no me lo dijeras,
me amabas mucho.
Dos meses después me dejaste
y tu icono en el whatsapp, como si fuera tu sombra, 
marchó contigo, 
se sumergió hasta las profundidades de la oquedad abisal 
en la que caen los mensajes no dichos,
    los contactos no habituales, 
      los textos no deseados,
        las palabras que no llegan a los labios, 
           accidentadas mortalmente en la garganta.


Y miro la pantalla, una y otra vez. Y otra más. Y otra.


Para la luz no existe el tiempo.
Tan deprisa navega por el cosmos
que el universo se le contrae y todo se colapsa en dos dimensiones.
Antes, después, ahora, no se diferencian.
Un instante son todos los instantes. Lo dijo Einstein.
Por eso, cuando me mirabas,
tus ojos me regalaban tu presente, tu pasado y tu futuro,
y yo creía vivirte completa.
Pero eso era antes. Mucho antes. Ayer.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte,
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía?

El teléfono, antes, fue
el nacer de nuestro mundo,
el amanecer fecundo
de un para siempre, pensé.
Aquel día que llamé,
¡Te quiero!, dije rendido,
disparado aquel latido
de mi ansia desmedida
por encontrarte en mi vida
sin creer ser merecido.
Y me dijiste que sí,
¡Por Dios, llámame! escribías;
ansío oírte, decías.
Y te juré y prometí
estar perdido sin ti.
Pasábamos muchas horas
en palabras persuasoras,
conversando en la distancia
aupados en la constancia
de ternuras tentadoras.
Y, de pronto, te has callado.
No suena ya el tintineo
de un mensaje, ni te veo.
Y me siento traicionado,
sin velas, desarbolado.


Me malacostumbraste a saber de ti,
  a asfixiarme en un torrente de sentidos,
    a saber que estabas aunque no te viese,
      a creerme deseado,
        a desearte.

Qué importaban los viajes si cada mañana te escuchaba,
si me enviabas una fotografía de cada paisaje que veías,
si yo te la enviaba de cada avenida que visitaba.

Qué júbilo al recibir tus mensajes,
unos por algún motivo, los más sin él;
algunos por hacernos saber que, justo en ese momento, 
nos habíamos pensado;
otros porque sí, porque te apetecía decir “te quiero” 
o yo deseaba escucharte.

Y, ahora, parece inimaginable que el teléfono sea tan desalmado,
que su pantalla permanezca oscura como la madera bien quemada,
que tu nombre se haya hundido en la hondonada de los recuerdos,
en un mar sin corales, en una primavera sin azahar,
que no seas más mi amiga,
aunque sólo fueses una de esas de mentirijillas
con un redondel amarillo risueño delante.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte, 
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía?


Y, ¿cuándo te fuiste sin darme cuenta?
Dímelo, que no tengo las respuestas
ni derecho a expresarte mis protestas,
tan sólo es mi dolor que se lamenta.
Tengo, de ti, mi existencia sedienta
como las piedras secas de las crestas.
¿Qué hice?, te pregunto, y no contestas.
Sólo deseas una ida incruenta.
Mas no existen adioses apacibles,
que todos resultan tan terribles
porque para un amante es el declive
y para el otro el aire que reanima
sin importar si hiere o si  lastima.
Acepto el trato. Yo, muero. ¡Tú, vive!


Toco la pantalla con mi dedo y me duele,
como si acariciara agaves, como si tocara metal helado.
Me duele porque, antes, mi mano recorría tu rostro,
y tu vientre, y tu sexo, y el interior de tus muslos,
y peinaba tu pelo,
y delineaba tus labios justo antes de besarlos,
y se maravillaba de sentir tu piel,
 siempre distinta, así que la transitara un millón de veces.

Ahora, sólo tengo la pantalla donde busco tu icono,
esa foto de cuando fuimos al pantano,
y aquella otra en que me hablabas inglés 
                                 con un cigarrillo en la mano,
y el mundo hermoso y completo – nada más importaba- 
                                 en el iris de tus ojos;
y la del banco junto a la ribera del río que compartimos 
                                con el piar de los petirrojos,
o la imagen tuya reflejada en la vitrina de aquel escaparate.

Somos una buena pareja- dijiste- … pero ya no lo recuerdas.

Ahora, el gozo de mis ojos es tu nombre delante de la arroba
cuando llega un correo, las pocas veces que lo envías.

Y me duele, porque antes mi mirar se embelesaba con tu sonrisa,
y con tu figura desnuda justo antes de abrazarme bajo la cama.
Me llamabas tonto cuando, 
cada noche, como si antes no hubiera habido otras,
me quedaba absorto mientras te desnudabas
y mis pupilas se agrandaban 
para ver la vía láctea de tu cuerpo.

Toco la pantalla con mi dedo, buscándote, buscando tus mensajes
y no hay nada.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte, 
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía?


Detrás se quedan las copas
compartidas de Verdejo
entre el acariciar de manos
y los juegos del cortejo.
Atrás quedan tantas charlas,
tu ternura, tu consejo,
que vieras no sé qué en mí,
que me dejaras perplejo.
Atrás muere la esperanza,
se torna negro el espejo
porque sin ti, sin tu afecto,
no me gusto en mi reflejo.
Quedan atrás los instantes,
es mi vida la que dejo
porque sin ti a mi costado
tan sólo me siento viejo.


Cómo duelen los recuerdos que no pueden repetirse,
…que no pueden repetirse.
Cómo duelen los recuerdos que no pueden repetirse
y tantas y tantas cosas que no pueden ya decirse.
Aunque el destino volviera y jugara a inmiscuirse,
algo se ha roto muy dentro,
al no dejarme seguirte.
No puede volverse atrás cuando uno comienza a irse.



Me despierto sobre el ruido de la noche,
ha llovido y los coches circulan con ese sonido 
                           a llanto triste que producen, 
y palpo en la mesilla el cristal de la pantalla.
Se ilumina, y no hay mensaje. No me has escrito.

Es una espera melancólica,
como cuando se atiende en el tanatorio
o en el pasillo de un hospital.
Es la esperanza falsa de que va a salir un doctor de bata blanca 
para decir que todo fue bien,
o va a llegar un Nazareno que diga: levántate y anda.

Siento angustia porque el teléfono no suena,
porque no me llegan tus correos, porque ya no estás en mi red.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte, 
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía


La noche ya no es amiga.
Ahora, se puebla de imágenes que huyen,
como caballos desbocados y aterrados,
sin amazona que los guíe,
instantes quemados por el fuego bajo que nunca compartimos,
convertidos en pavesas inquietas que se lleva el viento.

Abajo, en la calle, dos sombras se funden en un beso
y en abrazos de anhelo y ansia,
como antaño lo hacíamos nosotros,
cuando rodábamos desnudos eclipsando nuestros cuerpos.


Has llenado mi mundo de niebla, de galernas, de óxido,
para poder llenar el tuyo de luz, de caracolas, de espuma de mar.
Ahora, tu nombre sabe a hielo,
tu recuerdo, que una vez fue alas, pesa,
el deseo se envenena de sí mismo.
Ahora, afronto la vida como en esas tardes frías y cortas,
sin anaranjados hermosos o farolillos de fiesta,
como esas tardes de otoño en que lo único que apetece
es que llegue ya el invierno.


Me asusta tu ausencia.
Dispongo de mil artilugios para saber de ti
       y todos están en silencio,
             como si se hubiesen confabulado en un apocalipsis.

Me pongo en línea para que veas que estoy conectado,
para animarte, para incitarte a decirme algo, cualquier cosa.

Dijiste que también te duele a ti pero que ese dolor pasará
y lo afirmaste con tanta frialdad que me asusté aún más.
No sólo me dejas,
    es que tienes la voluntad de hacerlo, 
        orgullosamente,
tan segura estás de que soy una rémora,
    tan preparada estás para marcharte. 
        Estoy tranquila ahora, dijiste.

¿Tanto he fracasado? ¿Tanto?

Anda, coge el teléfono, escríbeme.
Anda, mándame un mensaje
     aunque sólo tenga ciento cuarenta letras.
Anda, escríbeme, aunque sólo sea una palabra.

Por Dios, llámame. Soy yo ahora el que lo grito.

Anda, haz que suene el “dindondín” y me despierte en plena noche
y que pueda leer, como antaño, 
un te añoro, o un te quiero, o un te deseo.
Anda, hazlo, atrévete, estoy aquí, esperando, 
mordiéndome el orgullo,
llamándote estúpida … y vida de mi vida al mismo tiempo,
    y traidora … y almíbar de mis labios,
        e insensible… y cielo mío,
            y egoísta… y dulce cariño,
                y queriéndote más que nunca.

Anda, haz que este maldito aparato se ilumine.
O, mejor, no lo hagas, quizá yo ya no quiero.
Quizá yo ya no quiero.


Nos separa una distancia infinita
en cómo valoramos los afectos
porque tus besos son mis predilectos,
mas mi presencia a ti te debilita.
Mi mundo alrededor de ti gravita
y contigo se escriben mis proyectos
pero tú miras sólo mis defectos
y mi amor sólo dudas te suscita.
Tan honda asimetría nos separa
que aunque infinitamente yo te amara
no igualaría el fiel de la balanza.
Es dolorosa la verdad concisa:
para rendirme, basta tu sonrisa
pero mi amor entero no te alcanza.


La batería está cargada, la conexión activa, la red en marcha.
La aplicación funciona, tengo el teléfono en mi mano, espero.
Tú quizá escribas ahora a alguien, a algún otro que no soy yo.

Espero, sabiendo que te has ido para siempre.


A veces, ¿sabes?, juego a engañarte, 
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.
Pero desisto. ¿Cómo encerrar mi alma entre dos líneas?
¿Cómo regalarte poemas en tan escasa geografía?


El mundo tiene memoria,
es difícil el olvido
porque escribo con tu pluma,
y tu libro he releído,
porque uso tu cartera,
porque contigo he tejido
viajes, noches, sexo, charlas,
porque me pensé elegido,
porque tu foto, en un marco,
miro ahora entristecido,
porque tu aroma en la cama
aún no se ha desvanecido,
porque aún uso tu colonia,
porque estaba convencido
que el lazo que nos unía
no sería desunido.
Aunque has elegido irte,
porque orgullosa te has ido,
encintas están las calles
de tu recuerdo querido.
Los instantes de las cosas
no son parte del olvido,
las memorias de lo inerme
no se avienen al despido.
Aunque yo ya te he olvidado
 continúa el mundo entero
recordando lo vivido.



Y, ¿ahora, qué?
¿Qué hago con esta pantalla que no se alumbra,
con estas conversaciones que han enmudecido?
¿Me bloquearás?

Repaso, uno a uno, los miles de mensajes de tantos años
para arrojar más sal a la herida, para recordar que fuimos,
para morir lentamente porque no supe entusiasmarte.

He de agradecerte que me acogieras en tu puerto,
que me agarraras de la mano y me hicieras ver el horizonte,
en ese encuentro infinito 
en que no hay nada más allá del corazón henchido,
del balbuceo torpe de las palabras que no expresan lo sentido.

Me has mostrado un cosmos, ahora me lo ocultas.
Me has abierto un palacio, ahora me lo cierras.
Me has llenado de miel el paladar, ahora me sabe a metal amargo.
Recordar no es vivir dos veces, es llorar por la pérdida,
amortajarse de nostalgia y de infinitas dudas.


Cómo duelen los recuerdos que no pueden repetirse
y tantas y tantas  cosas que no pueden ya decirse.
Aunque el destino volviera y jugara a inmiscuirse,
algo se ha roto muy dentro
al no dejarme seguirte.
No puede volverse atrás cuando uno comienza a irse.

A veces, ¿sabes?, juego a engañarte,
a estar en línea, a que te escribo,
por si me contestas, por si quieres saber de mí.

Por si quieres saber de mí.




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Kosmopolis 2019




Como cada dos años, se celebra en Barcelona Kosmopolis. En concreto desde mañana día 20 hasta el próximo 24. Organizado por el CCCB (Centro de cultura contemporánea de Barcelona), esta edición se articula en torno a 9 grandes ejes: 

- Literatura en red
- Diálogos con escritores
- El relato cuántico
- La revolución feminista
- Laboratorio de historias
- Transición del capitalismo
- Los relatos que inspiran a Kubrick
- Escena plural
-Archivo Xcentric

 Está prevista la participación de Lisa Randall, Julian Barnes, Rasha Abas, Philip Ball, Marina Garcés, Golan Haji, Han Kang, Eric Sadin, Paul Mason, Susan Orlean, Josep Pedrals, Enrique Vila.Matasi e Ian Watson entre otros.

Conferencias, mesas redondas, talleres, proyección de películas, campeonatos de poetry slam, exposición de artefactos narrativos, performances y diálogos. Puede verse el programa completo en este enlace.


 

18/3/19

Everything is alive





Everything is alive es una serie de curiosos relatos en forma de podcast en los que se hacen entrevistas a objetos cotidianos de la vida diaria como si estos estuviesen vivos, tuviesen nombre, sufrieran y padecieran. Relatos en formato de entrevista entretenidos y divertidos, incluso con su carga de reflexión profunda. Eso sí, en inglés.

Pueden escucharse desde la Apple Store y también hay bastantes en el portal de ivoox, por ejemplo este episodio en el que se entrevista a una lata de Coca Cola llamada Louis.







16/3/19

Borges: The Complete Works





Borges: The Complete Works, de Daniel Temkin y Rony Maltz es una simulación de La Librería de Babel de Borges. 

En la pantalla aparece una especie de sopa de letras inmensa sobre la que el lector puede ir marcando palabras a medida que las encuentra, teóricamente hasta poder completar las obras del escritor. Se afirma que están todas las palabras escritas por Borges tanto en español como en sus traducciones inglesas. Eso sí, pueden pasar años hasta encontrarlas todas.

Para experimentar con la aplicación, úsese este enlace.










15/3/19

Writing Manchester





Writing Manchester es un portal interactivo en el que se pueden localizar geográficamente y obtener información las librerías, bibliotecas y centros culturales literarios de la ciudad inglesa.

Para la localización se utiliza un mash-up de Google Maps y sobre él se pueden ver las etiquetas de cada establecimiento. Clickando en esa etiqueta se accede a una web adicional con información.

Puede leerse desde este enlace.












13/3/19

Gravity Clock





Gravity, de Jörg Piringer, es una aplicación para Apple que mezcla un reloj funcional con experimentos cinemáticos textuales y simulaciones de física.

En un primer modo, se muestra un reloj en pantalla que va destruyendo los números que marcan la hora de modo que estos caen al suelo. En modo twitter, los textos caen también una vez que se inclina el dispositivo.

La simulación de caída es muy realista utilizando algoritmos basados en las ecuaciones diferenciales que describen una caída libre.

Puede descargarse desde este enlace.




12/3/19

A matter of Size





Desde el pasado día 5 y hasta el 18 de mayo se exhibe en la segunda galería del Grolier Club,  en Nueva York, una interesantísima colección de libros en miniatura, la mayoría de los cuales caben en una mano. 

Son 950 ejemplares de la colección de Patricia J. Pistner y cubren toda la historia de la humanidad desde las tablillas de escritura cuneiforme hasta la actualidad. La exposición recibe el titulo de A Matter of Size: Miniature Texts and Bindings From the Collection of Patricia J. Pistner.

Se muestran libros en papel, inscripciones minúsculas en obsidiana que datan de hace 2300 años, mensajes militares secretos miniaturizados, libros religiosos, históricos, novelas, almanaques, poemarios, libros pequeñísimos con fotografías, etc. Y en toda clase de formas, soportes y estilos. Un deleite para la vista y la inteligencia.

Más información en este enlace.









Te he querido





Te he querido, tu bien lo sabes.
Te he querido y te quiero
a pesar de ese hilo de luto que me hilvana
al filo de la tarde.
Y tengo miedo.
De la lluvia, del pájaro de nubes,
del silencio que llevo conmigo a todas partes.
Tengo miedo a la noche,
a quedarme encerrada entre alambres del sueño,
a la palabra olvido
y a tus brazos en forma de barrotes dorados.

Miedo a recorrer la casa y saberla vacía,
o a quererte, de nuevo, mucho mejor que antes.
No me abandones en esta larga ausencia.
Recuerda lo que he sido para ti otros inviernos:
el tiempo de querernos indefinidamente,
el mar,
los barcos que llegaban sin muertos a la orilla,
el ruido de las olas al fondo de la casa.
Y el viento,
recuerda el viento, amor, doblando las esquinas.



Un poema de Elsa López (1982)