Fui a ver una película el otro día. “Origen”. Si aún estuvieras aquí, hubiéramos ido a verla juntos. Una película fuera de lo común. Unos hombres especialistas en penetrar en los sueños de los demás para robarles sus secretos más íntimos o para introducir en su mente anhelos que antes no sospechaban. Sueños dentro de otros sueños. ¿Sueñan los personajes que se nos aparecen en nuestros sueños? ¿Y los que aparecen en los sueños de los soñados?
Claro, para un individuo que se pasa la vida saltando entre la realidad y los sueños, saber dónde se está en cada momento es sumamente importante y por eso el protagonista tiene sus trucos para asegurar su ubicación. Cuando las luces de la sala se iluminaron, los espectadores debatían sobre si, en la escena final, aún estaba soñando sin saberlo o había regresado sano y salvo a la realidad. Así lo decía una muchacha junto a mí:
- Sí, se ha salvado. Estaba de vuelta en la realidad
¿Salvado en la realidad? Me puse triste. Te echo tanto de menos que me pasé la sesión recordándote. El actor que encarna al ladrón de sueños mantiene una dramática relación con su esposa muerta cuando duerme y desea salir de esa pesadilla y regresar a lo real, a la vida que sigue. Yo no, yo quiero salir de la vida que sigue y volver al sueño de tenerte, de oirte, de sentir tu piel caliente, de disfrutar la sonrisa que me regalabas. ¿Qué hago yo en la vida que sigue si tú no la vives conmigo? En el filme, unos ancianos se dedican a soñar porque prefieren sus ensoñaciones al mundo físico. Así lo deseo yo. Duermo cada noche, confiado en que soñaré contigo, en que durante esas horas de reposo – es cierto, me siento en paz, en reposo, en armonía con el cosmos, cuando te pienso, cuando mi mente te recrea- seguiremos paseando por la avenida o descalzos por la orilla de la playa; que nos detendremos a conversar en las sobremesas, allá en la ribera del río; que me despertaré en la noche – despertares en el interior del sueño, sin despertar de él- y notaré tu presencia junto a mí y volveré a dormir, para soñar que sueño contigo. Te he de ser sincero. La mayoría de las mañanas no recuerdo lo soñado. Pero estoy seguro que lo hago contigo, compañera amada. Tú, que vives allá, sí tendrás en la memoria el tiempo que pasamos juntos mientras descanso. Guarda todos esas vivencias. Guárdalas hasta que mi mundo se invierta y la vida se haga sueño.
Claro, para un individuo que se pasa la vida saltando entre la realidad y los sueños, saber dónde se está en cada momento es sumamente importante y por eso el protagonista tiene sus trucos para asegurar su ubicación. Cuando las luces de la sala se iluminaron, los espectadores debatían sobre si, en la escena final, aún estaba soñando sin saberlo o había regresado sano y salvo a la realidad. Así lo decía una muchacha junto a mí:
- Sí, se ha salvado. Estaba de vuelta en la realidad
¿Salvado en la realidad? Me puse triste. Te echo tanto de menos que me pasé la sesión recordándote. El actor que encarna al ladrón de sueños mantiene una dramática relación con su esposa muerta cuando duerme y desea salir de esa pesadilla y regresar a lo real, a la vida que sigue. Yo no, yo quiero salir de la vida que sigue y volver al sueño de tenerte, de oirte, de sentir tu piel caliente, de disfrutar la sonrisa que me regalabas. ¿Qué hago yo en la vida que sigue si tú no la vives conmigo? En el filme, unos ancianos se dedican a soñar porque prefieren sus ensoñaciones al mundo físico. Así lo deseo yo. Duermo cada noche, confiado en que soñaré contigo, en que durante esas horas de reposo – es cierto, me siento en paz, en reposo, en armonía con el cosmos, cuando te pienso, cuando mi mente te recrea- seguiremos paseando por la avenida o descalzos por la orilla de la playa; que nos detendremos a conversar en las sobremesas, allá en la ribera del río; que me despertaré en la noche – despertares en el interior del sueño, sin despertar de él- y notaré tu presencia junto a mí y volveré a dormir, para soñar que sueño contigo. Te he de ser sincero. La mayoría de las mañanas no recuerdo lo soñado. Pero estoy seguro que lo hago contigo, compañera amada. Tú, que vives allá, sí tendrás en la memoria el tiempo que pasamos juntos mientras descanso. Guarda todos esas vivencias. Guárdalas hasta que mi mundo se invierta y la vida se haga sueño.
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