Me considero agnóstico, escéptico sobre el más allá y sobre
el más acá, incrédulo sobre ángeles y diablos, los videntes me parecen
embaucadores, las apariciones extra sensoriales y los espíritus sólo los
soporto en las películas, dudo de la veracidad de las experiencias cercanas a
la muerte y Dios se me aparece lejano y sordo. Pero, ¡por Dios! ¡que haya
túnel! ¡que haya túnel! ¡que haya túnel, por Dios!, que estés esperándome
recortada contra esa luz que dicen que brilla, que me sonrías, que me tiendas
la mano, que el universo se burle de mi incredulidad, que vuelva a sentir tu
piel y tu sonrisa. ¡Qué haya túnel, por Dios, que lo haya! Y no porque así yo
tenga otra vida, ni por la eternidad, ni por los dones del paraíso, ni porque
me crezcan alas blancas. Ni siquiera, si me apuras, por verte de nuevo. Tan
sólo por saber que tú estás bien y que se ha reparado para siempre el injusto
daño que se te hizo.
26/3/08
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