Hace ahora 10 años publicaba en Biblumliteraria el artículo “Evanescencia de la literatura digital” donde defendía que el soporte digital era efímero por naturaleza y que esto representaba un problema mayor para la literatura dado que esta aspira a permanecer, dado que los autores quieren perdurar en el mundo. Y esto, decía hace una década, conlleva que el papel seguiría siendo el soporte preferido.
Una amable lector me dejó un comentario en que rebatía mis argumentos y finalizaba lanzándome una apuesta a largo plazo:
En la feria del libro de Sevilla, hice mi apuesta. 10 años y el 95% de la lectura, libros, libros de texto, .. se hará en dispositivos electrónicos.
Yo, encantado y convencido de que el papel tenía una larga vida, le acepté el envite virtual aunque, entonces, dudaba que mi blog aguantara tantos años vivo para poder constatar quién tenía razón. Bien, Biblumliteraria sigue con buena salud y es el momento de rescatar aquella apuesta.
Me parece evidente que la he ganado.
El papel sigue más fuerte que nunca y, de hecho, los últimos datos reflejan que su uso repunta. El libro digital se estancó – o crece muy poco- hace ya algunos años y, por ejemplo, en España se calcula que sólo el 11% del volumen se hace en formato e-book, dato que en mi opinión es incluso muy optimista (es muy complicado tener cifras correctas sobre esto). La tecnología de la tinta electrónica no supo evolucionar (o no puede evolucionar debido a sus propias limitaciones impuestas por la Física y la Química) ni logró dispositivos en color o capaces de refrescarse más rápidamente. De este modo, las empresas que la comercializan están buscando desde hace un lustro nichos alternativos al libro, sobre todo en el campo de la señalización. Otras tecnologías entonces prometedoras quedaron también, por lo general, frustradas. Los teléfonos para leer se usan, sin duda, pero su pequeña pantalla significa un calvario para cualquier lector serio. Una cosa es leer una noticia breve o un mensaje; otra es leer una novela en una pantallita. Las tabletas siguen cansando la vista, siguen teniendo problemas de batería y siguen sin tener esa ligazón con los sentidos, esa sinestesia que sí tiene el papel. Y, además, como siempre he defendido, el papel es un gran invento y, como tal, difícil de derrocar porque la tecnología que lo arrincone debe ser mejor, nunca peor, las ventajas deben superar por mucho a los inconvenientes.
Por una razón o por otra, el papel sigue como rey indiscutible. Es más, hago otra apuesta, lo seguirá siendo dentro de 10 años, incluso de 100 años probablemente. Y no creo que, después de más de 10 años de mantener un blog dedicado a literatura digital, yo sea sospechoso de no defender la digitalidad. Pero el método científico y racional no puede ir contra los datos empíricos.
¿Significa esto que el soporte digital no tiene futuro? Hablando de modo genérico claro que lo tiene, pero será dentro de muchas décadas o siglos. No sé cuándo llegará la sustitución pero creo que falta muchísimo tiempo para eso. Y creo, además, que dependerá sobre todo de la evolución del hardware. Acabará habiendo sistemas que permitan tener las mismas sensaciones o mejores que el papel; que ofrezcan su mismo, o mejor, feeling; que hagan participar a otros sentidos; que amplíen la experiencia lectora; que nos muestren más sin limitar nuestra imaginación; que tengan muchas ventajas y apenas inconvenientes. Es más, si tuviese que especular a muy largo plazo, diría que lo que dejará al papel atrás no será un soporte diferente para “leer” sino una vuelta atrás conceptual. Escuchar, volver a lo verbal. Finalmente, el libro es un instrumento para contar y conservar historias. Y el primer instrumento para hacer esto con un impacto emocional enorme fue la voz. Sólo que la voz se perdía tras cada noche en torno a la hoguera y hubo que registrar lo dicho en un soporte. No me refiero a un audiolibro sino a una tecnología que nos permita parametrizar a nuestro antojo, según nuestra imaginación, el tono, la voz, el ímpetu, el fondo sonoro, el ambiente en que escuchamos.
Pero el momento no ha llegado. Hace diez años, el boom del libro electrónico fue una creación puramente comercial, una estrategia de marketing. Hoy, el marketing ha cambiado y son otros gadgets los que están de moda, no hay más que ver los miles de cachivaches que cada enero se nos presentan en la feria de Las Vegas. Pero estos esfuerzos de marketing pasan enseguida y perduran sólo aquellos inventos que realmente tienen un valor añadido claramente diferenciador, no pequeñas cositas o pequeñas ventajas. La tecnología que destrone al papel deberá arrasar con él, ser tan evidente que es mejor que no haya discusión alguna, tan claro su valor que la adopción de la misma será rápida y universal.
Llegará. Pero falta muuuucho.
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