El fondo del puerto (Anagrama, 2023), de Joseph Mitchell, es una recopilación de relatos que Mitchell publicó en New Yorker durante las décadas del 40 y 50 del siglo pasado.
Son seis historias relacionadas, todas ellas, con los muelles del Nueva York de la postguerra, relatos llenos de detallismo y realismo sin que eso sea óbice para que existan, asimismo, el misterio y la magia. Como representante del relato americano, Mitchell se recrea en los pequeños detalles, en las descripciones precisas de lo cotidiano, de cada rincón del lugar o de cada reacción humana de los personajes. Uno llega a sentir los aromas de salitre y el sudor de los marineros, escuchar las bocinas de los vapores y los gritos de las tabernas.
Descripciones extensas que nunca aburren ni resultan recargadas. Al contrario, aportan esencia a la narración. No son invenciones arbitrarias del escritor ya que Mitchell conocía profundamente los muelles de la ciudad y a las gentes que pululaban por ellos. Así, no es de extrañar que todo parezca tan cercano, tan real, tan honesto. Una prosa metódica y precisa al servicio siempre de la historia, de sumergir al lector en el paisaje como si ciertamente hubiese viajado al lugar y al preciso momento que se narra, como si estuviese sentado en la misma mesa en que conversan los personajes.
Si bien, el de Carolina del Norte demuestra un enciclopédico conocimiento sobre lo que cuenta (la cría de ostras, los viveros de mejillones, las especies de peces que faenan los barcos, la historia de los inmigrantes de la ciudad, las artes de pesca o las plagas de las dársenas), los relatos nunca son costumbristas sino centrados en las personas y sus relaciones.
Se trata de relatos pero pueden considerarse también magníficos reportajes que deberían enseñarse en las escuelas de periodismo.
Excelentes relatos. Una brillante muestra de literatura.
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