15/2/08

Tu frente


Me he dado cuenta que pensar en tu frente, que tantas veces besé con ternura, me ayuda a recordarte. No sé. Algún misterio del cerebro que hace que miríadas de sinapsis neuronales se disparen inquietas para que, cuando imagino tu frente, toda tú imagen regrese con una presencia y una fuerza que te hace incomprensiblemente tangible y real. No sé por qué será pero no me importa. Lo aprovecho, y cada noche recuerdo otras noches, cuando te acurrucabas entre mis brazos y apoyabas tu cabeza en mi hombro. Entonces, tu frente- amplia, suave, liberada del cabello que permanecía confinado en un peinado hacia atrás- quedaba a la altura de mis labios. Dormías tranquila y sentía tu respiración en mi pecho. Yo velaba tu sueño y acariciaba tu frente con continuos besos de mariposa. No podía resistirme a sentir tu frente en mi boca. Apenas alejaba mis labios ya necesitaba posarlos nuevamente en ti. Era como el síndrome de abstinencia de un drogadicto que necesita otra dosis y otra y otra. Te hacías niña entre mi abrazo. Amaba el ovillito desnudo de tu cuerpo. Tus piernas entrelazadas en las mías, tu abrazo cosido con el mío, tu mano rodeando mi cuello, tu mejilla en mi pecho, tu frente infinitamente besada por mí. Ahora, cuando recuerdo los besos que depositaba en ti mientras dormías, retornas y eso me hace sentir bien.


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