La calidad de los libros digitalizados continua presentando
serias deficiencias en cuanto a maquetación y tipografía. A ello, sin duda,
contribuye de manera decisiva la selva de formatos incompatibles entre sí (en
muchos casos, una estrategia comercial para crear ecosistemas aislados del que
el lector no pueda escapar) ya que libros electrónicos que se ven bien en un
dispositivo pueden verse horriblemente en otro. En una próxima entrega se
mostrarán ejemplos concretos de errores que aparecen al leer un
e-book mediante fotografías auto descriptivas.
¿Es posible evitar estos errores que desmerecen cualquier
trabajo? No es fácil y, en ocasiones, pueden obligar a los editores a generar
varios ficheros diferentes en función del aparato, algo que tampoco es solución
ya que impide la portabilidad por parte del usuario. Es posible que pueda
lograrse una versión limpia y de calidad para, digamos, una tableta Android,
pero ¿qué ocurre cuando el lector que ha comprado ese libro pasa a leerlo en su
teléfono o en su PC? Pues ocurre que las líneas se desbaratan, que aparecen
huérfanas y viudas, puntos y aparte donde no los había, que los márgenes cambian
casi siempre a mal, que desaparecen lo saltos entre párrafos.
Aun así, aun conociendo la dificultad de conseguir una
maquetación electrónica portable de calidad con la técnica actual, cabe pedir
a las editoriales un esfuerzo mucho mayor para lograrlo.
a)
Lo primero es asegurar que la traducción de
texto convencional a texto electrónico sea realizada por programadores
expertos. En ningún caso es recomendable dejar la tarea “sólo” a uno de esos
programas automáticos que existen en el mercado. No es fácil pulir el código, comprobar su funcionamiento
con dispositivos diferentes, asegurar que sea válido en varias plataformas.
Sólo un programador bien formado puede asegurarse de que el código es correcto.
La digitalización vía escáner y OCR debería estar penada por ley. Las hojas de
estilo CSS deben ser comprobadas para cerciorarse de que sus instrucciones van
a ser entendidas por todos los lectores, el código HTML no debe utilizar
instrucciones particulares de un único
equipo sino aquellas que son soportadas ampliamente, etc.
b)
Debe comprobarse la corrección tipográfica pues
es usual que ciertos caracteres no se vean o se vean de manera estrambótica,
sobre todo cuando se están usando caracteres extendidos al alfabeto inglés. No
es agradable leer “Ámbito” por “ámbito”, por ejemplo.
La poca actividad de miembros españoles en el consorcio que promueve el formato ePub (IDPF) tampoco ayuda a que se estandaricen sistemas para manejar idiomas distintos al inglés.
c)
Comprobar asímismo la visualización general de
página, la maquetación de la misma.
En verdad, existe una complejidad inherente
nada fácil de solucionar. Nuestros criterios de maquetación, a lo largo de
siglos, son estáticos. Concebimos una página y una vez lograda la belleza compositiva
de la misma, así queda para siempre en ese libro en concreto. Pero, en un
lector digital, la maquetación es dinámica. El lector elige libremente el
tamaño de texto, las dimensiones de la pantalla, etc. ¿Es posible compaginar la
estática clásica con la dinámica del futuro? No lo sé pero es seguro que, de
momento, es muy complejo lograrlo y que es lo que mayores problemas de calidad
crea.
d)
Comprobar que las fuentes se visualizan en
varios dispositivos. Y, si no, que su sustitución por defecto no genera
problemas de maquetación. Hay fuentes que, en las pantallas de
e-ink se ven mal por tener demasiadas florituras incapaces
de ser representadas por esta tecnología.
e)
Comprobar cómo se comportan las anotaciones en
diversos dispositivos porque esto no está estandarizado, de modo que el
comportamiento puede ser totalmente distinto de un lector a otro.
No se trata únicamente de buscar la calidad que todo profesional debe tratar de lograr. Es que está en juego el futuro del libro electrónico porque nadie en su sano juicio va a pagar dinero por algo que luego está mal presentado y se lee con dificultad. Como mucho, será suficiente para descargárselo gratis (los inconvenientes de la mala calidad se palian con la gratuidad) pero nunca para constituir un negocio.
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