11/10/13

Comprobaciones en libros electrónicos




La calidad de los libros digitalizados continua presentando serias deficiencias en cuanto a maquetación y tipografía. A ello, sin duda, contribuye de manera decisiva la selva de formatos incompatibles entre sí (en muchos casos, una estrategia comercial para crear ecosistemas aislados del que el lector no pueda escapar) ya que libros electrónicos que se ven bien en un dispositivo pueden verse horriblemente en otro. En una próxima entrega se mostrarán ejemplos concretos de errores que aparecen al leer un e-book mediante fotografías auto descriptivas.

¿Es posible evitar estos errores que desmerecen cualquier trabajo? No es fácil y, en ocasiones, pueden obligar a los editores a generar varios ficheros diferentes en función del aparato, algo que tampoco es solución ya que impide la portabilidad por parte del usuario. Es posible que pueda lograrse una versión limpia y de calidad para, digamos, una tableta Android, pero ¿qué ocurre cuando el lector que ha comprado ese libro pasa a leerlo en su teléfono o en su PC? Pues ocurre que las líneas se desbaratan, que aparecen huérfanas y viudas, puntos y aparte donde no los había, que los márgenes cambian casi siempre a mal, que desaparecen lo saltos entre párrafos.

Aun así, aun conociendo la dificultad de conseguir una maquetación electrónica portable de calidad con la técnica actual, cabe pedir a las editoriales un esfuerzo mucho mayor para lograrlo.

a)      Lo primero es asegurar que la traducción de texto convencional a texto electrónico sea realizada por programadores expertos. En ningún caso es recomendable dejar la tarea “sólo” a uno de esos programas automáticos que existen en el mercado. No es fácil  pulir el código, comprobar su funcionamiento con dispositivos diferentes, asegurar que sea válido en varias plataformas. Sólo un programador bien formado puede asegurarse de que el código es correcto. La digitalización vía escáner y OCR debería estar penada por ley. Las hojas de estilo CSS deben ser comprobadas para cerciorarse de que sus instrucciones van a ser entendidas por todos los lectores, el código HTML no debe utilizar instrucciones  particulares de un único equipo sino aquellas que son soportadas ampliamente, etc.

 Ciertamente, hay herramientas, como Epubcheck que son muy útiles a la hora de comprobar el código, pero la última verificación experta debe ser realizada por un humano. Hay que hacer notar que, en cualquier caso, para el formato ePub, la verificación con Epubcheck puede ser obligatoria puesto que, por ejemplo, la plataforma Apple exige un 100% de compatibilidad con él. Epubcheck nos dirá, en pocas palabras, si el libro en formato ePub está construido de acuerdo a las reglas de dicho formato.
 
En cualquier caso, siempre hay que comprobar bien el código máxime cuando el software de los dispositivos móviles suele ser más sencillo que el de los PCs (por pura potencia de cálculo del procesador) y por tanto “interpretan menos”. Cuanto más sencillo el código, tendremos más seguridad de que será bien leído en aparatos diversos. No todos los lectores, intérpretes o navegadores leen HTML, CSS y XML de igual manera, especialmente si las versiones son modernas.
 
Además, hay que tener en cuenta que si el código es limpio tendrá más opciones de ser interpretado correctamente con dispositivos nuevos que vayan apareciendo en el mercado sin el riesgo- tan existente hoy en día- de que ya no pueda leerse o se lea mal en el futuro.
 
b)      Debe comprobarse la corrección tipográfica pues es usual que ciertos caracteres no se vean o se vean de manera estrambótica, sobre todo cuando se están usando caracteres extendidos al alfabeto inglés. No es agradable leer “Ámbito” por “ámbito”, por ejemplo.

 En particular, en español, el doble guion que inicia un diálogo o lo cierra suele interpretarse como dos guiones seguidos separados. Las tildes, la eñe, etc. son otro foco de conflicto.

La poca actividad de miembros españoles en el consorcio que promueve el formato ePub (IDPF) tampoco ayuda a que se estandaricen sistemas para manejar idiomas distintos al inglés.
 

c)      Comprobar asímismo la visualización general de página, la maquetación de la misma.

En verdad, existe una complejidad inherente nada fácil de solucionar. Nuestros criterios de maquetación, a lo largo de siglos, son estáticos. Concebimos una página y una vez lograda la belleza compositiva de la misma, así queda para siempre en ese libro en concreto. Pero, en un lector digital, la maquetación es dinámica. El lector elige libremente el tamaño de texto, las dimensiones de la pantalla, etc. ¿Es posible compaginar la estática clásica con la dinámica del futuro? No lo sé pero es seguro que, de momento, es muy complejo lograrlo y que es lo que mayores problemas de calidad crea.

 Existen herramientas como KindlePreview o Adobe Digital Editions que facilitan la labor pero, nuevamente, nos encontramos con el diferente comportamiento de los formatos.  Lo correcto es comprobar cómo se visualiza el código en, al menos, los aparatos más populares en el mercado aunque esto puede ser “pan para hoy y hambre para mañana” en la medida que aparezcan nuevos desarrollos.  Es fundamental, además, comprobar la maquetación con distintos tamaños de letra, que el texto fluya correctamente, que un PDF pueda leerse con diversas ampliaciones, etc.

 Desgraciadamente, la maquetación actual en muchísimos e-books es muy mala. Los párrafos se confunden, no hay saltos de línea correctos, las sangrías fallan, títulos de capítulos que no se distinguen del resto, capítulos que comienzan en cualquier sitio, palabras huérfanas, líneas viudas, líneas que una vez ocuparon una línea y ahora ocupan una y media con un salto a destiempo, palabras partidas con su guion en medio de una línea, orden erróneo de los párrafos, ausencia de pies de página desaparecidos en combate, texto sin ningún tipo de estilo, todo el HTML seguido, sin partición de capítulos, incluso el propio código apareciendo súbitamente, en libros que tienen ecuaciones estas suelen estar deformadas, los gráficos fuera de sitio, ausencia de cuadratines, imposibilidad de lograr espacios finos o medias líneas de blancos, alineaciones de poca precisión, etc. Parecen volcados de textos ASCII similares a lo que vemos con el bloc de notas de Windows.
 
d)      Comprobar que las fuentes se visualizan en varios dispositivos. Y, si no, que su sustitución por defecto no genera problemas de maquetación. Hay fuentes que, en las pantallas de e-ink se ven mal por tener demasiadas florituras incapaces de ser representadas por esta tecnología.
 
e)      Comprobar cómo se comportan las anotaciones en diversos dispositivos porque esto no está estandarizado, de modo que el comportamiento puede ser totalmente distinto de un lector a otro.
No se trata únicamente de buscar la calidad que todo profesional debe tratar de lograr. Es que está en juego el futuro del libro electrónico porque nadie en su sano juicio va a pagar dinero por algo que luego está mal presentado y se lee con dificultad. Como mucho, será suficiente para descargárselo gratis (los inconvenientes de la mala calidad se palian con la gratuidad) pero nunca para constituir un negocio.


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