Hoy, un recordatorio de lo que era la ficción interactiva de los años 90 del siglo pasado, muchísimo más imaginativa, elaborada, bien programada y atractiva que lo es hoy en día. Kiyeko y los ladrones de la noche, de la empresa barcelonesa Ubisoft, se publicó en 1995 en numerosos idiomas y tuvo un éxito más que notable. Siendo una lectura infantil, atraía también a los adultos por su calidad.
La historia estaba basada en un relato de Vladimir Hulpack y narraba cómo unas malvadas serpientes habían robado la noche en la selva amazónica y los indígenas no podían dormir y se asfixiaban de calor. El valiente Kiyeko se adentraba en la selva para desvelar el misterio. El programa podía funcionar como una historia guiada por un narrador o bien permitir un recorrido libre por las diferentes escenas. En cada pantalla aparecían objetos animados, voces, música y sonido. En sus 12 escenas, había muchas cosas que descubrir y explorar.
Hacía falta tener instalados los drives de Visual Basic y, cuando este lenguaje fue dejado de la mano de Dios por sus creadores, las tarjetas gráficas mejoraron infinitamente y Windows 3.x quedó anticuado, Kiyeko fue también desapareciendo al ser incompatible con los nuevos sistemas.
En español, la voz del narrador fue la de Constantino Romero, y en la versión inglesa se trataba de Ben Kingsley, datos que avalan los medios y la calidad que se pusieron en el desarrollo de la aplicación.
Hoy en día se pueden encontrar una imagen de disco o copias en algunos sitios de Internet que salvaguardan antiguos programas, pero es necesario un emulador, cambiar la configuración de los gráficos y el funcionamiento tiene algunos problemas. Encontrar un ordenador con Windows 3.x, configurado con sólo 256 colores y Visual Basic para correr el programa original es más que complicado.
En cualquier caso, para los que lo disfrutamos con nuestros hijos está claro que hemos retrocedido en la creatividad digital, a pesar de que los equipos y sistemas operativos han mejorado en muchos órdenes de magnitud. Mucha capacidad de cómputo y muy poca creatividad es lo que ahora tenemos. Una pena.
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